tag:blogger.com,1999:blog-54843736098436494482024-03-14T03:40:19.998-07:00Calma, quietud y tribulaciónCalma, quietud y tribulación, es una ventana a la que saco del anaquel lleno de telarañas lo que escribo para compatirlo con quienes se atrevan a leerlo. Es un espacio no invasivo que espera silencioso a que las personas se acerquen a dar un vistazo desprevenido.Andrés Felipe Giraldo L.http://www.blogger.com/profile/10261167690680040568noreply@blogger.comBlogger90125tag:blogger.com,1999:blog-5484373609843649448.post-55969560873251072832020-01-28T04:00:00.001-08:002020-01-28T05:07:23.571-08:00Perdón pluma, perdón papel.<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg2gpOtwmqt_qc65-cYV_KDlhGkwcfiGp34agUUuGuXsayzwR6hTUNRNYQo0tos_NII6p_iBNFTxfMiPqq_R8NHNm3AmPnah6cLXyHSO7qwu70AW6RxkDK-awLso-26GSY2QCR_bXAKsSU/s1600/IMG_20200128_124912218.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1200" data-original-width="1600" height="480" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg2gpOtwmqt_qc65-cYV_KDlhGkwcfiGp34agUUuGuXsayzwR6hTUNRNYQo0tos_NII6p_iBNFTxfMiPqq_R8NHNm3AmPnah6cLXyHSO7qwu70AW6RxkDK-awLso-26GSY2QCR_bXAKsSU/s640/IMG_20200128_124912218.jpg" width="640" /></a></div>
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Perdón pluma, perdón papel. Perdón por usarlos con el mismo pragmatismo desconsiderado con el que uso a un tal dios, sabiendo que jamás me van a reclamar, ni ustedes ni él. Perdón por aferrarme a sus texturas solo en momentos de zozobra como quien se hunde resignado buscando aire entre el agua. Perdón por no retribuirles todo lo que me han dado, por las veces que han seguido escribiendo por mí cuando las lágrimas ya me habían enceguecido, por intentar explicarme lo que no entendía, lo que aún no entiendo, por ordenar de vez en cuando la cabaña destrozada de mis sentimientos que con poco, al menos me da refugio y calor.<br />
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Perdón pluma, perdón papel. Perdón por pretender que les soy leal si solo los busco cuando no me queda más, por hacerles creer que son prioridad cuando llego a ustedes agonizante, con los restos de mi existencia derrotada para buscar consuelo de todo lo que me ha engañado, del propio mundo. Perdón por disfrazarme de escritor cuando no soy más que un prófugo de sus demonios que escribe conjuros deshilvanados para exorcizarse de sí mismo.<br />
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La hipocresía me rueda por los dedos cada vez que los sostengo para llenar de letras la superficie de lo tangible. Me ilusiono con este idilio que es tan pasajero, tan fútil, tan irreal como mis ganas de ser algo, de ser alguien en la vida, llenando de apariencias una lista de chequeo camino a un éxito que no quiero, que no me importa, que dejo esperando por mí una y otra vez, plantado, huyendo entre excusas que por más falsas que parezcan, en el fondo son reales, porque aunque lo quisiera, jamás lo alcanzaría, porque no lo reconozco.<br />
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La pluma y el papel han hecho mucho más por mí que yo por ellos. Han servido de canales para drenar mi alma constipada de pasado, han sido mi voz cuando la vergüenza, el dolor o la incertidumbre me han dejado mudo, han sido mi calmante cuando quiero destruir todo, empezando por mí mismo, han sido el paliativo de mi sufrimiento vital, ese que siento solo por estar vivo, como si la vida fuera una deuda que se paga con pedacitos de piel hasta que la arrugamos de tanto estirarla para que cubra toda nuestra miseria.<br />
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Perdón pluma, perdón papel. Perdón porque desde hace décadas solo son una metáfora para significar que aún escribo. Pero ni siquiera lo hago con ustedes. Lo hago con un teclado y una pantalla que me muestran la perfección de lo artificial, mientras que cuando intento regresar a sus contornos rústicos creyéndome el romántico de antaño, no hay más que rayones indescifrables disfrazados de poesía que nadie podría leer.<br />
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Después de pedirles perdón con la devoción de un feligrés a su dios, a ese dios en el que genuinamente creen, yo les digo, queridos pluma y papel, que seguiré abusando de su misericordia infinita para anclarme con sus filos al hielo de los días en los que tanto me resbalo para no zafarme de esta esfera verde, azul y blanca que tanto me cuesta comprender, que me pesa como si girara sobre mí, que me duele como si la estuviera cargando, que me aburre como si fuera un libro malo, que me repele como yo a ella. Ustedes, pluma y papel, han logrado que escribir sobre mí y sobre el mundo cambie toda la perspectiva, como si ese mundo que me acongoja estuviera acá dentro y pudiese interpretarlo como yo quisiera. Imaginar eso me hace más liviano el equipaje y me permite sobrellevar esta vida que ya no me pertenece. Le pertenece a mis hijos que me ven acá sentado creyendo que hago algo por la humanidad, por ellos, por mis semejantes. Pero no es así, hago algo por mí, gracias a ustedes, para permanecer en el mundo por ellos. Sé que ustedes me entienden así nadie más pudiera. Siempre lo han hecho. Y siempre lo harán. Perdón y gracias.<br />
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<br />Andrés Felipe Giraldo L.http://www.blogger.com/profile/10261167690680040568noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5484373609843649448.post-62938467718390220742019-11-08T01:04:00.002-08:002019-11-08T02:26:29.491-08:00Amanece en otoño.<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjKHwmztx5zaqumTwjTqsi6VbCgV1uGqGXOw-7lriXYzgo-GOi7xoc8aup2ZpJNbIrmW-ZNXsXIcIvKrFoiLf31XI5yC4lpK3RynK7S9iQ5B6chG-qlMjCaDTnpR_wVGH_TmZjd86OVysY/s1600/DSCN1312.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1200" data-original-width="1600" height="480" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjKHwmztx5zaqumTwjTqsi6VbCgV1uGqGXOw-7lriXYzgo-GOi7xoc8aup2ZpJNbIrmW-ZNXsXIcIvKrFoiLf31XI5yC4lpK3RynK7S9iQ5B6chG-qlMjCaDTnpR_wVGH_TmZjd86OVysY/s640/DSCN1312.JPG" width="640" /></a></div>
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Estoy solo. El pequeño Felipe duerme y Ángela está de viaje. Son poco más de las diez de la noche y cuando termine de escribir quizás esté entrando la madrugada. Sé que voy a escribir lento, con muchas pausas. El sol ya no se ve pero aún pinta el cielo de azul oscuro, profundo, silencioso. La noche se resiste a aparecer y yo la llamo a gritos. Me responde que ya viene, que tranquilo. Siempre me he sentido más seguro en la noche, menos inquieto, como si ya me entregara a la oscuridad y a la infinita misericordia de sus contornos indescifrables. La oscuridad me da la sensación de que el mundo no existe, que aquello que habita en las penumbras no son más que trazos borrosos sin ánima, que nada me atormenta ya. O casi nada. Solo me jode saber que de nuevo van a llegar el día con su luz. Con el mundo.<br />
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Es muy difícil llegar de nuevo a este teclado con la voluntad quebrada y las palabras perdidas. Es muy difícil para mí encontrar los términos adecuados para poder expresar lo que siento y tener que usar las palabras "términos adecuados" que me parecen un maldito cliché sin gracia. Las letras se me caen en desorden al vacío, al vacío de mi alma que ya no le encuentra sentido a nada. Estoy acá con las luces apagadas entregando mis retinas al resplandor de la pantalla. Dicen que eso no es bueno para los ojos, pero lo hice deliberadamente para ver si por fin me concentro, para no ver nada más, para expiar todo este mazacote que tengo por dentro mientras mis pupilas hacen lo que pueden.<br />
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Hace mucho tiempo no escribía por la noche. Es decir, ya es de noche, escribo lento mientras voy sorbiendo una cerveza despacio. Las 11:20 pm, para ser precisos. No recuerdo hace cuánto dejé de escribir a oscuras, pero sé que son años, porque no lo recuerdo. Y estar acá sentado tirándole letras a la pantalla me ha llevado en el recuerdo a momentos sublimes de noches pasadas, muy pasadas, cuando despuntaba de una prolongada adolescencia a una adultez furtiva que vino con una paternidad inesperada. Y recuerdo que mis noches de escribir en esos años llenos de pasión juvenil eran un ritual con todas sus ceremonias. Yo escribía a mano sobre papeles amarillentos, a la luz de velas y con un fondo de música clásica. Escribía frenéticamente en hojas y hojas que casi nunca llegaban a ninguna parte. Escribía para mí y eso me extasiaba.<br />
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Con el tiempo desaparecieron los papeles, las velas y los rituales. La música clásica si está a la mano y solo cuando tengo que pensar sin nada que me distraiga, pero qué va, hasta esa música me distrae. Y escribir, bueno, escribir para mí es tan natural como respirar, pero como hago cuando respiro, ahora escribo sin consciencia. La inspiración dejó de ser esa musa reveladora de los secretos que le arrancaba a la bohemia ebria para convertirse en el mero acto de esnifar aire.<br />
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Creo que siempre he estado ubicado fuera de mí, viviendo como en un cuerpo prestado para poder hacer evidente mi presencia a los demás. Pero en realidad mi mundo interno, del que salgo poco, vive en guerra, en tragedias griegas que solo son visibles de vez en cuando, cuando exploto y se me salen por la nariz y la boca unas cuantas escenas del Tarantino que habita en mi psiquis que solo riega sangre falsa con la mejor interpretación posible.<br />
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Ahora las penumbras están llegando antes de lo previsto. Ni siquiera recordaba que había dejado acá estas palabras inconclusas hace unos meses como si de carne olvidada en el congelador se tratara. Ya ni sé por qué el Tarantino que habita en mi mente salió de su guarida ni por qué estaba tan triste. Solo sé que en todo este tiempo mis tristezas se han vestido de colores no porque estén menos tristes sino porque se cansaron de andar por ahí andrajosas, como dando lástima. Mis tristezas ya no quieren esa maldita lástima disfrazada de caricias suaves en el pelo, ahora solo quieren reventar este teclado con los toques de mis dedos impregnados de esta vida que no puedo dejar de vivir. Mis tristezas se han resignado a convivir con mi respiración hasta que el corazón lo decida, y no ese corazón literario coloreado de rojo escarlata y de simetría perfecta entre sus dos lados, sino este corazón que habita en mi pecho aunque yo me empeñe en llenarle de grasa las salidas y las entradas con las porquerías que me trago a diario para matar la ansiedad de mis días estripada bajo kilos de chatarra comestible.<br />
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Quizá los días cortos y las noches largas me han subido el ánimo porque soy más feliz en la oscuridad que trae la melancolía y la nostalgia, que me inspiran, mientras yo expiro. Quizás el solo hecho de estar acá de nuevo retando a esta pantalla en un día tan opaco como mi espíritu libre y decidido sea el sofá confortable en el que descansan mis amarguras. Porque acá, mientras escribo, incoherente como siempre, atormentado como siempre, noto con un dejo de sonrisa que mis tristezas siguen habitando en mí pero que han tenido la decencia de ponerse cómodas para no incomodarme. Me han abierto un espacio tan amplio en el alma que ya no hacen presión sobre los anhelos, los propósitos o los logros esperados. Simplemente se han ganado un espacio allí muy dentro y están pagando el alquiler a tiempo para que yo no las pueda sacar y han ignorado mi futuro para no molestarlo, para que él no las moleste. Mis tristezas han transado conmigo sin que yo me diera cuenta en los momentos en lo que extasiado me quedé mirando cómo las hojas dejaban sin resistencia al árbol para hacerse ceniza crujiente en el piso mientras yo las pisaba en el camino que siempre recorro para llegar a ninguna parte. Mis tristezas me han dado una tregua que yo acepto dejándolas vivir en mí con el único compromiso de que me ayuden a escribir. Ellas han accedido generosas porque mis tristezas también se alimentan de lo que yo escribo.<br />
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Pues bien, no sé cuándo solté este escrito tan lleno de amargura y tampoco sé por qué lo retomé hoy. Es como si hubiese mirado hacia esa habitación que aún tiene muebles pero que ya nadie la habita porque quién allí estaba se fue para siempre. Decidí entrar, sentarme en la cama, tomar una almohada y abrazarla contra mi pecho para sentir que ese algo, ese alguien, aún habitaba allí. Mis lágrimas se han arrojado al vacío para caer en su mullida textura y las tristezas han gritado desde muy adentro que esté tranquilo, que no me preocupe, que ellas ocuparán esa ausencia por siempre tratando de hacerme el menor daño posible. Yo les agradezco con un sollozo sincero y apretando mis parpados para escurrir el agua salada que le sobra a mi alma.<br />
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Estoy solo, el pequeño Felipe está en el jardín y Ángela está trabajando. Son poco menos de las diez de la mañana y terminé de escribir unos meses después. El sol no se ve porque lo ocultan las nubes densas y grises que lloran conmigo. Mi día apenas está empezando, el lavaplatos pide a gritos que le quite toda esa loza de encima, los pisos me recuerdan cada paso que los debo limpiar, la cama me trae el recuerdo de una noche intranquila, mal dormida, con las cobijas enredadas y la sábana desprendida del colchón en una esquina. La luz forzada de este día gris me da la sensación de que el mundo está triste como yo, que aquello que habita en los contornos de mi ser no son más que trazos borrosos sin ánima, que nada me atormenta ya. O casi nada. Solo me jode saber que de nuevo van a llegar las noches con las preguntas que ninguna luz podrá resolver por brillante u opaca que sea. Ninguna.<br />
<br />Andrés Felipe Giraldo L.http://www.blogger.com/profile/10261167690680040568noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-5484373609843649448.post-24160283239028176902019-07-09T13:23:00.001-07:002019-07-10T11:24:19.106-07:00Los nadies: El día que me plagió Ángela Merkel. O que yo la plagié a ella.<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhu8rDWGIUl1gIUSQildXbUsD69_8_GeyPLTU7yHIbuiu1-6qbipKm-XxDFXpUZBUbJUP3wZgkw146_jDkyN-HPe-ooj-pcl9sFVCgrYldkQ1lttLfVoekq1BLGS7hvU8UQL9gIRaGBGBI/s1600/Screenshot_20190709-195249.png" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1280" data-original-width="720" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhu8rDWGIUl1gIUSQildXbUsD69_8_GeyPLTU7yHIbuiu1-6qbipKm-XxDFXpUZBUbJUP3wZgkw146_jDkyN-HPe-ooj-pcl9sFVCgrYldkQ1lttLfVoekq1BLGS7hvU8UQL9gIRaGBGBI/s400/Screenshot_20190709-195249.png" width="225" /></a></div>
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Esto que les voy a contar es una trivialidad, una frivolidad casi, quizás sin importancia. Debo empezar por decir que me causó entre risa, desconcierto y curiosidad, ver cómo una frase dicha por cualquiera, por un don nadie como yo, por ejemplo, puesta en la mente y en la boca de una figura de credibilidad mundial de manera arbitraria y ficticia, súbitamente se puede convertir en uno de esos postulados memorables que podrían pasar de repente a un libro de historia. Este es mi cuento:<br />
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El 27 de junio escribí un tuit con una mezcla de sentido común y vehemencia, con la intención de criticar a esos gobiernos que escudan los resultados de su mala administración en los problemas que les dejó su antecesor, como si fueran asuntos insalvables, imposibles de mejorar o corregir. Lastres, que llaman. Acá está el tuit:<br />
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhsFg_Oqezo7daPjrvZ0xurvCqKUNwERoJJig8o40yXsfR6Lo8Q_VXBbReLMA27jlCzDEZo3SlZRs0XoLDezLiWdMaLYyvXEEczeGwNzUBkU47RP4Ehhl1ZE6lrZnuMgm_pToPBwJLRbU8/s1600/IMG_20190709_190020.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="963" data-original-width="720" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhsFg_Oqezo7daPjrvZ0xurvCqKUNwERoJJig8o40yXsfR6Lo8Q_VXBbReLMA27jlCzDEZo3SlZRs0XoLDezLiWdMaLYyvXEEczeGwNzUBkU47RP4Ehhl1ZE6lrZnuMgm_pToPBwJLRbU8/s400/IMG_20190709_190020.jpg" width="298" /></a></div>
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En fin, para esta historia no es relevante el debate político que se pueda derivar de ese comentario. El asunto es que hoy, 9 de julio, alguien me arrobó en un tuit de Rafael Correa en el que haciendo remembranzas citaba una frase genial de Ángela Merkel con el objetivo de referirse a la mediocridad de su sucesor y ahora su principal enemigo público, el actual presidente de Ecuador, Lenin Moreno. Me causó intriga saber por qué un desprevenido seguidor de Twitter me quería hacer partícipe de una discusión entre Rafael Correa y Lenin Moreno. Cuando abrí el tuit, la frase que yo había escrito el 27 de junio estaba copiada casi al pie de la letra con unas pequeñas modificaciones y entre comillas. En el fondo de mi frase aparecía el rostro sereno y risueño de Ángela Merkel, una mujer a quien por cierto admiro sinceramente.<br />
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhuJOOFpYxIx54cVVl4qouHTld8Slk6SPWjFl4w4ZQaC2uNOkf_fZwbGF0jtUQn5utFcF0d7Nxb5dw9JPEqI1f3zQA2cH0UjbWJAGbvjmXXZ6K5swg0SGoX1UNFt4bGe-kt17vVM1E_u_k/s1600/IMG_20190709_185644.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1182" data-original-width="1600" height="295" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhuJOOFpYxIx54cVVl4qouHTld8Slk6SPWjFl4w4ZQaC2uNOkf_fZwbGF0jtUQn5utFcF0d7Nxb5dw9JPEqI1f3zQA2cH0UjbWJAGbvjmXXZ6K5swg0SGoX1UNFt4bGe-kt17vVM1E_u_k/s400/IMG_20190709_185644.jpg" width="400" /></a></div>
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Pues bien, mi frase ya no era mía, era de Ángela Merkel. Y Rafael Correa hacía eco de esa frase. Estaba aún riéndome de la situación cuando un profesor a quien aprecio mucho tuiteó el mismo meme con una presentación maravillosa en la que resaltaba las cualidades de estadista de la canciller Merkel. Alguien le hizo notar que esa frase la había escrito yo hace unos días y como es natural en él, que es un caballero, me ofreció disculpas y borró el tuit. Entonces, yo retuitié el tuit de Correa e hice mofa de la situación. Escribí como comentario de ese RT: "Un honor para mí que me esté plagiando "Ángela Merkel" y que además me esté dando RT Rafael Correa" seguido de emoticones de risa. Casi al instante, un usuario me reviró con esta frase: "no es plagio, muchas personas en el mundo piensan igual que uno, pero de esos muchos solo algunos tienen el privilegio de darlos a conocer (sic)". Y sí, tenía razón. ¿Pero Ángela Merkel pensando igual que yo? ¿Con las mismas palabras? ¿Por la misma época? Demasiadas coincidencias. Además, el español de Ángela Merkel debe ser tan fluido como mi alemán. En algo era implacable el corresponsal: "algunos tienen el privilegio de darlos a conocer"(sus pensamientos). Aunque no sean de ellos.<br />
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En esta lucha dura de los nadies por hacer respetar los enclenques derechos de autor de los otros nadies, en medios tan precarios como Twitter que es el espacio en donde se publican las opiniones no pedidas de los nadies, algunos empezaron a darle RT a mi tuit original para decir que yo era el creador de esa frase. Los incautos me empezaron a escribir cosas como "Ey, esa frase ya la dijo Ángela Merkel, ¡copión!" "¡Oye! ¿Tú quién te crees? ¿Ángela Merkel?". Pues bien, ahora yo, un pobre mortal, un nadie, soy alguien que se quiere hacer notar a costa del ingenio y la perspicacia de la imponente canciller alemana, que a estas alturas ni siquiera sabe que ha dicho una frase genial para muchos, y que sus palabras ya fueron traducidas al español. De hecho, no creo que se entere jamás. Para algunos, la verdad cruda es que yo me copié una frase de Ángela Merkel y la quise hacer pasar como mía. Plagié una frase que Ángela Merkel nunca dijo.<br />
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Así he pasado parte del día. Debo decir que me siento agradecido porque no tenía muchas cosas para hacer hoy. La verdad, tengo muchas menos ocupaciones que Ángela Merkel que en este momento debe estar diciendo alguna frase trascendental, una de verdad, que a lo mejor va a pasar desapercibida.<br />
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Entre los documentos que me compartieron para mostrarme cuántas vueltas ha dado la bendita frase, un columnista mexicano citó esas palabras en una crítica que le hace al presidente de México, Andrés Manuel López Obrador. Obviamente escribió que la frase era de la canciller alemana, lo que seguro le habrá dado más estatus a su columna. Con este preámbulo habrá descrestado a más de uno: <i>"</i><span style="color: #222222; font-family: "merriweather" , serif; font-size: 16.1px;"><i>Antes de entrar en materia, recobro una cita de la canciller alemana Angela Merkel: “Los presidentes no heredan problemas. Se supone que los conoce de antemano, por eso se hace elegir para gobernar con el propósito de corregir esos problemas, culpar a los predecesores es una salida fácil y mediocre”</i>. </span>Acá está la columna: <a data-saferedirecturl="https://www.google.com/url?q=https://amp.elfinanciero.com.mx/opinion/alejo-sanchez-cano/se-desploma-amlo-en-encuesta?__twitter_impression%3Dtrue&source=gmail&ust=1562787855072000&usg=AFQjCNHXsdV3yo56HAWbTaTworMzK28YoA" href="https://amp.elfinanciero.com.mx/opinion/alejo-sanchez-cano/se-desploma-amlo-en-encuesta?__twitter_impression=true" style="background-color: white; color: #1155cc; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: small;" target="_blank">https://amp.elfinanciero.com.<wbr></wbr>mx/opinion/alejo-sanchez-cano/<wbr></wbr>se-desploma-amlo-en-encuesta?_<wbr></wbr>_twitter_impression=true</a><br />
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Para concluir mi diatriba, a esta hora no sé si sentirme halagado u opacado. Halagado porque parece que escribí una frase digna de Ángela Merkel y hasta Rafael Correa se comió el cuento. Opacado, porque salvo los que notaron que yo escribí esa frase hace dos semanas, muchos difícilmente creerán que es mía. No sé a quién se le habrá ocurrido la maravillosa idea de tomar una frase cualquiera perdida en una red social, cambiarle dos o tres cositas y ponerla entre comillas con la imagen de Ángela Merkel. A mí me mató, pero la frase quedó inmortalizada. Así debe pasar con millones de frases que se le habrán ocurrido a muchas personas y que en realidad no son tan geniales (la frase de esta historia no creo que lo sea), pero que puestas con el rostro de la persona adecuada, con un fondo solemne, se vuelven memorables, solo porque esas personas ya son importantes, famosas, viven en la retina de la gente. Y los nadies no. Los nadies solo tenemos frases de ocasión que se pierden en las redes sociales, en los blogs, en los papelitos que tenemos ahí para escribir a mano las ocurrencias.<br />
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A lo mejor me quede ahí con ese orgullo anónimo y quizás algún día le cuente a algún nieto en confidencia que Ángela Merkel fue una gran canciller alemana, pero que esa frase que aparece con ella en ese libro no es de ella, que en realidad es mía. Quizás ese nieto me mire y se ría y piense que su abuelo ya está loco. Pero si mi nieto se ríe, ya habrá valido la pena haber escrito esa frase, no importa que no me crea. Esa es la vida de los nadies. Nos conformamos con poco y vivimos en las sombras.<br />
<br />Andrés Felipe Giraldo L.http://www.blogger.com/profile/10261167690680040568noreply@blogger.com26tag:blogger.com,1999:blog-5484373609843649448.post-8647467919727048032019-04-15T03:54:00.000-07:002019-04-17T09:15:35.674-07:00La voluntad quebrada<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiitgFDD3wgtXriG2zJW2gIbWMFwzrd__Z14NZ4-OWqVPNKZguByaOK7Sc6la-TtyK-dfuw2tA9vv0YTIy7K7Blf2sZQzoTWYfNyxV6rR1HuAvwEFWi8_NNufRG7-3sy2pj_EGiyIxaBvg/s1600/Rostro.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="788" data-original-width="600" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiitgFDD3wgtXriG2zJW2gIbWMFwzrd__Z14NZ4-OWqVPNKZguByaOK7Sc6la-TtyK-dfuw2tA9vv0YTIy7K7Blf2sZQzoTWYfNyxV6rR1HuAvwEFWi8_NNufRG7-3sy2pj_EGiyIxaBvg/s400/Rostro.jpg" width="303" /></a></div>
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No recuerdo cómo suena la voluntad cuando se rompe, pero creo que a la mía la oí crujir hace un tiempo, mucho tiempo. Esta inercia de la vida que me va llevando sin que yo oponga resistencia o me quiera sobreponer, solo habla de un ser tirado en el asfalto, revolcado en el fango o absorto en el pasto esperando a que los días le pasen por encima hasta su último suspiro, sin saber cuándo va a llegar esa exhalación de libertad.<br />
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Hasta escribir me cuesta, como me cuesta hace tiempo organizar las ideas para echarlas acá relativamente ordenadas para que usted me entienda, para que al menos yo me entienda. He vuelto a los estanques panditos en donde mis pies hacen ondas y chapoteos sin ir a ninguna parte. Ya perdí la cuenta de cuántos textos he escrito solo por escribir, cuánto tedio se me ha escurrido por los dedos en este teclado, cuánta espiral difusa he recorrido escribiendo en párrafos inocuos que no vienen de, ni van para ninguna parte. Es como si a un tubo atascado le tirara piedras para romper el taco pero así solo logro que se atasque más y más, con piedras cada vez más pesadas que se acomodan mejor para no dejar pasar nada, ni siquiera una pizca de ingenio, un resquicio de imaginación o alguna gota de coherencia.<br />
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Lo peor es que ya perdí la vergüenza y vengo acá sin pudor a jugar a las letras de la nada, sin temor de perder y sin ganas de ganar. Soy un éxito fracasando. Siempre pensé que escribir me liberaba, me aclaraba, me exorcizaba, pero acá estoy una vez más bailando con mis demonios al compás de mis falanges pegándole a las teclas. Y mientras bailo al son de la percusión de estas letras sin rumbo, veo a las musas borrachas y a mi inspiración perdida.<br />
<br />
No tengo la menor intención de hacer de esto algún manual para salir de la angustia y el desespero, no, solo estoy acá desesperado y angustiado viendo escritas esas palabras una y otra vez como si se me las estuviera tatuando en el alma, sin contenerme y sin remordimiento. No puedo dejar de leerme sin enredar mis manos en el pelo llevándolas hasta el rostro para que se queden posadas sobre mis ojos por un instante porque no quiero ver más las diatribas acá plasmadas. Pero cada vez que cierro mis ojos me encuentro de frente con lo que llevo dentro, que tampoco me gusta tanto. Entonces abro los ojos de nuevo, me quito las manos de la cara y miro por una ventana para encontrar algo de horizonte. Solo veo precipicios y cumbres, y tengo miedo de caer y pereza de subir, entonces me quedo acá de nuevo, encerrado, otra vez mis manos al pelo, a la cara, sobre los ojos y sobre mi miseria como si apagara y prendiera frenéticamente la luz de un cuarto desordenado, pequeño y húmedo para ver si de pronto en una de esas, cuando vuelva la luz, todo estará organizado de repente, sin que yo haga nada, solo porque prendí la luz o porque se fundió el bombillo.<br />
<br />
Ni siquiera estoy gritando para pedir ayuda, porque no la necesito, no me falta nada, la inercia de la que hablo no me lleva al mundo de las necesidades ni las privaciones. No me lleva a ninguna parte, al menos por ahora. Tampoco quiero encontrar el camino, porque no sé camino para qué ni para dónde, solo quiero un lugar sosegado para contemplar el paisaje, sin estar cerca de los precipicios ni las cumbres, no quiero tener que levantarme ni quiero ser el ave Fénix que renace de las cenizas. Quiero ser cenizas y que me lleve el viento a donde se le dé la gana. En fin, solo quiero recostarme como ave o como cenizas sobre mi pesado cuerpo al vaivén de una mecedora de mimbre que no esté rota con un perro viejo a mis pies que no me pida cariño y que esté tan aburrido como yo, mirando lo mismo, pensando lo mismo, sintiendo lo mismo que yo. Prefiero usar el aire de esos gritos atascados tarareando canciones de las que ya se me olvidó la letra para no pensar porque con el pensamiento vuelven el desespero y la angustia.<br />
<br />
Por fin leí el libro de Viktor Frakl "El hombre en busca de sentido" que tantas veces me dejó mi padre debajo de la almohada cuando me veía deprimido. Lo leí cuando él ya no está y no le puedo preguntar qué quería que yo encontrara. Parece obvio, pero las respuestas que encontré allí fueron como acertijos que ahora no puedo resolver. O no los quiero resolver. En líneas gruesas el mensaje del libro es que el sentido de la vida está en el propósito que le demos a la vida, sin mayores pistas. Por ejemplo, para Frankl el sentido de su vida en el momento más crucial y difícil de su existencia era salir vivo del campo de concentración en el que lo tenían los nazis en condiciones infrahumanas para poder ver de nuevo a su esposa y a sus padres. Eso lo mantuvo vivo. Cuando por fin salió del campo de concentración al cabo de los años, gracias al fin de la guerra y la derrota de los nazis, supo que sus padres y su esposa habían muerto en otros campos de concentración. ¿Entonces? Lo mantuvo vivo una ilusión, no un propósito. ¿Es la ilusión un propósito? No sabemos que nos espera al final de nuestros propios túneles, simplemente los pasamos de un extremo a otro, no sé si por el propósito, la ilusión o por mera curiosidad. En mi caso creo que es lo último. En el caso de Frankl, si bien no encontró a sus familiares jamás, encontró el sentido de la vida bautizando a la ilusión como propósito y haciendo un libro de ello. En cambio yo todo lo que termino, lo poco que termino, lo hago por la curiosidad de saber qué habrá al final, no por voluntad, no por ilusión, no por un propósito. A mi vida la mueve la curiosidad. Quizás satisfacer la curiosidad es para mí el propósito, como lo era para Frankl mantener la ilusión. No sé, lo sabré cuando termine todo esto, por pura curiosidad. Como pueden ver, lo que menos se me da es la claridad.<br />
<br />
Mi voluntad anda rota y no la quiero reparar. No quiero mirarme otra vez al espejo con cara de intención y la mirada triste, porque los ojos dicen la verdad así el rostro nos engañe. No quiero vivir en el reino del hubiera sido que habita en mi imaginación pegado de una voluntad atrofiada en un cúmulo de promesas sin cumplir, de tareas sin hacer, de largas noches de insomnio pensando y de días insoportables en donde ando a rastras para sobrevivir con la voluntad quebrada. No quiero aparentar que esto le va a servir a alguien para algo, ni siquiera me sirve a mí. No quiero decirles que todo estará bien y que mañana será mejor, no lo sé. Yo solo vivo por la curiosidad de saber qué va a pasar mañana. Quizás sea mejor, quizás peor, no lo sé, solo lo sabré mañana si es que ese mañana llega. No quiero ser un modelo a seguir para nadie, ni un referente, ni nada que me implique una responsabilidad con los demás, solo quiero regar mi bilis en esta pantalla para sentirme más liviano, menos ebrio de mis propios fluidos plagados de incertidumbre.<br />
<br />
Parece que tuviera vacío el espíritu pero no es así, lo tengo lleno de dudas. Algunos llenan su espíritu con algún dios y dios para mí sigue siendo una duda. Ahora que mi hijo Felipe, el pequeño Felipe tiene tres años, y sus preguntas son un hilo interminable de porqués, he comprendido que dios, ese que es el camino, la verdad y la vida o el mío, que es una incógnita eterna, o todos los demás que son lo que cada uno percibe de ellos, surgieron de las preguntas de un niño que en algún momento, después de tantos porqué, se quedaron sin respuesta.<br />
<br />
Perdón por venir otra vez ante sus ojos sin nada novedoso que darles, yo solo he venido a mostrarles la fractura abierta que dejó mi voluntad cuando se rompió, a decirles que no sé si es que no me duele o que estoy anestesiado y que me da miedo despertar con dolor, que sigo escribiendo solo por escribir pero que me estoy cansando de no escribir nada porque hasta la pereza cansa. He pasado por acá a presentarles mi cinismo rendido vacío de voluntad. Porque el cinismo es el refugio en el que nos escondemos quienes agotamos las excusas y a pesar de todo tenemos que lidiar con ello porque seguiremos viviendo, por pura curiosidad. Perdón si los he cansado, no era mi intención. No tengo ninguna intención, solo tengo la voluntad quebrada, muchas preguntas y muy pocas respuestas.<br />
<br />Andrés Felipe Giraldo L.http://www.blogger.com/profile/10261167690680040568noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-5484373609843649448.post-79233214369089061562019-02-27T03:13:00.002-08:002019-02-28T00:24:31.430-08:00Maldita sea, voy a escribir.<br />
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgu3vuwukRjhmwa5Yv4a48LOwL-VA_YR8x2CgzPy0GZM-n7uq9Fjjh2tcStSt2jukJdiJB6VmzP5J0De4pY90QKFbjR74NDS_9NgXVQYBZFxk9JTCMNGZ75dT36ZtOLupBZDqRT55Uaes4/s1600/_lametamorfosis_20b3ec22.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1544" data-original-width="990" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgu3vuwukRjhmwa5Yv4a48LOwL-VA_YR8x2CgzPy0GZM-n7uq9Fjjh2tcStSt2jukJdiJB6VmzP5J0De4pY90QKFbjR74NDS_9NgXVQYBZFxk9JTCMNGZ75dT36ZtOLupBZDqRT55Uaes4/s320/_lametamorfosis_20b3ec22.jpg" width="205" /></a></div>
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<br />
Creo que ya me resigné a tener un cuerpo fofo. Además, con la vana esperanza de que con un poco de cuidado quizás no deje tan rápido mi alma a la deriva de la nada. Pero he idealizado tanto lo que jamás haré con mi cuerpo, cuidarlo lo suficiente, que me he detenido a pensar en lo único que ejercito con alguna disciplina para mantenerme vivo: Mi mente. Y especialmente, mi imaginación. Entonces, entre el remordimiento que me genera mi cuerpo y la pequeña ilusión que permanece en mi alma, no puedo evitar el símil del gimnasio como si, para contrarrestar ese remordimiento maldito, pudiese trasladar ese lugar que jamás pisaré en la realidad hacia el reino de mi imaginación para sacarle músculo a mi mente. Empecé mal. Esta redacción está enredada y el símil, aunque claro para mí, está redactado como una mierda. En fin. Hoy me niego a borrar. Sigo.<br />
<br />
Llegué hace poco menos de un mes a Alemania. Ya habíamos estado antes, durante casi un año, con mi esposa y mi hijo menor. Regresamos a nuestro país, Colombia, durante cinco meses, desde agosto de 2018 hasta este enero que pasó. El tiempo allá pasó veloz. Pensé que eran muchos días con sus noches, al menos los suficientes para sentir que iba a cumplir con los pendientes. Pero solo fue un parpadeo y ya estaba en el recorrido de once horas sobre el Atlántico entre Bogotá y Frankfurt. La pluma la abandoné hace un tiempo. Entre la despedida de Colombia y volver a aterrizar en Alemania, ando divagando entre letras y palabras que no soy capaz de plasmar. Más que divagando, vagando.<br />
<br />
A pesar de mí, debo retomar el ejercicio con la pluma, conectarla con la creatividad, hundirla en la tinta hasta que la punta se rebose y ponerla en el papel así solo deje un manchón incomprensible como el que me está quedando ahora. Este es solo un llamado desesperado a las musas de la inspiración, el calentamiento de mis nudillos entumecidos, la invocación a los espíritus de las letras... qué se yo, es mi alma desorientada puesta frente a esta pantalla tratando de unir ideas que parezcan coherentes y que se note que al menos quiero escribir, que, como para ir al gimnasio en la madrugada, estoy dando la lucha contra las cobijas que me amarran a la cama del tedio, que parezca que quiero rescatar un vestigio de responsabilidad, sentir la necesidad de levantarme para no morir en la apatía, como si no me hubiera resignado aún a tener el tejido adiposo adherido en los pensamientos. Así estoy, buscando ese sutil aliciente, ese impulso que me lleve a la búsqueda de mi voluntad, tan esquiva en estos últimos apenas cuarenta y cuatro años de existencia.<br />
<br />
Solo estoy escribiendo por escribir, como pueden ver, si llegaron hasta acá. Lo he hecho muchas veces antes, algunas veces para desahogarme sorbiéndome los mocos de algún llanto, otras con la mirada perdida entre la pantalla y el teclado buscando la cadencia y el ritmo de los párrafos, como un autómata, como ahora.<br />
<br />
Estoy rebuscando mi ánimo entre las promesas que hice antes, pero creo que ya las incumplí todas. Entonces, no me queda más que pescar entre los deseos, que si no se cumplen, no queda más que frustración sin remordimientos. Quiero terminar lo que ya he empezado, al ritmo que me den los dedos, perseverar aunque sea de a pocos, seguir escribiendo ese diario inconcluso, los libros de los que dejé páginas regadas sin armar y este escrito que me está pesando más de lo que quisiera.<br />
<br />
Acá voy de nuevo, caminando en la penumbra, viendo como el vaho de mi aliento me muestra el sendero borroso mientras respiro, jugando con las palabras en mi cabeza para ver qué sale. Acá estoy, intentando como el viejo jugador al que le cayó de suerte un balón en los pies. Solo vamos a patear a para ver qué pasa. Voy a escribir. Así solo sean estas pendejadas que no dicen nada. Maldita sea, voy a escribir. Vamos a ver qué sale.<br />
<br />
<br />
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<br />Andrés Felipe Giraldo L.http://www.blogger.com/profile/10261167690680040568noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5484373609843649448.post-7425337455529493392018-11-19T18:22:00.000-08:002018-12-04T11:12:52.369-08:00El filósofo y la diosa<div>
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<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiQoI64OsjfABPFd4VrEZRuatH0sRK6aUtcVfExdonysX4qqfGW0GohWSLuTNnSjVEnzLFEKbXjIfKaep7450jmXWbDlqVFvBPn9E1e-Kx3XycbvM0f-4eEUV54Da_dI3y8tiUXYjD4DEo/s1600/IMG-20181118-WA0013.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1280" data-original-width="960" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiQoI64OsjfABPFd4VrEZRuatH0sRK6aUtcVfExdonysX4qqfGW0GohWSLuTNnSjVEnzLFEKbXjIfKaep7450jmXWbDlqVFvBPn9E1e-Kx3XycbvM0f-4eEUV54Da_dI3y8tiUXYjD4DEo/s640/IMG-20181118-WA0013.jpg" width="480" /></a></div>
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<br /></div>
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Mi hermana me pidió que oficiara la ceremonia de matrimonio de su hija (mi sobrina) Juliana con su prometido Carlos. Carlos también es mi amigo y trabajamos juntos en un medio virtual alternativo. Fue una ceremonia pagana, sin religión ni representantes de cualquier dios. Yo debería hablar de su amor de una manera original. Él, filósofo de la Javeriana recién egresado, buscando el camino de su vida. Ella, profesional en gastronomía de la Sábana, la consentida de su casa, la luz de los ojos de su papá y la mejor amiga y socia de su mamá. El reto no era fácil. Pero puse todo mi empeño. Este cuento mitológico surgió una semana antes de la boda y lo escribí en un solo impulso, inspirado por las musas que protegían a Hera. Algunos me pidieron publicar la historia con el fin de que quienes no estuvieron presentes en la ceremonia entendieran de qué se trataba. Acá está para todos ustedes este cuento escrito con el corazón y con todo mi agradecimiento para mi hermana por haber confiado en mí en esta mitológica misión. Esta es la historia:</div>
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<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES" style="font-size: 14pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;"><b>Año
440 A.C.</b><o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES" style="font-size: 14pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;"><br /></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES" style="font-size: 14pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;">Sócrates
era tan solo un mortal. Treinta años, ningún atractivo físico especial, ni muy
guapo, ni muy feo. No veía muy bien de lejos. Tampoco de cerca. Hera, con h,
era la diosa de la familia y reina de todas las diosas. Nada haría suponer que
un simple humano destinado a morir por la mano de sus semejantes pudiese conquistar
a una deidad inalcanzable hasta para los propios habitantes del Olimpo. Solo Zeus
la pudo tener, más por su poder supremo indestronable que por amor. Como en los
reinos humanos, las divinidades también juntaban sus existencias más por
conveniencia y estrategia que por afecto.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES" style="font-size: 14pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;"><br /></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES" style="font-size: 14pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;">Sócrates
era un escéptico vital, la duda era su sustento ético y preguntar su forma de
hablar. Para él, la verdad no era más que el descubrimiento interior, las
respuestas del alma en la intimidad, el reflejo de los miedos que conviven con
los anhelos en esa habitación misteriosa que llaman espíritu.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES" style="font-size: 14pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;"><br /></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES" style="font-size: 14pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;">Sócrates
atraía a los jóvenes como el imán a las puntillas sueltas. Su locuacidad y
vehemencia para encontrar las respuestas más recónditas en el corazón de las
personas a través de preguntas tan punzantes como certeras, lo llevaron a ser
un personaje reconocido en esa Atenas tan llena de egos, de dioses disfrazados
de humanos, de humanos que se creían dioses. Ningún filósofo de la época
igualaba su capacidad para confrontar a la persona con su propio reflejo.
Ningún ciudadano se atrevía a cuestionar tanto lo incuestionable. Sócrates
partió la historia de la filosofía griega en dos, golpeando el pensamiento con
preguntas tan necesarias como imprudentes para una época en la que cuestionar
era lo mismo que desafiar.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES" style="font-size: 14pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;"><br /></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES" style="font-size: 14pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;">Hera,
aturdida de curiosidad por los rumores que llegaban a sus oídos de parte de sus
musas sobre este pintoresco personaje que sacaba de quicio hasta los más
plantados, decidió espiar disfrazada de mortal al filósofo mientras disertaba
en los escenarios públicos en donde su talento contrastaba con el malestar de
los gendarmes de Atenas. <o:p></o:p></span></span><br />
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES" style="font-size: 14pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;">Hera
en su forma humana seguía a Sócrates desde la distancia, sin participar
demasiado en los debates de una sociedad tan patriarcal como lo era Atenas en
su esplendor. Escuchaba en silencio y con mucha atención cómo el gran filósofo
interpelaba a sus dialogantes con inquietudes que lograban que huyeran o que
sacaran la bilis de la verdad desde lo más profundo de sus hígados plagados de
dogmas y doctrinas que estarían a punto de vomitar.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES" style="font-size: 14pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;"><br /></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES" style="font-size: 14pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;">Hera
se fue interesando más de lo que una diosa debiera en Sócrates. Sócrates, por
su parte, se preguntaba por qué esa aparición furtiva de una bella mujer mal escondida
tras las columnas de los escenarios, que le miraba embelesada, como si él fuera
más apuesto que interesante. El filósofo hablaba sin perder la concentración y
dirigía su mirada medio extraviada hacia la silueta de Hera humanizada, encantado.
Él le gustaba a una mujer bella. Y esa mujer era Hera. Sócrates no lo sabría.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES" style="font-size: 14pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;"><br /></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES" style="font-size: 14pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;">Con
el paso de los días, el cruce de miradas entre Sócrates y la figura de mujer de
Hera se fueron incrementando. A las miradas se sumaron las sonrisas. Hera ya no
se escondió más. Poco a poco se fue acercando sin pudor a los debates del
filósofo. Así como Sócrates importunaba a los caballeros atenienses con sus
preguntas, Hera lo hacía con su presencia.</span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES" style="font-size: 14pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;">
<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES" style="font-size: 14pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;">Algunos
mortales indignados ante la impertinencia de Sócrates y el descaro de Hera
hecha mujer, subieron hasta el monte del Olimpo para quejarse ante Zeus del
atrevimiento de ese filósofo incómodo y su fanática espontánea de quien nadie
sospechaba que era la mismísima diosa. A los ojos de los humanos, ella era solo
una mujer, es decir, mucho menos que un ciudadano. Impensable que fuera la
reina de las diosas. Zeus escuchó a sus súbditos con desdén y respondió con truenos
que no le importunaran con un asunto tan baladí como mundano, tan
insignificante para el dios de dioses. Sin embargo, esperó hasta la noche para
contarle a Hera lo que se rumoraba entre los pobres mortales sobre el romance
de un filósofo impertinente y una mujer altanera.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES" style="font-size: 14pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;"><br /></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES" style="font-size: 14pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;">Hera
escuchó a Zeus y sudó frío. Intentó hacer su mejor esfuerzo para disimular el
verse descubierta sin que Zeus tuviera la menor sospecha. Hera respondió con
rapidez que un dios del Olimpo no debería entrar en discusiones sobre las
debilidades de los humanos, tan simples y aburridas que no merecían la atención
de los amos del Universo. Hera intentó hablar con aplomo, pero sus palabras
temblaron como malabarista principiante en sus cuerdas vocales. Zeus sintió un
soplo de desconfianza y entonces quiso saber quiénes eran ese filósofo y esa
mujer.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES" style="font-size: 14pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;"><br /></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES" style="font-size: 14pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;">Hera,
prevenida por su propio temor, se alejó de Sócrates y de su figura humana por
muchos años, cuarenta, para ser exactos, una eternidad para los humanos, un
suspiro para los dioses.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES" style="font-size: 14pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;"><br /></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES" style="font-size: 14pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;">Sócrates
languideció de amor ante la ausencia de Hera hecha mujer y decidió casarse con
Xantipa, más para llenar el vacío de la soledad que el calor del corazón.
Xantipa era una mortal insoportable, que le hacía añorar todo lo que pudo ser
con esa mujer que le admiraba entre las multitudes y que un día cualquiera no
volvió más.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES" style="font-size: 14pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;"><br /></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES" style="font-size: 14pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;">Zeus
desde el cielo vio a Sócrates desafiar al sistema y le divertía. Pero nunca vio
a esa mujer misteriosa al asedio y pronto perdió el interés en el filósofo,
cada vez más viejo, cada vez más incómodo para las élites de una Atenas
reaccionaria y conservadora. El dios de dioses no se volvió a interesar en este
mortal hasta que un día vio a Hera mirando desde una nube hacia el Ágora
mientras se le desprendían un par de lágrimas de las mejillas. Zeus con
disimulo persiguió el recorrido de la mirada de Hera que terminaba en un
diminuto anciano hablando a un grupo de personas reunidas a su alrededor con
total interés. Era Sócrates, impresionando a los jóvenes que le hacían ronda
para ver cómo destrozaba a los soberbios y a los presuntuosos ciudadanos de
Atenas mientras respondían las preguntas que el filósofo les hacía, hasta que
escupían esa verdad atascada en el ego de mala gana y contra su voluntad.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES" style="font-size: 14pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;"><br /></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES" style="font-size: 14pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;">Zeus
comprendió que su esposa, Hera, se había enamorado de un mortal. Ató los cabos,
recordó la voz temblorosa de aquella vez lejana y estalló en impulso frenético
de rabia contra Hera, contra Sócrates, contra todos los mortales y vociferó
como macho enardecido que haría lo que debiera para recuperar su honor de dios
herido, de dios engañado, de dios humillado. El planeta entero habría de sufrir
la ira santa del dios abatido por la infiel que jamás fue, más allá del
sentimiento que es más arrasador y perpetuo que la misma carne.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES" style="font-size: 14pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;"><br /></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES" style="font-size: 14pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;">Hera
temerosa le confesó todo. Que era ella esa mujer misteriosa. Y sí, que ella
amaba a Sócrates. De rodillas le pidió a Zeus un último deseo: Que se
deshiciera de ella y que matara a Sócrates si era su decisión, pero que dejara
vivir al resto de la humanidad, que, al fin y al cabo, habían intentado
alertarlo de la extraña relación entre un filósofo imprudente y una mujer altiva
hacía cuarenta años humanos en el monte del Olimpo. Así pues, Hera logró
indulgencia para el resto de la humanidad. Zeus respondió mientras apretaba los
dientes y destellaba rayos por sus ojos que sería la misma Hera la encargada de
asesinar a Sócrates. Ese era su castigo. Esa era su perdición.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES" style="font-size: 14pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;"><br /></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES" style="font-size: 14pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;">Hera
aceptó y dijo a Zeus que para lograr su cometido debería retornar a su forma
humana, hacerse vieja como si hubiera vivido entre mortales para llegar a
Sócrates en la forma de esa mujer que tanto había extrañado durante todos esos
años. Esa era la mejor forma de acercarse a él para matarle. Zeus aceptó.
Igual, en ese preciso instante del encuentro, morirían los dos: Sócrates a
manos de Hera hecha mujer. Hera por mano de Zeus, que habría de condenarla a su
relámpago aniquilador.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES" style="font-size: 14pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;"><br /></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES" style="font-size: 14pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;">Zeus
partió con rumbo desconocido dando un portazo tal que hizo que la tierra
temblara. El Ágora perdió parte del techo y algunas de sus columnas. Atenas se
estremeció. El monte del Olimpo se llenó de nubarrones negros.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES" style="font-size: 14pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;"><br /></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES" style="font-size: 14pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;">Hera
reunió a sus musas y entre lágrimas les contó su maldito destino. Carimatia, la
musa más querida de Hera, quien mostraba una devoción especial por la diosa, le
dijo al oído: “No os preocupéis, el plan de tu felicidad ya está en marcha. Escuchamos
los gritos de Zeus y vuestros ruegos de angustia. La felicidad os espera.
Sócrates también”.</span></span><br />
<span lang="ES" style="font-size: 14pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;"><o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES" style="font-size: 14pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;"><br /></span></span>
<span lang="ES" style="font-size: 14pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;">Mientras
Zeus vociferaba desquiciado, las musas asumieron en el acto formas humanas
suplantando a los grandes dignatarios civiles y militares de Atenas a quienes
encerraron en las catacumbas oficiales en un operativo maravilloso de arrojo,
valentía y precisión. Aprovecharon con total astucia el tiempo lento de los
dioses para actuar con el frenesí del tiempo de los humanos. Reunieron a todo
el pueblo de Atenas en el Ágora. Dijeron a los presentes que si querían salvar
a la ciudad y a la humanidad del poder destructor de Zeus deberían juzgar a
Sócrates con prontitud y condenarle a muerte sin dilaciones. Les dijeron que no
preguntaran demasiado, que solo hicieran lo que se les decía. A Sócrates le
separaron de la multitud y le confesaron la tramoya, le hablaron del amor de
Hera por él, de su forma humana por él percibida cuarenta años atrás y le
pidieron seguir al pie de la letra el libreto que habría de recitar en ese
juicio tan falaz como efectivo.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES" style="font-size: 14pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;"><br /></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES" style="font-size: 14pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;">Musas
disfrazadas de magistrados cautivos en las catacumbas asumieron el engaño del
juicio con tal maestría y precisión, que no dejaron el menor espacio a la
sospecha ni a la suspicacia entre todos los presentes. Sócrates fue condenado a
muerte sin mayor resistencia, ni siquiera de él, por supuesto, sabedor de su
buena suerte, que aprovechó con maestría para recitar sus mejores enseñanzas,
el balance de décadas de confrontación íntima con las más intrincadas esferas
del poder terrenal de esa Atenas imperial.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES" style="font-size: 14pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;"><br /></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES" style="font-size: 14pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;">Sócrates
tomó ese bebedizo mortal similar a la cicuta que no era más que mezcla de
flores de pétalos blancos inofensivas, preparado por la propia Carimatia como
garante de toda la función. Sócrates fingió su muerte como el mejor de los
actores y hasta convulsionó en un acto final propio de una tragedia de Sófocles.
Unas plañideras contratadas le lloraron sin pudor. Xantipa expiró sin ganas y
dejó caer una lágrima de cortesía sin mayor sentimiento ni dolor.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES" style="font-size: 14pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;"><br /></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES" style="font-size: 14pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;">Hera
se hizo mujer para ir a matar a un muerto, haciéndose la desentendida,
cumpliendo con obediencia la orden de Zeus, pero con la certeza de que los
pálpitos del corazón de Sócrates ahora eran para ella.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES" style="font-size: 14pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;"><br /></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES" style="font-size: 14pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;">Las
musas escondieron a Sócrates en el laberinto del Minotauro a quien habían
convencido a punta de mimos y seducción hasta que lo dejaron extenuado,
dormido, al menos por los siguientes diez años de los humanos. Hasta allí
llevaron a la figura femenina de Hera envejecida siguiendo el hilo de Ariadna
mientras el monstruo dormía. Zeus le perdió el rastro a Hera en el laberinto y
estalló con furia salvaje dejando caer un diluvio colosal sobre Atenas y
resollando con truenos y relámpagos hasta que los demás dioses debieron
intervenir para evitar el ataque de locura que se iba a desatar. Poseidon
encausó las aguas embravecidas de la lluvia hacia sus dominios en el mar y Baco
le emborrachó hasta que perdió el sentido.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES" style="font-size: 14pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;"><br /></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES" style="font-size: 14pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;">Sócrates
se fundió en un abrazo con Hera hecha mujer. Sin embargo, le era imposible
sentir a la diosa, tan sublime e inalcanzable para él. Sócrates no podía ser
dios. Hera no podía ser eternamente humana porque era eternamente diosa.
Decidieron entonces ser espíritu y desprenderse de su humanidad y de su deidad
respectivamente. Se juraron amor eterno y al mismo tiempo se desprendían de los
contornos de su piel y su divinidad mientras se aferraban al Cosmos hechos
alma, sentimiento etéreo, el espectro de sus más profundas pasiones hechas
esencia sin materia, vagando en el espacio hasta que dos cuerpos predestinados
en los tiempos dieran recipiente de carne y hueso a su amor.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES" style="font-size: 14pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;"><br /></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES" style="font-size: 14pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;"><b>Año
2018 D.C.</b><o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES" style="font-size: 14pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;"><b><br /></b></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES" style="font-size: 14pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;">Pues
bien, acá están Sócrates hecho Carlos y Hera que encarnó en Juliana. Ella
renunció a su divinidad y a su eternidad para ser tan humana como su filósofo
amado después de 24 siglos. Ese fue el tiempo que divagaron en el Universo
siendo espíritu, amándose sin poderse tocar. Y acá están, en cada uno de
ustedes, la reencarnación de todas las musas que fueron cómplices de esta
historia de amor celebrando la unión del filósofo y su diosa. Y yo, bueno, yo
soy el retorno de Platón, que escribió la muerte de Sócrates en su apología
solo para despistar a Zeus, quien siempre dio a Sócrates por muerto y, cansado
de esperar, dejó de buscar a Hera derrotado hasta que los nuevos imperios y culturas
lo enviaron al desván de la mitología griega.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES" style="font-size: 14pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;"><br /></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES" style="font-size: 14pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;">Juliana
y Carlos ¿Recuerdan esa vez que salieron a que la lluvia los mojara cuando aún
no sabían que serían el uno para el otro? Les digo que era el mensaje de Zeus
rendido a su amor, firmando la paz y dándoles su bendición. Por eso les mojó de
amor, aunque en ese momento no lo supieran. La magia vino después, cuando sus
espíritus se reconocieron en alguna mirada que se pudieron sostener hasta
llegar a ese beso mágico que consagró su encuentro terrenal.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES" style="font-size: 14pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;"><br /></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES" style="font-size: 14pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;">¡Brindemos
por los novios! ¡Brindemos por Sócrates y Hera! ¡Brindemos por el filósofo y la
diosa! ¡Brindemos por Carlos y Juliana! ¡Brindemos por Zeus y su lluvia de
amor! Que esta noche nos moje a todos con su magia.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<b><span lang="ES" style="font-size: 14pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;"><br /></span></span></b></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<b><span lang="ES" style="font-size: 14pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;"><br /></span></span></b></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<b><span lang="ES" style="font-size: 14pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;">Andrés Felipe Giraldo López<o:p></o:p></span></span></b></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<span lang="ES" style="font-size: 14pt; line-height: 107%;"><span style="font-family: "times" , "times new roman" , serif;">Bogotá, 17 de noviembre de 2018</span><span style="font-family: "arial" , sans-serif;"><o:p></o:p></span></span></div>
</div>
Andrés Felipe Giraldo L.http://www.blogger.com/profile/10261167690680040568noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-5484373609843649448.post-53799634853579904502018-08-23T02:51:00.004-07:002020-02-20T08:43:20.512-08:00La conversación que nunca tuve con mi padre<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjaE25F9jWkJvZP0lFFScTBr1kYdxMqvnjNsczSuqkHiykhMPLCNFUyhyphenhyphenw3anYVmDQbA0QfQFjaY4a_IzOuOYsuILZA-zNIxqtBVz0b7nmpxooj6TZCg6edApcdGnl8tz2AkBK-FMqQIVE/s1600/Familia.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="640" data-original-width="640" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjaE25F9jWkJvZP0lFFScTBr1kYdxMqvnjNsczSuqkHiykhMPLCNFUyhyphenhyphenw3anYVmDQbA0QfQFjaY4a_IzOuOYsuILZA-zNIxqtBVz0b7nmpxooj6TZCg6edApcdGnl8tz2AkBK-FMqQIVE/s640/Familia.jpg" width="640" /></a></div>
<br />
Hace cuatro años murió mi papá. Ese día lo recuerdo a retazos. Recuerdo cuando Patricia tocó a la puerta de mi casa a las 5:40 de la madrugada para darme la noticia. Ella no me dijo nada. Solo me miró y se le encharcaron los ojos. Ya sabía qué me iba a decir. Solo la abracé y le di las gracias por avisarme. Mi papá ya estaba muy enfermo. Yo vivía al lado de la casa de mis padres, en una finca en las afueras de Bogotá con mi esposa, Angelita, y mi hijo mayor, Nicolás.<br />
<br />
Recuerdo cuando entré la casa y vi a mi mamá parada en la puerta de la cocina con una agüita de algo en la mano. Me dijo que ella creía que mi papá estaba dormido y que todavía no despertaba. Recuerdo a mi hermano, Luis, con un suspiro largo y un par de lágrimas bajándole por las mejillas, y recuerdo a mis tíos, Néstor y Cristina, reconfortando a mi mamá con caricias mudas.<br />
<br />
Recuerdo que entré a la habitación de mi papá sin prisa, muy lento. Recuerdo que mi padre estaba en la posición en la que siempre dormía, de medio lado, pero ya había descolgado el brazo que sostenía la mano sobre la que siempre recostaba su cara. Esa era la señal inequívoca de que su alma ya había abandonado su cuerpo.<br />
<br />
Recuerdo que le tomé esa mano y le acaricié la cara. Le pedí a mi hermano que me ayudara a ponerlo boca arriba, para que el <i>rigor mortis</i> no hiciera más difícil acomodar su cuerpo cuando lo fueran a mover.<br />
<br />
Recuerdo que empezaron a llegar mis hermanos. Recuerdo que mi hermana, Mónica, llamó a la casa de mis padres y yo le contesté. Me preguntó que cómo se veía mi papá y yo le dije lo mismo que pensaba mi mamá, que parecía dormido, simplemente dormido. Pero yo ya había sentido su piel fría y ya había visto su brazo desgonzado.<br />
<br />
Mi papá murió un sábado en la madrugada mientras dormía. El miércoles por la tarde se puso mal. Todas las mañanas, antes de salir para mi trabajo, yo paraba en la casa de mis padres a tomarme un café con ellos, que mi madre me preparaba sin falta. El jueves, mi papá estaba débil, pero estaba todavía lúcido. Lo último que me dijo antes de que yo saliera fue "llegue temprano y hablamos larguito". Ese día me fui temprano del trabajo, me avisaron que se había puesto peor y cuando llegué a verlo, ya no habló más. Estaba consciente y despierto, pero muy débil para hablar larguito. Estaba muy débil para hablar, hasta la mirada le pesaba.<br />
<br />
Esa noche, cuando iba de salida para mi casa a descansar, le di un abrazo. Aún estaba despierto y nos miramos por última vez. Él se despidió con esa mirada que revolvía nostalgia, melancolía, alegría por todo lo vivido y tristeza por lo inevitable. Me miró con la certeza de que para mí sería su última mirada. Yo le repasé la cara, las arrugas, los lunares en sus manos y no pude detener una lágrima que cayó sobre su regazo. Él asintió con la cabeza y miró al piso. Yo sabía que ya era hora de irme. Él sabía que yo lo amaba.<br />
<br />
Al día siguiente, el viernes, salí a trabajar y él aún dormía. Había pasado mala noche. Mi hermana Mónica, que estaba con él, me mantenía al tanto de su día. En la tarde lo llevaron a la clínica. Estaba muy mal. Los médicos le daban pocas esperanzas. Él solo les dijo, a mi hermana y a los médicos, que se quería morir en su hogar, rodeado de su gente, que no le hicieran nada más. Cuando llegué a la casa, lo estaban transportando en ambulancia desde la clínica. Pocos minutos después de que llegué, llegó él con Mónica y dos de mis sobrinos, Juanita y Sebastián, que lo acompañaron todo el día. Lo entraron al cuarto en la camilla. Con Luis y un enfermero lo acomodamos en la cama. Estaba dormido por los sedantes, con la respiración pesada, en un sueño profundo. Así se quedó, hasta que los latidos se le fueron esa madrugada, en tanta paz, que mi mamá a su lado creyó simplemente que la respiración le había mejorado porque no hizo más ruido. Se fue.<br />
<br />
El sábado en la mañana, mientras mis otros hermanos y algunos familiares se reunían en la sala a acompañar a mi mamá, el cuerpo de mi padre se quedó solo por un momento. Yo me senté a su lado y le empecé a hablar larguito. Inicié esa conversación que nunca tuvimos, a la que nunca llegué, porque el ocaso de ese jueves ya fue muy tarde. Me prometí no prometerle nada, porque siempre incumplí mis promesas. Él ya estaba acostumbrado. Sabía que yo vivía para donde me llevara el viento y él era quién sostenía la cometa de mis días errantes. Le agradecí por haberme dado la vida y por la vida que me dio, tan libre como pudo, alejado de los dogmas, recalcándome siempre que más importante que las creencias era el criterio, que nos permitía creer con fundamento lo que percibíamos como correcto. Le agradecí por ser mi soporte, por los libros de Victor Frankl que dejó debajo de mi almohada para que yo capoteara mis depresiones, por las conversaciones profundas y distendidas en su tiempo de pensión y mi tiempo de desempleo, sobre sus ideas y mis sentimientos, las ideas que yo no le comprendía, los sentimientos que él no me entendía. Pero nos hacíamos compañía. Solo le di gracias a mi papá, no le pedí nada, no lo quería angustiar más. Yo solo quería que descansara por fin. Recosté mi cabeza en su pecho sin látidos, sin respiración. Tomé fuerte sus manos y acaricié una vez más los surcos de sus arrugas, le consentí su pelo cano, le di un par de palmaditas en su mejilla y me despedí para siempre de su cuerpo, que ya no vi más, porque al rato llegaron de la funeraria para llevarse el cuerpo.<br />
<br />
De ese día no recuerdo mucho más. Recuerdo que en la tarde, bien tarde, su cuerpo ya estaba en la sala de velación. Recuerdo que fueron muchas personas a darle el último adiós, muchos de mis amigos me acompañaron. Recuerdo sus rostros, sus palabras de aliento, sus abrazos, su inmenso cariño. Recuerdo que vi a muchas personas que no recordaba, pero que conocían a mi padre. Recuerdo sus palabras cargadas de cariño, de lindas vivencias, de mejores anécdotas, porque mi papá era una fábrica de anécdotas. Recuerdo mi mirada clavada en el piso, que solo subía para corresponder las miradas y volvía al piso. Entre rostro y rostro, siempre el piso. Buscaba en mi memoria la sonrisa de mi padre, sus carcajadas sonoras, sus chistes malos, su última mirada, su intención última para que habláramos larguito y la intriga con la que me quedé para siempre, porque nunca lo pude escuchar de nuevo. No supe qué me quería decir.<br />
<br />
El domingo lo cremamos. Él no quería que lo enterraran, prefería que sus cenizas se usaran como abono para unos sauces llorones a la vera de un río. En la misa dije algunas palabras. Me sorprendió ver la iglesia llena, me emocionó mucho sentir el afecto que tantas personas le daban a mi padre y lo tristes que estaban de que se hubiera muerto, me conmovió ver personas que no veía hace mucho tiempo allí, acompañándonos, reconfortándonos en la tristeza, demostrándonos que en los momentos tristes los verdaderos sentimientos relucen no importa cuánto tiempo hubiese pasado en el anaquel de la ausencia.<br />
<br />
En el cementerio, cuando metimos a nuestro padre al horno crematorio, los seis hermanos y las dos hermanas, toda su tribu, nos abrazamos con mi madre y espontáneamente empezamos a cantar la canción que siempre cantábamos con mi papá en los paseos:<br />
<br />
"Vivo en un pueblo tan poco importante,<br />
que nunca para el treeeeeen, que nunca para el tren.<br />
Nadie se sube, nadie se baja, nadie ha viajado en éeeel,<br />
nadie ha viajado en él..."<br />
<br />
La portezuela del horno crematorio fue subiendo y el ataúd con el cuerpo de mi padre se fue desapareciendo mientras nosotros entonábamos la canción que surgió sin más, sin haberlo preparado, sin pensarlo, como el homenaje más lindo a quien siempre supo mantener su familia unida a pesar de las adversidades, a pesar de ser tantos y tan diferentes. Al final, estábamos todos, sus ocho hijos y mi mamá, fundidos en un solo abrazo. El viejo se nos había ido y allí estábamos nosotros, su legado vivo y diverso, sosteniendo al otro pilar de nuestra existencia en su infinita tristeza, nuestra mamá.<br />
<br />
Mi papá hubiera cumplido 85 años el 15 de septiembre de 2014 y habría cumplido 60 años de matrimonio con mi mamá el 24 de septiembre. Le faltó un mes de vida para redondear los números de su existencia, que quedaron ahí en suspenso, como la charla que nunca tuvimos.<br />
<br />
Hoy me cuesta recordar ese momento tan vivido, me tiemblan los dedos acá escribiendo y debo limpiarme los ojos cada tres renglones porque las lágrimas me están nublando la pantalla. Nunca había repasado esos instantes. Pero me debía ese recorrido por los últimos momentos que compartí con mi papá cuando ya estaba abandonando los linderos de su piel para entregarse a la eternidad.<br />
<br />
Todavía me quedo noches enteras pensando qué me quiso decir mi papá cuando me pidió que habláramos larguito ese jueves en la mañana. A veces creo que todo me lo dijo con su mirada de despedida. Solo quería decirme que también me amaba. Eso es lo que siempre me imagino. Eso es lo que siempre me ilusiona mientras lo evoco y reviso sus incontables enseñanzas, su magnífico legado.<br />
<br />
Ya nos veremos de nuevo viejo querido en esa dimensión en la que ni tú ni yo creemos. Nos veremos en la nada, de donde vinimos, para donde vamos, la eternidad interrumpida solo por ese destello fugaz llamado vida. Una vez más gracias por darme la vida. Gracias por la vida que me diste. Te amo mi viejo. Le rindo tributo a tu memoria en el cuarto año de tu partida con lo único que sé hacer, con lo único que quiero hacer, escribir.<br />
<br />Andrés Felipe Giraldo L.http://www.blogger.com/profile/10261167690680040568noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-5484373609843649448.post-14652874821569515872018-08-11T04:18:00.001-07:002018-08-11T07:04:30.699-07:00Lo que nunca termino<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh-XcGXp2buuPDApmkfQ9gf23Yai91vj6IFN7QAzKt05WcA0lFsIFipebL3xkg1wiGtcBaKvPGO5cJQdT-pqHE3a1VLu4SSzuS2YeZd8wj2ZrCddeDczvLg6ACnXxJygGtZ25TeP_8u5k8/s1600/26060203_10154850948176652_7441845363446863548_o.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1200" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh-XcGXp2buuPDApmkfQ9gf23Yai91vj6IFN7QAzKt05WcA0lFsIFipebL3xkg1wiGtcBaKvPGO5cJQdT-pqHE3a1VLu4SSzuS2YeZd8wj2ZrCddeDczvLg6ACnXxJygGtZ25TeP_8u5k8/s640/26060203_10154850948176652_7441845363446863548_o.jpg" width="480" /></a></div>
<br />
Mi vida es una secuencia de tareas inconclusas. Vivo arriado, a los empujones, casi que obligado, buscando el rumbo que no lleva a ninguna parte y cumpliendo con la apariencia de la cordura para gambetear al sufrimiento.<br />
<br />
Mi espíritu es un ente errante agobiado por respuestas que no le satisfacen, por vacíos insalvables, misterios rellenados de fe y por la certeza absurda de que la razón fue puesta allí en alguna parte del cerebro por alguien que juega con nosotros. La religión es la resistencia en masa a ese juego, es la capacidad para mentir de una generación a otra creyendo que esos misterios se respondieron con mitos construidos sobre otros mitos en una espiral infinita de fábulas entrelazadas que se convierten en dogmas incontrovertibles, no por ciertos, sino por inverificables. A todos esos mitos se les ha construido una parafernalia invencible repleta de templos, fieles y jerarquías en la cual lo que no se puede explicar se convierte en milagro.<br />
<br />
Mi escepticismo con respecto de la religión es inverso. Creo que todo lo que profesan las religiones podría ser verdad, pero de algo estoy seguro y es que nunca lo sabré. Dudo de la existencia de un Dios y estoy seguro de que muchos dioses han sido creados por el hombre con fines perversos. Y sé, además, que ese Dios sobre el que mantengo una duda vital, poco le importa si creo en él o no. No es un Dios que se detenga en la vanidad de ser reconocido. Bastante trabajo tendría con darle cierto orden al caos en todas las dimensiones existentes para preocuparse por el hecho simple de si una criatura minúscula e insignificante perdida en una partícula redonda del Cosmos porta o no su carné de creyente. El Dios (en el que creo que creo) es tan indescifrable como el Universo mismo, tan misterioso, sublime e inalcanzable, tan desprovisto de bien y de mal, conceptos inútiles en el todo, que me parece un desperdicio este párrafo tratando de explicármelo, como la mayoría de lo que escribo, como lo que nunca termino.<br />
<br />
Recabar sobre este vacío espiritual no tiene otra intención que la de tratar de comprender porqué soy una secuencia de tareas inconclusas. Y la razón, después de mucho cavilar, parece simple, pero no lo es. La verdad, no le encuentro el carácter teleológico a mi existencia, no sé para qué vivo ni por qué, más allá de los afectos que son tan importantes, que llenan tanto, que nos mantienen atados al mundo sin más explicación que los sentimientos que no tienen explicación, jamás he encontrado mi misión y tampoco he querido inventarme una. Procuro enterarme a través de la historia, ese sofisma inventado por el humano para reforzar los mitos con narraciones heroicas, cómo han vivido aquellos "grandes" personajes que se creyeron predestinados para hacer de su trasegar por el mundo algo trascendental, inmortal y por supuesto, histórico. La mayoría de estos sujetos, salvo contadas excepciones, han dejado tras de sí una estela de sufrimiento, devastación y muerte incalculable. Entonces, eso de trascender o llegar al menos a ser "alguien en la vida" no está dentro de mis planes, ni siquiera entre los proyectos más mediocres. Mi único objetivo consciente, que algunas veces no logro y por lo cual pido perdón, es pasar por la vida de las personas sin hacerles daño, sin lastimar sus sentimientos, sin herir su susceptiblidad, sin hacer miserables los momentos que comparten conmigo. Y si puedo y me alcanzan las fuerzas, intentar hacer algo que le alegre el momento a esas personas, sin muchas pretensiones, sin querer tocar corazones, cambiar vidas o transformar el mundo. No me interesa y no lo pretendo. Mi intención consciente es pasar por la vida de las personas sin dejar marca ni huella, que sea fácil olvidarme y grato recordarme, así las imágenes que deje en esos recuerdos sean difusas y poco relevantes.<br />
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Sonará extraño que esta sea la razón aparente de todas mis tareas inconclusas. Y claramente no es una razón, es apenas una excusa. Las excusas son los mejores argumentos de quienes nunca terminamos nada. Y mi excusa es que no pretendo nada, no persigo nada, no quiero llegar a ninguna parte. Mis aspiraciones no pasan de ser ese acto elemental de esnifar aire.<br />
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Es difícil sobrevivir en un medio competitivo sin tener aspiraciones, en el sentido amplio de la palabra, cuando el bienestar está estrechamente ligado al éxito. Es aún más difícil aceptarlo cuando soy esencialmente hedonista y aborrezco el sufrimiento, le tengo pánico a la pobreza y si me da hambre me vuelvo mi propia pesadilla. Sobre esto debo decir que simplemente soy pragmático, me acomodo, finjo estar inmerso en estas dinámicas y si me tengo que cortar el pelo y ponerme una corbata para procurarme un techo y un plato de comida pues lo voy a hacer. Lo he hecho. Pero no es por voluntad, simplemente es parte de lo que nunca termino, la solución momentánea de los problemas, una intermitencia de mientras tantos entre un letargo y otro. Termino lo que estoy obligado a terminar y lo demás lo procrastino eternamente, como si la eternidad exisitiera. No haría la lista de las cosas que nunca he terminado porque, oh sorpresa, jamás terminaría. Por lo demás, en los intersticios de letargo, reflexión, meditación y lapsos en los que me he dedicado a pregonar mi miseria espiritual, he contado con suerte. El plato de comida llega de alguna manera a la mesa y el techo está siempre sobre mí en las noches. En esto me han soportado los afectos, personas que me quieren, me han mantenido. Así de simple.<br />
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Entonces, puedo descubrir a través de estas palabras que mi espiritualidad no es más que un mar de dudas, montañas de escepticismo, valles de desolación y rios de incertidumbre, que vivo por inercia y que no saber qué me tiene acá tampoco me motiva para terminar nada porque nada tiene un propósito. Solo soy un hombre lleno de excusas que escribe. No soy más, pero acá estoy, escribiendo y de esto, al menos en este momento, está lleno mi espíritu. Con eso me basta. Mi espíritu es un vacío permanente que no pretende ser colmado, que lleno de nada me permite ser yo, que no sé qué soy ni para qué.<br />
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Después de algunos párrafos divagando en un escrito que claramente no va para ninguna parte, no sé cómo terminarlo. Entonces, sencillamente haré lo que hago casi siempre, esta vez sin excusas: no lo voy a terminar.<br />
<br />Andrés Felipe Giraldo L.http://www.blogger.com/profile/10261167690680040568noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5484373609843649448.post-31648871081439522952018-07-24T04:12:00.001-07:002019-02-28T00:42:26.475-08:00Un alcohólico en el reino del hubiera sido<br />
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Vivir en el reino del hubiera sido ya no me resulta tan fastidioso. El tiempo de ocio me ha llevado a repasar millones de posibilidades para imaginar qué sería de mi vida si no estuviese acá, ahora, escribiendo estas estupideces. Y bueno, creo que una de las grandes dudas que me han quedado en la exploración furtiva de esas vidas que no viví, es qué habría sido de mí si hubiera caído en alguna adicción distinta a las que ya me aquejan. Porque soy adicto, por ejemplo, a imaginar tonterías, repasar las formas de los techos, contar las baldosas de los pisos, seguir los vuelos errantes de las moscas, empezar a leer libros que nunca termino, terminar pocas veces lo que empiezo y por último, entre muchos vicios más que no recuerdo ahora, escribir sobre todo ello.<br />
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Hace un par de tardes, de esas tardes tardías de verano en el hemisferio norte que duran hasta bien entrada la noche, caminando hacia el supermercado para hacer unas compras, me crucé con un hombre cualquiera. Tendría unos cuarenta y algo de años, como yo, pero se veía un tanto más viejo. Estaba sentado en una banca y miraba hacia la nada con una botellita en la mano. Supuse que tenía vodka o algo así, porque el pedazo de botella que salía de la bolsa de papel contenía un líquido transparente. El hombre tenía las uñas descuidadas y los dedos morados por la fuerza que hacían sobre la botella, como si se le fuera a escapar. Lo miré solo unos segundos, hasta que se dio cuenta de que yo lo detallaba. Salió de su letargo y me miró con curiosidad, como preguntándose por qué carajos yo le miraba. Me sentí avergonzado, le sonreí una fracción de segundo, miré de nuevo al horizonte y se me quedó en la mente el reflejo de su mirada, con unas pupilas tan llenas de nostalgia, melancolía y tristeza, que no lo pude descifrar. Él me siguió mirando, vigilando mi recorrido, cerciorándose de que yo no le volviese a mirar.<br />
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Me quedé absorto en la imagen de ese hombre con su botella, en sus uñas descuidadas y sus dedos morados. Seguí reconstruyendo su imagen y desapareció su cara. En su lugar apareció la mía, con la barba descuidada y el pelo largo, ensortijado, desprolijo, como de futbolista intrascendente en uso del mal retiro. Seguí mi camino para hacer las compras pero dejé de recitar en mi cabeza la lista de lo que tenía que comprar para imaginar por un instante cómo sería mi vida si fuese alcohólico, si me hubiera abandonado, si apretara con toda ansiedad una botellita en las bancas al costado de los caminos.<br />
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Y allí estaba de nuevo, recurriendo a mi eterna adicción de imaginarme en el reino del hubiera sido, a ese vicio vital, ahora como un alcohólico andrajoso aferrado en una botella sentado en una banca. Asumí el personaje. La primera pregunta que me hice fue ¿Por qué estaba allí sentado, con la barba descuidada y el pelo ensortijado? Seguí con un cuestionario bizarro ¿Qué historia lo puede llevar a uno a su propio abandono? ¿Qué es primero? ¿El vicio que lo lleva a uno al fracaso o el fracaso que lo lleva a uno al vicio? ¿Es realmente un fracaso o es por fin un acto de indepedencia del mundo, de sus prejuicios, sus formas, sus requisitos y sus maneras? ¿Es el abandono de la estética el encuentro con el espíritu, con la inercia de la vida, la reconciliación con nuestros instintos básicos de supervivencia sin más aspiración que la de poder tener esa bendita botellita en la mano y la pretención inútil de que ningún estúpido se nos quede mirando? Ahora era una barba descuidada y un pelo ensortijado aferrado a una botella mirando hacia la nada, pero con muchas preguntas. Y allí estaba la explicación de esa mirada perdida del sujeto que era él, que ahora era yo, en el intento de respuesta a esas preguntas que quizás no tienen respuesta.<br />
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Recorrí mis pasos inventados para haber llegado hasta allí. El abandono propio implica el abandono de todo. Entonces, supongo que en un acto de cobardía, después de un momento difícil, una pelea fuerte, quizás, decidí escapar de mi casa, de mi esposa y de mis hijos para entregarme a la nada. En un acto de soberbia y orgullo habré decidido no pedir ayuda y junté todos los pesos que pude para aguantar unos días, quizás unas semanas, antes de que me atropellaran todas las carencias.<br />
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Soy un pésimo pobre, detesto la incomodidad, le tengo miedo al frío si no me puedo cubrir, me aterra tener de techo a las estrellas y solo disfruto la intemperie cuando sé que de todas maneras me esperan un plato de comida caliente y una cama mullida. No sé cómo podría sobrevivir sin techo y sin comida. No sé cómo podría buscarme el dinero para comprarme una botella de alcohol si me da vergüenza hasta cruzarme la mirada de los transeúntes y soy un imbécil para pedir hasta lo que es mío. Supongo que la necesidad logra que uno venza todos sus paradigmas, todo su pudor, todos sus límites, y empiece solo a sobrevivir. No sé. La verdad no sé. Soy cabarde hasta para imaginarme en la adversidad, como si le estuviera huyendo hasta en mis pensamientos, pero la reto con estas letras solo para ver qué pasa. El reino del hubiera sido no me permite imaginar cómo haría lo que nunca he estado dispuesto a hacer. Qué precario es este reino.<br />
<br />
Entré al supermercado e hice las compras mecánicamente. Casi siempre compro lo mismo. Mientras, seguí recreando mi personaje alcohólico sentado en la banca. Sería tan yo aferrado a esa botellita, tan vacío, tan desesperado, tan perdido, tan desubicado, tan errante, tan confuso, tan... tan solo. Y sería tan distinto, tan ajeno, tan extraño, sufriendo lo que nunca he sufrido. Fui metiendo las cosas en el carrito de mercado y cada vez me pesaba más, como si lo llenara de angustias, como si fuera un costal. Pasé por el área de licores y miré de reojo. Pasé de largo, me volví sombrío por un instante y paré para respirar en un pasillo vacío, sin gente. Apoyé mis manos por encima de las rodillas y me incliné hacia adelante. Estaba exhausto. Ya no sé si pienso en pasado, si escribo en presente o si se me perdió el futuro... Mi corazón latía rápido e inhalé bocanadas profundas de aire. Sudé. Fui por fin hacia la caja registradora. La señora que atiende me miró con curiosidad, yo le sonreí una fracción de segundo y fijé mi mirada en los productos, evadiendo las preguntas, los metí de nuevo en el carrito con prisa, pagué y me fui.<br />
<br />
Regresé a casa por el mismo camino con el temor inmenso de encontrarme a ese hombre de nuevo. No sé cómo iba a evitar mirarlo si acababa de verme en él. Lo quería repasar. Ya se había ido. Dejó la botella vacía tirada entre la bolsa de papel a un costado de la banca. Lo sé porque me acerqué lo suficiente. Olía a vodka. Me senté en la banca, saqué una Coca Cola y me la tomé muy lento. Apreté la botella con fuerza pero con cuidado de que no se saliera el líquido. Era de plástico. Seguí mis pasos con la botella en una mano mientras con la otra halaba el carrito de mercado.<br />
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La Coca Cola se acabó. Tiré la botella en una caneca.<br />
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Mis dedos están morados ahora, mientras escribo.<br />
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Siempre estamos persiguiendo nuestra genialidad que se esconde, la oportunidad que no aparece, la inspiración que huye... o añorando todo aquello que ya no somos, que nunca fuimos. Apretar fuerte, lo que sea, es la mejor manera de que no se nos vaya el hilo débil que nos une a la vida. Para ese sujeto era su botella. Para mí, estas letras que no importa cuánto daño me hagan. Me las seguiré bebiendo. Seguiré rompiendo mis falanges contra las teclas así no tenga nada que imaginar. Aunque lo que me imagine sea absurdo. No tengo nada más. A esto me aferro. Como ese hombre a su botella.<br />
<br />Andrés Felipe Giraldo L.http://www.blogger.com/profile/10261167690680040568noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5484373609843649448.post-2818479624527723542018-06-18T05:17:00.000-07:002018-06-20T03:32:49.409-07:00Cartapacio de buenas intenciones y la procrastinación eterna.<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
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"El reino del hubiera sido" está conformado por esos lugares y esos tiempos en los que jamás vivimos, pero en donde nuestra imaginación se la pasa elucubrando sobre una vida probable, que pudo ser y no fue, que se extravió en algún hecho puntual de algún momento específico que nos cambió el destino, como si el destino existiera. La vida nace en la más profunda inocencia y se va contaminando con propósitos, con metas, con logros, con un sinnúmero de retos que amargan la existencia, como si estar vivo no fuera suficiente, como si la vida no fuera un fin en sí misma. Entonces nos preguntamos "¿Qué hubiera sido si...?" y surgen un millón de condicionantes que habrían hecho de nuestra vida algo mejor. Porque en nuestro masoquismo existencial siempre pensamos que pudo ser mejor y no peor. Qué hubiera sido si le hubiese hablado a, si me hubiera graduado de, si me hubiera ido para, si me hubiera ganado tanto, si me hubiera negado a, si hubiera accedido... en fin. El reino del hubiera sido es el tiempo que perdemos pensando en la vida que no fue, que ya no es y que no será.<br />
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Muchas veces me pregunto cuál es el propósito de mi vida. Esa sola pregunta hace mi vida miserable porque la vida no debe tener propósito. Es una quimera. Estar vivos es todo, no importa cómo ni cuándo ni dónde. La razón nos ha vuelto esclavos de los propósitos porque sin esa maldición hecha mente, vivir como animales sería nuestro amable trasegar, preocupados solo por satisfacer nuestros instintos, necesidades y digna supervivencia sin ese lastre llamado "propósito" que no es más que un invento de la razón.<br />
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Y es allí en dónde he descubierto la explicación de mi amargura. En esa mierda opaca y gris llamada "propósito". Ese es el muro en donde muere la calle de mi felicidad. Porque es el propósito lo que nos da valía a los ojos de los demás y de alguna manera determina nuestras oportunidades para vivir mejor o peor. Y es que habiendo trasegado casi cuarenta y cuatro años de esta vida, aún no encuentro el tal propósito y sin embargo sigo vivo, yendo así, impulsado por la inercia de los días, de la rotación y la traslación del planeta, de mis látidos y respiraciones, sin remordimientos y sin vergüenza. Sin propósito.<br />
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Porque no le encuentro gracia a los objetivos, a eso de ser "alguien en la vida" como si ya no lo fuéramos al menos algo por el simple hecho de existir. La dignidad, esa etiqueta que nos obliga a guardar las formas, el pudor y el decoro, nos mantiene atados a lo que los demás han establecido como correcto y allí se anclan nuestros sueños, aspirando a lo que otros han logrado en una cadena infinita atada al éxito que es esa cumbre a la que muy pocos llegan sin importar qué cabezas deban pisar para llegar hasta la cima, que al final no es nada, porque la existencia misma es efímera e intrascendente en un Universo en el que somos sencillamente imperceptibles, una partícula cósmica pérdida en el infinito en donde la vida es apenas un destello fugaz.<br />
<br />
Mi vida no tiene más propósito que escribir estas letras que a su vez son mi derrota, porque no tienen propósito alguno. Acá solo vengo a descargar mi alma atribulada, a confrontar mi soledad, a tratar de organizar esas ideas desparramadas en mi cabeza que se me van escurriendo por los dedos para terminar acá amontonadas en esta pantalla, mirándome como yo las miro, para decirme que nada he logrado y que sigo solo con ellas y que poco o nada me pueden decir.<br />
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Por eso no soy más que un manojo de buenas intenciones perdiéndose en una procrastinación eterna, un cartapacio vacío esperando los papeles que le den sentido a su existencia, como si mañana fuesen a aparecer las respuestas. Y siempre mañana. Cada puto día me siento a mirar hacia la nada en cualquier parte como si una epifanía me fuese a llegar vestida de ángel tocando una lira y recitando cuál es el propósito de mi vida. Y no aparece. Y lo vuelvo a dejar para mañana, y sé que llegaré una vez más a la cita pactada entre mi mirada con la nada, aletargado, después de otra noche de insomnio.<br />
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En fin, solo puedo concluir que mi vida no tiene más propósito que estar vivo y aceptar, mientras las canas invaden mi barba y los párpados se me empiezan a venir sobre los ojos, que no seré más que un espectador de los días que lentamente me llevan a ese lugar del que vine, ese lugar del que no sé nada pero que lo será todo, la eternidad de no ser nadie ni antes ni después y de haber pasado por acá, por este mundo, sin un propósito. Mi destino está vacío, mis dedos están cansados y sigo con esta sensación rancia y amarga en la garganta en donde se encuentran mis ideas y mis emociones para librar batallas a muerte en donde se masacran las dos.<br />
<br />
¿Cuál es el propósito de la vida de alguien que ni siquiera sabe por qué esta viviendo? No sé. Yo solo escribo y mientras tanto mi cuerpo se dirige hacia aquel lugar a donde iremos todos, los que conocieron su propósito y los que no. ¿Qué sería de mi vida si conociera el propósito de mi existencia? No sé. Quizás, como lo hago ahora, vivir eternamente en el reino del hubiera sido.<br />
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<br />Andrés Felipe Giraldo L.http://www.blogger.com/profile/10261167690680040568noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5484373609843649448.post-20449257836488208702018-06-05T03:48:00.003-07:002018-06-05T03:48:46.965-07:00Tribulación de un corto instante de eternidad<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
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De a poco voy entrando en una logia secreta, tan secreta que ni ellos ni yo sabemos que existimos. No hay estatutos ni reglamentos. Mucho menos jerarquías. Una logia de anónimos intrascendentes, conscientes de su finitud, de su insignificancia, de su absoluta falta de poder en el Universo indescifrable y por lo tanto invencible. Me bautizo en mi ritual de iniciación de nada, de ninguno, de jamás. He decidido renunciar a la posteridad y a la memoria. He decidido no dejar huella, ni herida, ni rastro. He permitido sin resistencia que el tiempo me extinga como el pabilo encendido a la esperma. He elegido ser de la casta de los prescindibles, de los perecederos, de los que fueron sin ser.<br />
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Mi legado será el olvido y estas letras delirantes, un destello de sonrisa en algún recuerdo fugaz, una sombra doblando una esquina para perderse en la ciudad. He pasado algunos días repasando las figuras en las baldosas del piso y las vetas en las tablas en el techo. Depende de dónde tenga el desespero y de si la tristeza me bota boca arriba o boca abajo. Otros días me quedo pasmado contando las hojas de los árboles y cuando me entra un impulso de efusividad, respiro profundo y me miro en el espejo con miedo para ver el despunte tímido pero firme de las primeras canas en esta barba descuidada. Me pierdo en mis pupilas buscando una respuesta.<br />
<br />
El inventario de mi vida se está quedando vacío. El pasado se humedece y el futuro no aparece. El presente son solo respiros y latidos. Me cuesta trabajo hilar estas palabras como si quisera ser cuerdo. Y no quiero. Me abrazo a la locura que es la única que entiende.<br />
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He decidido dejar de luchar y entregarme al viento, que haga conmigo lo que quiera sea brisa, torbellino o huracán. No quiero luchar. Me resisto a mí mismo y me entrego de nuevo a las largas noches de insomnio, a los profundos remordimientos por lo que hice mal, por lo que no hice, por lo que no haré. Me rindo ante esta carga de amargura que es mi alma acurrucada en una esquina.<br />
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El vino se está avinagrando en mi lengua y las palabras se hacen aserrín en los dedos mientras escribo. Mejor paro acá.<br />
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¿Cuánto tiempo puede durar un nudo apretado en la garganta y una lágrima resistiendo con todas sus fuerzas en la corniza del párpado para no morir en las mejillas?<br />
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Andrés Felipe Giraldo L.http://www.blogger.com/profile/10261167690680040568noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5484373609843649448.post-76441751922577749102017-05-23T17:22:00.002-07:002017-05-23T18:08:27.726-07:00El diario del pequeño Felipe.<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
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Serán 128 días. 128 días con sus noches en las que nuestro pequeño hijo, Felipe, estará alejado de su madre. Y su madre de él. Y yo con él, cuidando sus noches, sus días y lidiando con la ausencia de su madre, mi esposa, que también me hará falta. La razón de este distanciamiento es muy importante y valiosa, un sacrificio necesario, el precio de un proyecto de vida familiar.<br />
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La razón del diario que voy a escribir en un nuevo blog, que se llamará como esta entrada, responde al miedo natural que me surge al asumir este tiempo a cargo del bebé, que es justo cuando más apego tiene con su mamá, lo que hace más difícil llevar la situación y por ello siento que viviremos experiencias de las que vale la pena tener memoria.<br />
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Felipe está empezando a decir sus primeras palabras pero hay una que sin duda prefiere a todas las demás: "Mamá". Él sabe que esa palabra le trae cariño, consuelo, confort, amor y una que otra galleta. Yo comprendo que Ángela es el ancla al mundo de Felipe en este momento y que ese vacío es imposible de llenar. Solo espero disimularlo lo mejor posible, de tal manera que él esté entretenido, distraído y ocupado hasta que llegue el cansancio de la noche, el sueño y el siguiente día, hasta que pasen esos 128 días que nos reunirán de nuevo. Además, este será el lapso justo para fortalecer nuestros lazos, para que Felipe sepa que la palabra papá también le será útil en la vida y que estaré tan presente como su mamá en sus días.<br />
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Esta historia por demás tiene un personaje que subyace, que está allí presente en el pasado y en lo que son hoy nuestras vidas. Es Nicolás, mi primer hijo, con quién cometí mil errores de un padre neófito y con quién compartí vivir y crecer en la paternidad atípica de un padre divorciado que se valió de mil bastones para poderlo criar. Ahora Nicolás tiene 21 años, que es la misma edad que yo tenía cuando él nació, es el hermano mayor de Felipe y es, para definirlo de manera simple, una buena persona. Son dos historias distintas, pero una me da el ánimo y la experiencia para asumir la otra. Por eso no quiero que pase desapercibido mi hijo Nicolás, que aunque ya está escribiendo su propia historia en la adultez, ha sido, es y seguirá siendo parte de mis entrañas.<br />
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En este diario pretendo contar día a día la evolución de mis días con Felipe, no solo para contarle de esta manera esta aventura a Ángela en la distancia, sino para generar diálogos y reflexiones para los lectores con quienes podremos tener una relación interactiva de comentarios y aportes que nos podrían ser útiles para compartir cada experiencia, cada anécdota y cada lucha en este mundo maravilloso de los hijos, la paternidad, la maternidad y la crianza sobre lo que ya hay mucho escrito para nada revelado como una verdad absoluta, porque la crianza es un aprendizaje diario en donde el maestro a veces solo conoce y repite unas pocas palabras. Esta es la situación con Felipe, que acaba de cumplir su mes número 17.<br />
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Bueno, sin decir más, el 30 de mayo empezaré con la primera entrada. Esta será nuestra primera noche solos. Espero poderlo dormir sin tantos sollozos y espero poder explicarle que el tiempo tiene la bondad de pasar indefectiblemente hasta que se cumplen los plazos y llegan los reencuentros.<br />
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Espero contar con su lectura. Procuraré al máximo escribir todos los días. Algunos días inspirado, otros no tanto, pero cada noche espero estar acá, resumiendo el día, dándome ánimo para el siguiente y así, hasta que llegue ese preciado día 128 en donde empezaremos a escribir otra historia.<br />
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A Felipe, todo mi compromiso y amor; a Nicolás, mi total admiración por ser quien es a pesar de mis errores como padre y a Ángela, toda la tranquilidad de que haré mi tarea con todo el amor que nos ha unido y que ahora tiene forma de bebé. A los lectores, mi gratitud por compartir lo que crean útil y necesario para sobrellevar mi reto y el que cada uno y cada una estén emprendiendo en sus propias vidas. Este será un espacio de diálogo y crecimiento que surge de una coyuntura compleja pero afortunada.<br />
<br />
Bienvenidos y bienvenidas al diario del pequeño Felipe. Acá encontrarán el blog: <a href="http://eldiariodelpequenopipe.blogspot.com.co/">http://eldiariodelpequenopipe.blogspot.com.co/</a> que por supuesto, está por escribirse. Al final todos habremos aprendido algo, quizás mucho, porque la vida es un eterno aprendizaje.<br />
<br />
Gracias.<br />
<br />
Andrés Felipe.Andrés Felipe Giraldo L.http://www.blogger.com/profile/10261167690680040568noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5484373609843649448.post-69496289801748592982016-07-31T08:49:00.001-07:002016-07-31T14:29:02.421-07:00Decadencia<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjb_MnlYEJoawRNoUl7MWLCwsNvpCqPgTI76z8hmLaXS6Xns9q31NAxhStpghmti8rHvfXU5gD2UFv-4azWIKAC23T1COB4awEhdnF3qzEu5oTY953Web7jkhZDLjgGY3q4c_kSruhoxqc/s1600/DSCN0561.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="480" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjb_MnlYEJoawRNoUl7MWLCwsNvpCqPgTI76z8hmLaXS6Xns9q31NAxhStpghmti8rHvfXU5gD2UFv-4azWIKAC23T1COB4awEhdnF3qzEu5oTY953Web7jkhZDLjgGY3q4c_kSruhoxqc/s640/DSCN0561.JPG" width="640" /></a></div>
<br />
<br />
<br />
<span style="font-size: large;">Esto debe ser lo que llaman decadencia. Un hombre luchando por los últimos vestigios de sus ilusiones. Un sibarita buscando rezagos de talento en un juego de palabras que ya no dicen nada. Una botella de vino que se fue amargando con el tiempo y que ahora sabe igual que la saliva que lo toca. Un cúmulo de promesas incumplidas que ya a nadie le importan, porque ya nadie se siente defraudado.</span><br />
<span style="font-size: large;"><br /></span>
<span style="font-size: large;">Ahí se va yendo la vida muchacho, en donde el tiempo lo cura todo hasta que un día te mata. Ahí se va yendo la vida muchacho, en donde tu genialidad se va convirtiendo en locura y la locura en enfermedad. En donde marchitas sin más primaveras. En donde tus días y tus noches tienen un solo sentido: de ida.</span><br />
<span style="font-size: large;"><br /></span>
<span style="font-size: large;">Esto debe ser lo que llaman crecer. Cada vez que un niño mata un sueño a la cara le sale una arruga. Y así vamos quedándonos sin sueños y nos vamos llenando de arrugas. La vida pesa y apenas se sobrevive. Cada día me levanto para hacer algo que no me gusta, en lo que no creo, que me aburre profundamente. Pero me pagan y eso es suficiente, porque con ese dinero compro el alimento que me va a permitir levantarme un día más para seguir yendo a ese trabajo de mierda, para seguir muriéndome día tras día solo con el impulso de mis propios pies.</span><br />
<span style="font-size: large;"><br /></span>
<span style="font-size: large;">Odio los horarios y las responsabilidades. Odio el dedo acusador que desde la superioridad de su éxito me señala cómo se hacen las cosas bien, cómo se han hecho siempre y cómo se seguirán haciendo.</span><br />
<span style="font-size: large;"><br /></span>
<span style="font-size: large;">Vivimos en un mundo de jerarquías absurdas, de lealtades hacia arriba, en donde quién tiene el poder exige esa lealtad pero le pesa su puta soberbia para brindarla con sinceridad. Porque para esos majestuosos seres la lealtad es que el mundo perciba a su ego como ellos mismos lo perciben, como si el mundo les debiera algo, como si fueran lo más preciado del universo... y pues no. Esa gente miserable vive en el globo que otros les han construido lamiéndoles el culo sin más crítica que hacerles ver alguna mota que se les subió al hombro del vestido. Lameculos y agrandados, así funciona este mundo cabrón. Cuántos rostros están apareciendo ahora en mi mente. Cuántos personajes levitando en la burbuja de su propia arrogancia, esperando pleitesía gratis porque sí, porque son poderosos y pueden. Veo un calvo hijueputa, un niño grande con ínfulas de sabio, un par de gordas malditas, un atrabiliario corrupto que en lo más bajo de sus actos decidió volverse evangélico cristiano para hacer de su poder efímero una superioridad moral permanente. Sí, los veo y los recuerdo, escupo esta pantalla y sigo escribiendo.</span><br />
<span style="font-size: large;"><br /></span>
<span style="font-size: large;">Esto debe ser lo que llaman sufrir. Levantarse cada día con un vaho rancio en la boca, con una noche mal dormida, con la angustia de no haber cumplido con algo que no le sirve a nadie pero que igual te lo van a pedir porque hay que aparentar. Sufrir es meterse en un vehículo que te llevará ciento cincuenta cuadras en un trancón insufrible hacia la rutina que detestas para ver otras almas grises fingiendo que hacen mucho y peor aún, que lo que hacen es muy importante. Bah, o ja. No sé.</span><br />
<span style="font-size: large;"><br /></span>
<span style="font-size: large;">Estoy cansado de fingir. Estoy cansado de mirar a tanto hijueputa a la cara como si les admirara algo, como si de verdad le estuvieran aportando alguna cosa a mi vida. Estoy cansado de ser un cobarde, un hipócrita, un desadaptado que se esfuerza por encajar como una ficha de lego en un rompecabezas, y que sonríe con una máscara llena de arrugas y muerta de sueños.</span><br />
<span style="font-size: large;"><br /></span>
<span style="font-size: large;">Solo hay algo que me mantiene vivo: Escribir. Poder coger ese mazacote de venéreas que tengo en mi cabeza y convertirlo en palabras. En estas palabras. Y no escribo para agradar. Escribo para desahogarme, para hacer mis catarsis, para decir con mis dedos todo lo que no puedo o no quiero decir con mi lengua.</span><br />
<span style="font-size: large;"><br /></span>
<span style="font-size: large;">Esto debe ser lo que llaman escribir. Tomar los sentimientos por decadentes que sean y traducirlos en algo que sus ojos puedan interpretar. Perdón por robarle sus minutos, perdón si de alguna manera lo ofendí. La verdad no escribo para encontrar empatías. Ni para nada en especial. No escribo ni siquiera para vender. Escribo porque esto es mucho mejor y más constructivo que vomitar. O mejor, es una forma elegante y retórica de vomitar. Perdón si lo salpiqué con pedacitos de letras o flujos de oraciones. Solo pasé por acá a restregar mi decadencia, a raspar el piso, a esnifar mi rabia, a postrar mis ilusiones. Una vez más.</span><br />
<span style="font-size: large;"><br /></span>
<span style="font-size: large;"><br /></span>
<span style="font-size: large;"><br /></span>
<span style="font-size: large;"><br /></span>
Andrés Felipe Giraldo L.http://www.blogger.com/profile/10261167690680040568noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-5484373609843649448.post-82256757775246599572016-07-24T19:19:00.005-07:002016-07-25T18:57:54.772-07:00Las bendiciones del fracaso<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg1oLZ7-qxmOTA-Y7XR91mJFIMJjIHsNRLWYW5N39GBUMEay4dtuwFWPBII2LYpe2h7G97cCSC9gjkYc37SkHPQxCyDCGdV9x8pz6rN5ZUZJHYe7pEXewXj6vNNfUvVb4Zl6x_NtD24bHY/s1600/buceo.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="233" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg1oLZ7-qxmOTA-Y7XR91mJFIMJjIHsNRLWYW5N39GBUMEay4dtuwFWPBII2LYpe2h7G97cCSC9gjkYc37SkHPQxCyDCGdV9x8pz6rN5ZUZJHYe7pEXewXj6vNNfUvVb4Zl6x_NtD24bHY/s400/buceo.jpg" width="400" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12pt; line-height: 115%;">El fracaso es percibido como
la decepción, la derrota, la claudicación ante un reto, el fin de un sueño, la
vergüenza pública o la renuncia a un proyecto. Como premio de consolación, el fracaso
será valorado, después de superarlo con mucho esfuerzo, reflexión y
autoconvicción, como una experiencia, como un tip del manual de lo que no se
debe hacer y la garantía de que no lo volveremos a repetir.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">Pues bien, les contaré mi
historia. El fracaso para mí tiene un solo significado: Es vivir haciendo algo
que no nos llena, así ese algo nos dé éxito permanente. Y bueno, siendo así, yo
vivo fracasado. Porque para vivir tengo que hacer cosas que definitivamente no
me llenan. ¿Y qué hago? Trabajo. Trabajo ahora y trabajé antes en tareas que no
me emocionan, que no me alegran, que no me ilusionan. Trabajo para sobrevivir,
para ganar un salario y pagar mis cuentas, para cumplir un horario, llenar mi
hoja de vida para poder buscar otro trabajo que igual, me va a volver otra vez
un fracasado. ¿Y qué quiero hacer? Escribir. Escribir me llena. Justo lo que
hago en este momento. Escribir es el motor de mi existencia. Desde que aprendí
a escribir, no he parado de escribir.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">Cuando era un niño escribía
historias fantásticas, me inventaba mundos, personajes y situaciones llenas de
imaginación. Recuerdo que escribí la historia de un soldado que ascendía y
ascendía guerra tras guerra hasta ser Mariscal con tanta mística y convicción,
que terminó siendo asesinado por un soldado de su propio ejército que quería ser como él, porque
sentía que mientras él viviera, nadie podría ser como él. En fin, para ser un
niño pensaba con mucha sordidez. Pero así viví, así crecí, así me formé,
escribiendo historias.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">Luego escribí crónicas,
historias que viví o que me contaron. Escribí sobre atentados y muertos. Era el
mundo que me rodeaba cuando era un adolescente. Las bombas estallaban en
cualquier lugar, los atentados a personajes importantes eran la noticia de cada
día, y siendo mi padre uno de estos personajes importantes, viví entre las
amenazas, los sufragios y la zozobra de escoltas armados que al menos una vez a
la semana me decían que me tirara al piso del carro en el que me movía.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">Luego tuve que trabajar. No
puedo negar que he tenido días buenos, emocionantes, que me llenan. Sobre esos
días he escrito también. Escribí, por ejemplo, sobre el día en el que María Lepesqueur,
la mujer más buena y dedicada que he conocido, me contó en una banca de la
iglesia de Bojayá cómo fue esa masacre del 2 de mayo de 2002, cómo se la
contaron, cómo se la confesaron de uno y otro bando y cómo vivió el
renacimiento de ese pueblo desde las cenizas de su dolor.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">Pero la mayoría de mis días
han sido grises, parcos, destemplados y sonsos, sin mayor emoción que la de
algún tropiezo en la calle, la cerrada de un taxista energúmeno o la cagada de
una paloma desde un cable de la luz. Esos han sido la mayoría de mis días. Los
días de un fracasado que se despierta cada día para hacer algo que no disfruta
y se acuesta cada noche con la certeza de que no lo disfrutó.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , "sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;">Por eso puede resultar tan
incoherente y vacío que les quiera hablar de las bendiciones del fracaso.
Porque no les voy a decir nada de la experiencia, de cómo evitarlo o cómo
superarlo para que sean exitosos. No. Yo solo les voy a prestar mi equipo de
inmersión en el fracaso. Mis tanques, mis aletas, mi visera y mi esnórquel. Les
digo que el fracaso ha impulsado cada día mis dedos hacia las letras para
escribir y hacer mi catarsis. No he hecho de mi fracaso diario un drama
permanente. Mi fracaso, al fin, es la ruta de mis palabras. He aprendido a
escribir para vivir y he aprendido a vivir para escribir. Pero escribir no
mantiene mis bolsillos. Eso lo hace mi trabajo. Escribir mantiene mi espíritu
arriba, mis ganas de perseverar, mi mundo paralelo, mi imaginación, mi
capacidad para seguir con una sonrisa porque yo no pienso. Yo escribo con la
mente. Y esos trazos permanentes de letras, palabras y párrafos mientras
trasego los días me han permitido soportarlos, enfrentarlos y derrotarlos. Cada
día me levanto con una oración en mi tintero. Cada noche me acuesto con algunas
frases escritas. Por eso el fracaso me ha hecho escritor. Porque yo ya no sé si
estoy viviendo. Pero estoy seguro de que estoy escribiendo. Escribiendo como un
fracasado que se acostumbró al fracaso, a quien el fracaso no le asusta y, por
el contrario, se convirtió en un confidente de sus más oscuros pensamientos y
sus más tiernas ilusiones. Escribo como un escritor fracasado, que siempre será
mucho más escritor que persona.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
Andrés Felipe Giraldo L.http://www.blogger.com/profile/10261167690680040568noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5484373609843649448.post-74832186495777119202016-02-02T20:10:00.003-08:002016-07-15T20:55:51.914-07:00LA ETERNA RECAÍDA DE ALGUIEN QUE SE LA PASA MIRANDO AL PISO<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%;"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEip6rP3PFbX_AowNkC1n8vQrSOGMxDf0na5ncdxQrnNtciRcn7fQBEYi2uNGiIK8sDTs2VizAl1nd__0F-IuE1MU9_PnvCQJtSUUFkQVzyoGjXnspBQ1gjvUN9ionsz4Zxmksy54ycraIc/s1600/che-casino-puno.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="480" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEip6rP3PFbX_AowNkC1n8vQrSOGMxDf0na5ncdxQrnNtciRcn7fQBEYi2uNGiIK8sDTs2VizAl1nd__0F-IuE1MU9_PnvCQJtSUUFkQVzyoGjXnspBQ1gjvUN9ionsz4Zxmksy54ycraIc/s640/che-casino-puno.jpg" width="640" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; line-height: 107%;">Hoy volví a jugar. Sí. Lo digo
con vergüenza absoluta, como el vicioso que recae, como al infiel que lo
descubren, como quien se pisa la toalla saliendo del baño público y queda en
bola, como quien se dio cuenta después de despedirse en la primera cita con la
mujer de sus sueños que anduvo con un moco acróbata colgando de los pelos de su
nariz. Me metí a un antro en el centro de Bogotá a jugar póker de máquina, como
en los viejos tiempos. Llevo una semana de recaída y he perdido hasta la madre,
como perdía cada semana hace más de diez años cuando juré que sería la última
vez que entraría a un lugar de esos, que no volvería ni siquiera para comprobar
que ya había superado mi adicción.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; line-height: 107%;">El martes pasado me atrapó el
pico y placa en la oficina con poco trabajo y mucha pereza. Salí a la calle en
el centro de la ciudad para dar una vuelta esperando encontrarme con alguien conocido
por casualidad. Pero las casualidades no existen. Lo único que encontré fue mi
pasado esperándome con minifalda debajo de un letrero luminoso de casino y una
puerta de arco grecoromano pobre, tan pobre como yo cuando salí de allí.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; line-height: 107%;">Entré simulando curiosidad,
revolviendo con los dedos un par de billetes que tenía en mi bolsillo que
llegaban a sumar treinta mil pesos. Me dirigí a la caja para ver quién cambiaba
los billetes por monedas, para sentir esa sensación alucinante que convierte un
pedazo de papel en muchos pedacitos redondos de metal. Pero la tecnología no fue
ajena a los casinos en todo este tiempo. Ya no hay ranuras para monedas. Ahora
la máquina te arranca directamente el billete. Solo hay una ranura estrecha y delgada por
donde se te va silenciosamente el dinero para siempre. Ya no existe ese sonido
mágico de las monedas cayendo como aguacero de hierro en una bandeja. Ya no se
ensucian los dedos con esa marca indeleble de la pobreza, de quién tranza con las
vueltas del bus sus miserias. Ya no se siente el olor a moho y óxido de las
rodajitas de metal apiñadas en un vaso plástico gigante. Las monedas son el
bien universal de intercambio de la
pobreza.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; line-height: 107%;">Entonces, me acerqué a la
máquina solitaria que me estaba esperando como el viejo amigo que te embriagaba
a ratos y al que abandonaste cuando quisiste ser mejor persona; pero que igual, está allí siempre, en el mismo lugar, con esa sonrisa indulgente que lo perdona
todo. La pantalla me mostró diamantes, picas, tréboles y corazones en hileras
de a cinco para darme fortuna solo por organizarse en maravillosos pares, tríos, escaleras, pintas y por qué no, en póker,
el maravilloso póker.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; line-height: 107%;">Empecé a presionar el botón de
juego y a marcar cartas esperando que mi intuición y mi suerte se juntaran en
un instante para arrancarle unos centavos al destino y largarme de allí
incólume, con la certeza de que el vicio era cosa del pasado y que ya lo puedo
controlar, porque mi voluntad ha crecido y ahora soy un ser maduro que puede
caminar sobre las aguas sin mojarse, sin querer nadar, sin ahogarme y sin
sufrir. Pero los treinta mil se fueron sin mucha resistencia en veinte minutos
y yo quedé rabón, con una mueca amarga que me invitaba a la revancha, a la
venganza, a no dejarme arrancar míseros treinta mil pesos por esa máquina del
demonio. Era poco lo que había perdido y era fácil recuperarlo.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; line-height: 107%;">Como antes, cuando solo
verificaba en el cajero que no tenía plata, salí para uno a sacudir mi riqueza,
para demostrarle a esa maquinita de mierda que treinta mil pesos no son nada ahora para mí, que por estos días no
ando revolviendo monedas sino billetes en mis bolsillos y que ahora tengo con
qué respaldar el duelo que me pinta. Que ya no soy el estudiante arrancado
buscándose unos pesos para pagar el transporte sino que ahora llego a este
casino por placer, porque me puedo dar el gusto de derrochar, porque ahora no
vivo de mis papás sino de mi trabajo. Máquina malparida. Ha sabido sacar mi
versión más arribista y detestable.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; line-height: 107%;">No saqué cien mil pesitos, no,
saqué de una vez 600 mil, que es lo máximo que bota el cajero por transacción.
Si esa máquina creía que me iba a pelar, al menos le iba dar la pelea en serio, con la billetera llena
para que no me fuera a despachar en diez minutos. Llegué de nuevo al casino,
busqué la máquina como quién busca al deudor que se esconde para no pagar y me
paré al frente. Le di un billete de 50 mil para que se lo tragara y así
empezamos esa danza de luz y musiquita de carrito de helados que hipnotiza como
la serpiente que tentó a Eva para que mordiera la puta manzana. Y yo mordí mi
mezquindad y mi ambición, el deseo de conseguir dinero fácil, sin trabajar.
Mordí la tentación y ya no hubo remedio.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; line-height: 107%;">Esta era una máquina en la que
cada crédito vale cincuenta pesos. Es decir, de inicio marcó mil créditos. Ahí iba a
estar un rato apretujándole las teclas y ella me iba a tapar y a destapar sus
cartas. Eran ya las siete de la noche y estábamos solos, ella y yo, con otras máquinas
alrededor abandonadas por personas que habían ganado o habían perdido pero que ya
se habían ido. Seguramente muchos más los que habían perdido. No recordaba la
función de las minifaldas en los casinos pero pronto me refrescaron la memoria.
Una niña, la misma que había visto llegar parada en la puerta grecoromana
pobre, llegó muy amable con un plato pequeño de comida simple, un trocito de carne con arroz y ensalada en un platico y un vaso de bebida “gratis”,
como si uno no invirtiera el equivalente del costo de una langosta con vino
blanco en un restaurante fino de Bogotá, un bien tan preciado y esquivo como
los diamantes que se usan para decorar cuellos, dedos o gargantas, pero para
regocijo del estómago capitalino que solo así puede llegar al mar. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; line-height: 107%;">Empecé ganando, maldita sea.
Ganar es la forma más segura de enredarse en estas redes de perdición. Es el anzuelo
que se clava en el paladar del ludópata y no hay movimiento que lo pueda zafar
del encanto mágico del dinero fácil. Con pocas jugadas ya tenía mil quinientos
créditos, es decir, ya casi había recuperado los 30 mil que me tenían ahí,
luchando por mi venganza. Y así me mantuve un buen rato. Pero yo no quería
ganar. Yo quería humillar a esa máquina, que me escupiera hasta su último
centavo para dejarla allí postrada, derrotada, suplicándome perdón por haber
osado arrancarme mis treinta mil pesitos. Pero no fue así, el efecto narcótico del
triunfo se empezó a diluir cuando los créditos se empezaron a esfumar y yo metí
billete tras billete en esa ranura con la esperanza de recuperar un poco o de
ganarlo todo. El jugador pierde la noción entre ganar y recuperar. El jugador
cree que gana cuando recupera un poco y recuerda cuánto perdió y quiere
recuperar todo y recuperando pierde. Es masoquismo puro. El jugador, en lo más
profundo de su alma, sabe que va a perder y lo sigue intentando, como quien se
entrega a cualquier vicio sabiendo que es, será y seguirá siendo su eterna perdición.
<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; line-height: 107%;">El reloj me recordó que el
pico y placa ya no era excusa para matar el tiempo y que mi carro ya podía
desplazarse libremente por la ciudad en el trancón que lo lleva a uno de un
lugar a otro. Entonces pensé que lo mejor era dejar que el tráfico bajara para
llegar rápido a mi casa. Eso simplemente era una excusa para darle largas a mi
tiempo de pelea, de frustración, de intentos por recuperar lo irrecuperable.
Ahora el humillado era yo, quién suplicaba era yo, quién quedaba vacío y
postrado era yo. Y quería más tiempo para sufrirlo, en un acto, como no, de estupidez
consciente.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; line-height: 107%;">Aún me quedaba un gramo de
vergüenza y después de perder 400 mil con el tiempo vencido para regresar a mi
casa, en donde me esperaban mi esposa y mi bebé recién nacido, decidí parar,
como el borracho que sabe que con el siguiente trago va a empezar a cogerle el
culo a las mujeres y a buscarle pleito a los hombres. Caminé al parqueadero sin despegar la mirada del piso, repasando cada baldosa, cada división en los andenes, cada bache en el asfalto hasta que llegué. Abrí mi billetera para pagar el día. Estaba casi vacía, con menos de la mitad
de lo que llevaba y con unas ganas infinitas de regresar a ese casino. Pensaba
que si había podido recuperar 30 mil por un instante no sería tan difícil
recuperar 400 mil, solo era cuestión de estrategia. Al otro día regresaría en
algún momento para enmendar mi falta, podría llegar a un acuerdo amistoso con
esa máquina a la que solo le pediría devolverme mis 400 mil y ya, como si nada,
como si esos diez años de abstinencia jamás se hubieran suspendido. Llegué a mi
casa, besé a mi esposa, cargué a mi bebé y me acosté a dormir alucinando entre
las luces y los sonidos del antro ese, esperando los primeros rayos del sol
para ir a la oficina y luego a recuperar mi plata, como si fuera a hablar tranquilamente
con una amante en decadencia solo para decirle que no nos veríamos más, que
solo fue un error, que todo estaba olvidado. Pero que me devolviera mi cochina
plata.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; line-height: 107%;">Al día siguiente, después de
quitarme las lagañas, repasé el monto que tenía en la billetera. 200 mil que
debería volver de nuevo 600 mil por obra y gracia del espíritu bendito de la
suerte. Como si el cosmos confabulara para entregarme al regazo de la
perdición, las reuniones de la tarde fueron canceladas. Entonces, después del
almuerzo, ya tenía mi agenda disponible para este encuentro distendido con la
máquina que me había secuestrado mi plata. Almorcé y salí presuroso para el
casino. Puerta grecoromana pobre, letrero luminoso y minifalda en la puerta.
Todo en su lugar, dispuesto para ese encuentro amigable en el que iba a
disuadir a la máquina para llegar a un acuerdo amistoso. Ni ella ganaba ni yo
perdía. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; line-height: 107%;">Llegué al lugar de las
máquinas de póker. Contrario al primer día, casi todas las máquinas estaban
ocupadas. Sin embargo, mi máquina, la que me debía mis 400 mil estaba allí,
esperándome. Solo le faltaba brindarme un café, cosa que hizo la señorita de la
minifalda antes de que yo metiera los primeros 50 mil.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; line-height: 107%;">Pensé que yo era el único que
convertía en personas ficticias a estas máquinas embrujadas. Pensé que yo era
el único que establecía estos diálogos imaginarios de encuentros y
desencuentros, de duelos y reconciliación, de seducción y disuasión. Pero con
mis colegas alrededor, jugando frenéticamente con sus propias perdiciones,
descubrí que yo no hacía de estas relaciones algo tan evidente. Al menos esa discusión
permanecía en mi imaginación y no la verbalizaba. Pero mis colegas, viejos
zorros de los casinos, no podían disimular la euforia de su propia relación. El
cuadro fue exasperante, continuo, decadente y patético. La persona apostada a
mi lado izquierdo, le decía a su máquina “mamita”. Mamita es el término más
grotesco para dirigirse a una mujer si ésta no es la mamá. Le decía “mamita,
devuélvame la plata”, “mamita, deme juego”, “mamita, no sea malita” y por
último, antes de que la máquina lo pelara una vez más y lo sacara de allí con
una patada en el culo, dejó el “mamita” por “esta gonorrea me vació otra vez”
exhaló un suspiro entrecortado, le pegó a la pantalla un puño suave pero con
rabia y se fue. La “mamita” se quedó ahí con su plata. Pero yo sabía que él iba
a volver a seguir rogándole a su “mamita” que le devolviera la plata, mucha,
supongo.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; line-height: 107%;">La persona de mi lado derecho
balbuceaba cosas incomprensibles, algunas veces como si susurrara, otras, con
un pitido insoportable como generando suspenso. Este jugador iba ganando y con
cada triunfo la daba una caricia al costado de la máquina, como si la
consintiera. Como en el tráfico más hostil de la capital, lo mejor es no hacer
contacto visual con nadie, pues se corre el riesgo de que el jugador con el que
uno se cruce las miradas, lo haga a uno partícipe de su tormentosa relación. Como
novato, me pasó. Miré al señor de la derecha, el que balbuceaba cosas
incomprensibles, un anciano de unos sesenta y tantos años y con ese tono del
alcohólico que está temporalmente sobrio, me sonrío y me dijo: “Hoy está
suavecita, está dando bueno”. Yo correspondí la sonrisa y no pude disimular el
pánico de verme allí reflejado, como si fuera mi espejo de la máquina del
tiempo ubicado en el futuro. Rápido me deshice de esa imagen con una dosis
espontánea de autoayuda, diciéndome a mí mismo que esa ya no era mi vida, que
este era un trance temporal y que una vez terminara de conciliar con mi máquina
la devolución de mi dinero, todo habría terminado.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; line-height: 107%;">Para evitar estos encuentros
incómodos, decidí fijar mi mirada en la máquina que me correspondía y solo dejé
que mis oídos estuvieran pendientes de las relaciones conflictivas de mis
colegas por si alguno se deschavetaba. Y es que pasa mucho. En los casinos la
gente enloquece y hay que estar alerta porque a veces hay que correr por la
vida. Hace más de diez años, mi compañero ocasional y anónimo de infortunio después
de varias horas de estar jugando, no aguantó la presión de perder eternamente y
la emprendió contra la máquina. La cogió a puños y patadas con ira e intenso
dolor y también a quiénes intentaron controlarlo, entre quienes por supuesto,
no estaba yo. Yo corrí, cobardemente corrí y me hice detrás de un biombo para
ver en qué terminaba la gesta del desgraciado. El tipo exigía que le
devolvieran su plata porque las máquinas estaban arregladas y él perdía en
jugadas absurdas, como que le plantaban un tres para doblar y miserablemente su
carta de respuesta era un dos. Para él esto era imposible ¿Cómo era posible que
le saliera la única carta con la que podía perder? Él tenía razón. Las máquinas
están arregladas. Pero todos lo sabemos. Desde la niña con la minifalda a la
entrada hasta el dueño del casino lo saben. Los jugadores lo saben. Ese es el
negocio. Si las máquinas no estuvieran arregladas no serían negocio. Uno solo
juega para ser el afortunado que se cruza con el juego en el preciso instante
en el que lanza el anzuelo con algo para los zombies desventurados que van
todos los días allí para dejar su sueldo, su producido, la utilidad o la
pérdida de sus negocios, lo que tienen y hasta lo que no tienen. Uno va por las
migajas de un banquete en donde los señores son los dueños de los casinos y uno
es el perro que espera paciente a que se caiga un hueso de la mesa. Un hueso
que casi nunca cae antes de las patadas que lo sacan a uno de allí con una mano
adelante y otra atrás, con el rabo entre las patas.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; line-height: 107%;">Ese día también perdí. No
quiero decir cuánto porque me da vergüenza. Y me avergüenza decir que he ido
todos los días durante una semana sacando minutos a las horas y segundos a los
minutos como el drogadicto que se mete al baño para pegarse su plum en la
oficina, el que necesita, el que le hace falta, el que lo hace ser más eufórico
y productivo. Y es que el juego es la peor de las adicciones. Las sustancias
psicoactivas tienen la bondad de sacarlo a una de la realidad. El trago embrutece
y la droga enloquece. Pero el juego no. El juego solo implica una descarga de
adrenalina y de desespero que no tienen la benevolencia de doparlo a uno, de
aletargarlo, de matarlo. El dinero se va a chorros con ese sofisma estúpido de
“recuperar”. En el juego nunca se recupera. Solo se gana un día un poco para
perder al día siguiente el doble, el triple, el cuádruple y así. La espiral no
tiene fin. Pero aún más grave que la espiral de pérdida de plata, el jugador
pierde mucho más que eso.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; line-height: 107%;">Como dije, uno en el casino
vive con las antenas bien puestas para poder escanear lo que pasa alrededor. No
solo por la locura súbita de los perdedores fracasados y frustrados que es
riesgosa. También los amigos de lo ajeno rondan esperando cualquier descuido
para alzarse con todo lo que esté por ahí pagando. Y uno, concentrado en la
máquina, deja pagando todo. Hasta la billetera que tiene en el bolsillo. Idiotizarse
con el juego es muy fácil. Se pierden reflejos, concentración, agilidad y por
supuesto, dignidad. Mucha dignidad. En todos los rincones del casino hay
letreros que advierten que el establecimiento no responde por objetos robados.
Empezando por lo que roban ellos con máquinas arregladas que abusan de
incapaces mentales que sabiéndolo van (vamos) y juegan. Y en ese estar
pendiente sin estar pendiente, yo logré ver en los demás jugadores, mis
colegas, lo que detesto de mí.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; line-height: 107%;">El jugador por definición es
cínico o mentiroso. El cínico, usualmente es el “comerciante” que considera que
el juego es un negocio más. Y adquiere el juego como un hábito porque es otra
manera de ganar dinero con ardides poco santos pero válidos, como se hacen los
negocios. Esos son los expertos, los que hablan con la máquina alegándole como
si fueran su empleada y las putean cuando pierden. Creen que conocen las
dinámicas de ganancia del juego y creen además que pueden ganar
sistemáticamente, enriquecerse y vivir de esa actividad. Por supuesto, estos
son los más miserables y los que más pierden. Y son los que más pierden porque
viven convencidos de que pueden ganar. Entonces, vuelven una y otra vez para
comprobar su teoría. Cargan esmeralditas en el bolsillo que venden a un módico
precio cuando están pelados. Su aspecto es tenebroso pero no más que su
lenguaje. Se quedaron estancados en la época del narcoterrorismo de finales de
los 80´s y actúan, visten y se comportan como pequeños traquetos con
aspiraciones de capo. Con estos es completamente prohibido establecer contacto
visual. Cuando era ludópata compulsivo, hace más de diez años, osé mirar a un
personaje de estos a los ojos. Inmediatamente me culpó de haberle echado “mal
de ojo” a su máquina y me exigió que le devolviera 100 mil pesos que había
perdido. Cuando se acercaba energúmeno para encuellarme, la señorita de minifalda y el
celador me salvaron de sus garras. Era usual que tuviera ese comportamiento y
los celadores ya lo sabían. Obviamente, no pude volver a jugar en ese lugar.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; line-height: 107%;">El mentiroso es como yo, un
tipo inseguro, avergonzado, lleno de demonios internos que va a purgar con el
sonido sicodélico de las máquinas y las luces titilantes de las pantallas sus
culpas y sus ambiciones, un masturbador compulsivo de sus propios miedos y un
pornógrafo del espíritu, que va contando su intimidad en un texto que llegará a
los ojos de quien lo quiera ver sin ningún otro propósito que el de exhibirse.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; line-height: 107%;">Y uno es mentiroso porque el
juego es parte de la vida clandestina, esa que uno oculta porque no va con lo
que uno aparenta: Ser un tipo serio, centrado en su trabajo y en su familia,
que a pesar de algunos desvaríos naturales no parece ser un ente pegado a unas
cartas virtuales, a un espacio sórdido de perdición, a un prostíbulo en donde
se pierde la plata sin sexo. Y entonces, cuando entran las llamadas a los
teléfonos de los jugadores, empiezan las mentiras. Unos corren al baño y
cierran la puerta para que el sonido ambiente no los delate. Inventan reuniones
importantes y susurran para no interrumpir esa reunión que no existe, que tan
solo está en la imaginación de ese timador perdido en el bosque de sus propias
frustraciones. Otros se quedan al frente de la máquina y sugieren caminar por
la calle y dicen que el ruido es de la calle, que van de un lugar a otro para
cumplir una cita o dejar un documento. La mente del mentiroso hace maravillas.
Inventa las historias y las enriquece con todo lo que sea necesario. No hay una
forma de tapar una mentira sin que sea necesaria otra mentira. La mentira es
una cadena sin fin que lleva al mentiroso a vivir una vida falsa, creada en su
propia mente, hasta que llega a creérsela, a justificarla, a convertirla en
realidad por fuerza del desespero. El mentiroso es un tipo que sube a un
edificio alto en un ascensor que no baja. La única manera en la que un
mentiroso puede salir de la mentira es arrojándose dese el último piso al vacío
de la verdad una sola vez y para siempre en un suicidio de esa vida que
inventó. Las consecuencias son impredecibles, pero la verdad, por dura que sea,
es la única manera de renacer. Pocos lo hacen, pocos lo intentan, casi siempre
el mentiroso muere mentiroso, creyéndose sus propias mentiras y juzgando como
injustas las desgracias que le pasan. El mentiroso casi nunca recuerda cuándo
pasó la raya que ya no lo dejó regresar. El mentiroso vive en barrena
permanente, entre la vergüenza de que lo descubran y la estratagema para volver
a engañar. El triunfo del mentiroso es el engaño. Y el engaño en sí mismo es un
fracaso permanente. Yo he suicidado al mentiroso más de una vez confesando
verdades dolorosas, hiriendo a las personas que amo y que me aman, dejando esa
estela de desconfianza que no se borra nunca. Pero de alguna manera encuentro
de nuevo el camino de la mentira y asciendo de nuevo a ese edificio del que no
se puede bajar. Y otra vez me lanzo, quizás esperando a que un día me salgan
alas para poder pilotear esta miseria entre ser y no ser, entre la mentira y la
verdad, entre lo que soy y lo que quiero ser, entre lo que detesto de mí cuando
miro al espejo y lo que me imagino que puedo llegar a ser cuando dejo de
mirarlo.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; line-height: 107%;">Sí, otra vez caí. Otra vez me
dejé llevar por el frenesí del tiempo libre y mi falta de voluntad. Otra vez
programé mis males a plazos prorrogables hasta la eternidad. Otra vez me dejé
derrotar por mí mismo, por esa parte de mí que no me sirve de nada pero que me
llena del más aberrante de los hedonismos. Nadie me creería si digo que esta
semana en la que me he revuelto en mi propio estiércol ya pasó y que ahora
estoy lanzándome de nuevo al vacío de la verdad. Ni yo mismo me lo creo.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; line-height: 107%;">Llevo unos días sin ir. Unos
días recordando qué mentiras le dije a mi esposa para que no se me olviden y
así poder decirle más mentiras concordantes de tal manera que esa sea la verdad
para ella y para mí. Llevo días reflexionando sobre lo vacío que es ese mundo
bizarro lleno de personas anónimas, de sombras lánguidas que se aferran a la
esperanza de que una máquina les dé lo que su talento no puede. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; line-height: 107%;">No estoy acá para dar cátedra
de moral o para decir que este es mi balance. No. Porque no sé si vuelva a
caer. Hace más de diez años pensé que era la última vez y heme aquí, de nuevo,
diciendo lo duro, inútil y sórdido que es esto. Mi ánimo no es el de redimirles
señores jugadores. Ustedes no me van a leer porque ustedes no leen. Y lo sé
porque yo tampoco leo cuando juego. La mente se limita a ese deseo inmenso de
que un golpe de suerte nos devuelva unos centavos para aniquilar los
remordimientos acumulados de días, meses y años aferrados a esta ilusión
absurda de lograr con suerte lo que no se ha luchado con trabajo. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; line-height: 107%;">No quiero volver, no solo por
el dinero que perdí sino porque descubrí que aún soy todo lo que detesto de mí.
No quiero volver porque la máquina es el referente máximo de mi debilidad y
porque siempre me va a ganar. Porque soy yo mismo en mi zona de confort, la que
no lucha, la que no piensa, la que no sabe enfrentar a la vida y sus demonios,
la que se conforma con lo más pútrido de su mediocridad, la que se resigna a
ser un despojo que es capaz de culpar a la suerte y al destino mientras le pega
a las teclas de una máquina infernal. Espero no volver, pero no porque esté
aferrado a una promesa de caballero medieval. No quiero volver porque anoche
que abracé a mi hijo más pequeño para dormirlo, recordé todas las veces que
empeñé el dinero que necesitaba para mantener a mi hijo más grande, cuando ese
dinero nos hacía falta, mucha falta, de verdad. Recordé cuando él, mi hijo
grande, era bebé, como mi pequeño hijo ahora, y yo llegaba a la casa sin
mercado, sin leche y sin pañales, maquinando una nueva mentira que a él no le
importaba porque a él no lo podía engañar. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; line-height: 107%;">Ahora puedo decir con </span><span style="font-family: "arial" , sans-serif; line-height: 107%;">mucho de arrogancia y poco de orgullo que los daños no tienen ese nivel del
pasado, que la plata que perdí me hará falta para un lujo o para una comodidad
pero no para los pañales, la leche o la tranquilidad de mi bebé. Pero viéndolo
a los ojos mientras espero que se duerma, no quiero que él vea en mí lo que mi
otro hijo, que ya roza los veinte años, vio en mí. No quiero que mi historia
del día para él cuando tenga un mínimo de uso de razón sea contarle si me fue
bien o mal en el casino, si gané o perdí, si la máquina estuvo generosa o
tacaña. No quiero que eso sea lo que mi hijo reconozca de mí, un ser básico y
atormentado buscando en un lugar bizarro y lúgubre el triunfo pírrico de
arrancarle a un artefacto sicodélico unos billetes para sentirme feliz o
triste. No quiero ser eso. No quiero ser lo que fui esta semana.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; line-height: 107%;">Ahora descubrí que no superé
mi adicción ni ahora ni en estos más de diez años que pasaron. Descubrí que lo
único que necesito para recaer es exceso de tiempo y falta de voluntad. Mi
voluntad siempre ha sido débil y no lo considero un defecto en sí mismo. Mi ley
siempre ha sido la ley del mínimo esfuerzo y no me avergüenzo por eso. Me
avergüenza que mi mínimo esfuerzo sea para jugar habiendo tanto ocio en el
mundo en el que puedo invertir ese mínimo esfuerzo sin arriesgar tanto y sin
sentirme tan mal. Siempre he sido un sibarita irresponsable retando a los
malevos. Pero el juego es un espacio tedioso, estático, sin gracia y cruel. Si
he de desperdiciar mi tiempo que sea en escenarios más apasionantes, en donde
mi mente se rete con mentes naturales y no esas estúpidas mentes artificiales
que fueron capaces de dominarme antes y ahora.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; line-height: 107%;">Qué bueno mejor irme a cagar a
patadas en el fulbito con los compañeros de la oficina, con los que nos miramos
mal y con los que nos miramos bien. Qué bueno descubrir en la interpretación
actoral los demonios que uno mismo carga mientras los actores y las actrices se
deshacen en los tablados. Qué bueno conectarse con la guitarra del bohemio que
le da por tirárselas de artista en un bar. Qué bueno por fin entregarme al
placer de la lectura con el mismo ahínco que me entregué a esas cartas amañadas
pintadas en una pantalla. No me arrepiento de perder el tiempo. No. Me arrepiento
de perderlo jugando sabiendo que de verdad se pierde.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; line-height: 107%;">Y este no es un manifiesto de
compromiso ni una carta de arrepentimiento. En cierto modo, es mi confesión, mi
verdad, mi testimonio expuesto para quién se pueda y se quiera nutrir de él como
todo lo que escribo. Un panfleto tirado en la calle para quien lo quiera
levantar. Esta es mi catarsis, una nueva catarsis en la que cuento un cuento largo
de algo tonto que hice. Mi vida es una secuencia de tonterías y ya. No estoy
acá para darme látigo por eso. Pediré perdón a quien debo, quienes saben
quiénes son. Y seguiré adelante pretendiendo, como siempre, que aprendí algo de
esto.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; line-height: 107%;">Ya fue. Todo lo que fue, ya
fue. Y solo me queda esta experiencia para escribirla, lo que más me gusta. Entonces
si lo escribí valió la pena. Y ya.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; line-height: 107%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; line-height: 107%;">Voy hacia mi casa caminando mirando el piso. Voy contando las baldosas, las divisiones en la acera y los baches en el asfalto. Voy caminando pensando con los dientes apretados que tiré más de diez años de mi vida a la caneca. Que recaí como si nunca hubiera salido del infierno. Me atormenta a cada paso suponer que voy a volver, que mirando al piso me encontraré de nuevo con esa minifalda, esa puerta grecoromana pobre y esa máquina que ha exprimido centavo a centavo lo mejor de mí. Espero no volver, cumplirle a mi hijo más pequeño lo que no le cumplí al más grande. Espero que así sea. Pero no sé. Solo sé que veo el piso y que voy para mi casa.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; line-height: 107%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; line-height: 107%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; line-height: 107%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "arial" , sans-serif; line-height: 107%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
Andrés Felipe Giraldo L.http://www.blogger.com/profile/10261167690680040568noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5484373609843649448.post-47402332140059074102015-12-07T18:13:00.001-08:002015-12-07T18:13:14.422-08:00La mirada de Belisario<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi6wEkDaJCLgTLYjW5QpPmetA8-JxeELzgbQu6BTHuBm76VfVWlioCw2eCsMhLbrXB7u_LyRnWYJBA-p78HV219nvArgWcXbopoH__WZWEm2ZTZuoVni9mwvgr33JWxVpxAJXdpKTRiaC4/s1600/Betancur.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="426" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi6wEkDaJCLgTLYjW5QpPmetA8-JxeELzgbQu6BTHuBm76VfVWlioCw2eCsMhLbrXB7u_LyRnWYJBA-p78HV219nvArgWcXbopoH__WZWEm2ZTZuoVni9mwvgr33JWxVpxAJXdpKTRiaC4/s640/Betancur.jpg" width="640" /></a></div>
<br />
<br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%;">Hace mucho tiempo que no veía
una mirada conmovida tan genuina. Miradas así las veía mucho en mi padre, que era un tipo de
lágrima fácil y que además era tremendamente honesto entre lo que sentía y lo
que transmitía. Por eso la mirada de Belisario me impactó tanto. Porque en sus
ojos longevos pude percibir un alivio infinito, de décadas de arrepentimiento
contenido. Se nota que necesitaba a gritos que le concedieran un perdón
sincero, proveniente de una víctima real y emblemática. Y ese perdón llegó. Y
él descansó.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%;">El escenario fue la
Universidad de Ibagué, un lugar que llevo en mis afectos más preciados porque
allá estuve un año y medio como director de programa y docente, en donde la academia
tiene un nicho regional auténtico y bienintencionado. Renuncié a esa
Universidad porque uno cree que la tierra solo llama cuando se viene de un
terruño calmo y se encuentra de repente con el caos de la gran ciudad. A mí me
pasó al revés. El caos de la gran ciudad, pero sobretodo, el inefable derecho
al frío, me reclamó a gritos mis cobijas y mi ropa abrigada. Por eso regresé a
Bogotá y a su cálido frío. No es una contradicción. Lo más (y quizás lo único) acogedor
de Bogotá, al menos para mí, es su frío.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%;">Del evento no tengo mayor
información. Fue hace pocos días. Pero la fotografía que vi condensa tan bien
lo que pudo haber sucedido, que me quedo con esa sola imagen para hacer mis
especulaciones. Yesid Reyes Alvarado, uno de los hijos de Alfonso Reyes
Echandía, el Presidente de la Corte Suprema de Justicia que fue asesinado entre
el 6 y el 7 de noviembre de 1985 en la cruenta y absurda toma del Palacio por
parte del M-19, ahora Ministro de Justicia, se inclinó para tomar con su mano derecha
el brazo izquierdo de Belisario Betancur. Betancur correspondió tocando con su
mano derecha la mano de Yesid, como agradeciendo el gesto, como valorando el
perdón, como soltando una cruz grande y maciza, un lastre de tres décadas que
pesaba en su conciencia con cada tic tac del reloj. Y esa mirada, esa mirada de
ojos cansinos profundamente emocionados, posada en la mirada indulgente de
Reyes que detrás de sus gafas decía sin palabras que comprendía el
arrepentimiento y brindaba el perdón. La mirada de Belisario estaba cargada de
una dosis inmensa de alivio abriéndose paso entre las verdades que no ha dicho
y que quizás nunca dirá.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%;">Por fin, después de treinta
años de tan lamentables hechos, se encontraban cara a cara el Presidente de la
República que dio (o no dio) las órdenes de la retoma del Palacio de Justicia
que culminó en una carnicería infame de sangre y fuego que acabó con la vida de
casi cien personas entre magistrados, empleados del Palacio, agentes de
seguridad del Estado, transeúntes de malas y por supuesto, guerrilleros del
M-19 sin quienes no se hubiera armado todo el zaperoco; y los hijos de la
víctima más insigne de la toma, hijos del Presidente de la Corte Suprema de
Justicia ese nefasto día, Alfonso, Yesid y Emiro Reyes. Además, estaba Navarro Wolf,
líder de esa guerrilla que para los días de los hechos se recuperaba en Cuba de las
heridas de un atentado que le hicieron cerca de Corinto, Cauca, en un fallido
proceso de paz que terminó de enterrarse con esa toma.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%;">Como lo advertí, no estuve en
el evento y no sé qué pasó. Me quedo con la información de prensa y más que
nada, con esa imagen de Belisario Betancur y Yesid Reyes que me impactó tanto.
Y me quedo también con mis recuerdos de esos 6 y 7 de noviembre de 1985, cuando
apenas tenía once años y un papá que vivió muy de cerca el dolor de esos
momentos.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%;">Mi padre, Jaime Giraldo Ángel,
era profesor en la Facultad de Derecho de la Universidad de los Andes y conjuez
de la Corte Suprema de Justicia. Alfonso Reyes Echandía era uno de sus mejores
amigos. Compartieron aulas como alumnos y profesores de la Universidad
Externado de Colombia. Además, sostenían debates ideológicos desde orillas
opuestas, pero por eso nunca dejaron de ser amigos. Mi padre, el día anterior a
la toma, es decir, el martes 5 de noviembre, estuvo en la Corte dirimiendo un
empate de una votación en la Sala Penal, que es la función de los conjueces.
Esa fue la última vez que vio a su amigo Alfonso y a varios de sus exalumnos
del Externado, como Manuel Gaona Cruz y Carlos Medellín Forero, también
magistrados de la Sala Penal de la Corte.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%;">Mis recuerdos de esos días son
difusos. Yo estaba en quinto de primaria en el colegio de San Bartolomé la
Merced que queda en la Carrera quinta con calle 34 de Bogotá. Tengo dos
imágenes tatuadas en mi mente. En la cena del miércoles 6 de noviembre, mi
padre estaba escuchando noticias. Se le encharcaron los ojos, se tapó la cara
con las dos manos y dijo “mataron a todos mis amigos”. Aún no se sabía el
resultado fatal de la retoma. La segunda imagen es la vista desde mi salón de
matemáticas el 7 de noviembre en la mañana. Mi colegio queda contra la montaña
y se veía a lo lejos la Plaza de Bolívar. Desde el Palacio de Justicia salía
una humareda agonizante. Toda la clase me quedé mirando las formas de ese humo
mientras se desvanecía. En todas las clases de matemáticas me distraía con
algo. Ese día me distraje con la agonía del Palacio de Justicia. Sabía que
debajo de ese humo la muerte yacía, por lo que había dicho mi papá la noche
anterior. Me dio tristeza. Y pensé en mis amigos.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%;">En la noche de ese jueves vi
el discurso televisado de Belisario, que era el mejor somnífero de la época. Pero ese día
era distinto. Ese día era importante. Mi padre escuchaba y disentía con la
cabeza, le crujían los dientes y reprobaba cada palabra. Yo me quedé dormido.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%;">En estos treinta años la
verdad ha ido apareciendo y desapareciendo por pedacitos, por fragmentos, por
impulsos de voluntad que rodean cada aniversario de la toma y que se van
diluyendo con el trasegar de los días y con la conmemoración de otras tragedias
nacionales que también se perpetúan en la impunidad. En estos treinta años los
que salieron como héroes desfilando en tanques de guerra dejando atrás las cenizas
del Palacio, con el tiempo dejaron de ser héroes y pasaron a ser culpables de crímenes de
lesa humanidad. En estos treinta años los líderes sobrevivientes del M-19 han
tenido que cargar con el estigma de los brutos, ilusos o claramente
malintencionados y cooptados por el narcotráfico (no se sabe ni se sabrá) guerrilleros
que decidieron tomarse el Palacio de Justicia, la única rama del poder público
que gozaba de algún respeto y credibilidad en esos tiempos aciagos para la
Patria, dizque para hacerle un juicio político al Presidente. Su condena fue sentenciada
y ejecutoriada ahí mismo. Solo una guerrillera salió viva de esa toma.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%;">En estos treinta años
Belisario ha fungido como un convidado de piedra fatal en esta tragedia, a
quien se le vio y se le ve aún como un Presidente timorato y sometido por los
sables de los militares que decidieron resolver la situación a su manera. Y su
manera fue la peor manera. Nadie le cree que con su tono poético y apaciguado
haya podido dar las órdenes enérgicas que requería semejante salvajada.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%;">En estos treinta años se ha
develado que lo peor que pasó en esos dos terribles días, es que todos los
actores de la toma y la retoma actuaron creyendo que tenían la razón, que
defendían la democracia y la justicia, mientras la justicia misma terminaba
incinerada entre los escombros de su Palacio, implorando que cesara el
traqueteo de las armas para que imperara el diálogo. Pero nadie la escuchó,
nadie dialogó, nadie dijo nada hasta que pararon las balas para contar los
muertos.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Arial",sans-serif; font-size: 12.0pt; line-height: 107%;">Ya nada puede reparar el daño.
La cicatriz profunda que quedó en la institucionalidad y en la sociedad no será
borrada ni por la verdad ni por las mentiras que han rondado todo este
episodio. Pero al menos se siente un destello de paz en esa imagen y en ese
perdón. Saber que una persona nonagenaria va a poder bajar al sepulcro con algo
de tranquilidad y paz en el corazón después de recibir el perdón de los hijos
de Alfonso Reyes Echandía, después de treinta años de reflexión y
arrepentimiento, es tremendamente valioso. El perdón sana, tanto a quien lo
pide con arrepentimiento como a quien lo otorga con sinceridad. Solo hay que
observar con detenimiento la mirada conmovida de Belisario para notar que así
es.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
Andrés Felipe Giraldo L.http://www.blogger.com/profile/10261167690680040568noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5484373609843649448.post-20213191534634448772015-09-27T09:05:00.002-07:002015-09-27T09:05:33.743-07:00Soy pasado.<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg_fel1KPZEsbYx4-lRXqqbDGxEfgN7B6yikDvcrg06qNbnEeedMtb-02SEmeOL0ySgHHjhYQ1nWe7LzWW71we4bjbTgQEhnlyaZYunA4I2ZRoqtFGZ2dCN-UQxws65aVt2SSo3u0T97j8/s1600/11831780_10152852941431652_7976987461134717595_n.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="398" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg_fel1KPZEsbYx4-lRXqqbDGxEfgN7B6yikDvcrg06qNbnEeedMtb-02SEmeOL0ySgHHjhYQ1nWe7LzWW71we4bjbTgQEhnlyaZYunA4I2ZRoqtFGZ2dCN-UQxws65aVt2SSo3u0T97j8/s400/11831780_10152852941431652_7976987461134717595_n.jpg" width="400" /></a></div>
<br />
<br />
Los recuerdos de mi infancia no son consistentes. Son destellos de momentos muy precisos que recuerdo nítidos pero sin mucho contexto. Mi historia de niño siempre la recreo, la intuyo y la supongo, uniendo puntos imaginarios para darle algún sentido a mi pasado.<br />
<div>
<br /></div>
<div>
Recuerdo, por ejemplo, una vez que me descalabré. Me imagino de unos cinco años yéndome de bruces contra el piso del garaje de mi casa. Recuerdo perfectamente la baldosa ocre, pequeña e intrincada, acercándose a toda velocidad hacia mis ojos antes de ver un fogonazo inmenso en mi cabeza vacía de cerebro estrellado contra esa superficie dura. Después, recuerdo abrir los ojos y no sentir dolor ni sonidos ni olores ni nada. Recuerdo también sentir mi frente y mis cejas mojadas y una gota roja inundándome las pestañas. "La sangre es escandalosa" me había dicho muchas veces mi mamá cuando le contaba sobre los accidentes de mis amiguitos o cuando me raspaba las rodillas. Y ese día lo comprobé. Sentir la muerte es sentir la sangre, al menos para un niño. Sangre en el piso, sangre en mi cara, sangre en mis manos. Ríos de sangre.<br />
<br />
Soy pasado. Solo pasado. Nada más. Como todo el mundo, como todas las personas. Aborrezco a los profetas de la felicidad futura. La única manera en la que recibiría libros de Coelho, Riso, Choprá u Osho, sería escritos en largas y no muy anchas tiras de papel toilette. Para los optimistas, el futuro lo es todo, y creer que va a ser maravilloso es su consigna. Soy alérgico a los pensamientos positivos, me enferman los discursos cargados de esperanza. Solo soy recuerdos deshilvanados y unos dedos escribiéndolos de vez en cuando.<br />
<br />
El pasado se ve con desdeño y se considera un avance superarlo, sobre todo cuando ha sido triste, conflictivo, traumático, doloroso o cruel. "Pasado pisado" dicen los profetas de la felicidad futura. Pendejos. El pasado no se puede pisar porque es lo único que somos. El futuro no existe y el presente está condenado a ser pasado justo ahora. Ya fue. Por eso me declaro pasado. Soy pasado y amo serlo. Es lo único que me motiva. Seguir siendo pasado. Si quisiera ser futuro me sentaba acá indefinidamente a comerme los mocos mientras llega eso que nunca será. Porque el futuro nunca será hasta que sea pasado.<br />
<br />
No tengo ningún pasado por superar, ningún trauma por curar y ningún recuerdo por olvidar. Porque soy pasado, traumas y recuerdos. Ellos me han hecho. Bien, regular o mal, son lo que soy. Me encanta recordar y fantasear con los recuerdos. Amo vivir en el reino del hubiera sido, como si hubiese hecho distinto algo que hice mal o algo que simplemente no hice. Entonces fantaseo con lo que hubiera sido de mi vida si hubiese tomado una decisión distinta. O me imagino muerto ya, por haber tomado una decisión distinta a la que tomé.<br />
<br />
Solo creo en el destino cuando no quiero hacer nada por mi vida. Entonces me dejo llevar por la inercia de los segundos entre dormido y despierto, entre sentado, acostado, parado o caminando... como sea. Vivo y escribo estos disparates como dejando una señal del momento que viví, para imaginarme qué era ese pasado cuando la memoria me falla.<br />
<br />
Soy pasado escribiendo o imaginando qué voy a escribir. Soy pasado metido entre letras, palabras, frases, párrafos e historias incompresibles. Soy pasado recordando una gota de sangre bajando por mi frente que yo vi como un río de terror frente a mis ojos. Soy pasado, un niño feliz pisándose los cordones de unas botas de caucho sin cordones. Soy pasado. Eso soy. Y no sé que seré. Porque ya fui.<br />
<br />
<br />
<br /></div>
Andrés Felipe Giraldo L.http://www.blogger.com/profile/10261167690680040568noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5484373609843649448.post-20247048301806826402015-09-23T06:16:00.001-07:002015-09-23T06:17:33.686-07:00LA PAZ, UNA CONSTRUCCIÓN CULTURAL.<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 107%;"><br /></span>
<span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 107%;">La paz es una construcción
cultural que tiene su pilar más sólido en la armonía y sosiego individual, cuando
además, los atributos relacionados con la paz se asumen por la ciudadanía como
una forma de vida. La paz, pues, no es la ausencia de conflicto, porque el
conflicto es inherente a los humanos, como parte de la diversidad y de la
pluralidad de pensamiento, de creencias, de opiniones, de hábitos y costumbres.
<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 107%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 107%;">La paz, entonces, se da cuando
finalmente la violencia se convierte al fin en un recurso excepcional en la
resolución de los conflictos entre las personas y cuando existen mecanismos
eficaces para resolverlos pacíficamente, de tal manera que las decisiones que
se tomen con base en tales mecanismos sean respetadas por las partes
involucradas en la disputa.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 107%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 107%;">En este orden de ideas, las
sociedades pacíficas se caracterizan por una alta capacidad de negociación de
los asuntos cotidianos, en donde las personas están cooperando permanentemente
en función de la armonía social con base en un alto grado de respeto,
reconocimiento y tolerancia por la diferencia con el otro. Cuando las
condiciones para favorecer dicha armonía son innegociables porque se
transgreden principios o se atenta contra la libertad, integridad o vida de las
personas, es allí cuando el Estado interviene con su poder coercitivo apelando
a la Ley que establece formalmente esos principios básicos de convivencia. La
Ley debe ser el resultado de una construcción común en donde se plasman los
acuerdos entre los miembros de la sociedad para favorecer la paz, la armonía y
la convivencia. Por eso autores como Hobbes o Weber otorgan al Estado el
monopolio legítimo de la fuerza, entendiendo que éste es un mediador en las
relaciones sociales para evitar que se imponga la ley del más fuerte, elemento
fundamental para diferenciar el estado de naturaleza de la sociedad civil.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 107%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 107%;">Por eso me resulta paradójico
que se le atribuya una fuerza tan excepcional a los diálogos de La Habana entre
el Gobierno y las FARC, como si este proceso fuera fundamental para la
construcción de paz en Colombia. Si bien es claro que es necesario terminar con
el conflicto armado en Colombia que lleva más de 60 años, que además es positivo
que la guerrilla de las FARC deje las armas y que sus miembros se reincorporen
a la vida civil, esto está lejos de configurarse como “la paz” del país,
mientras la violencia siga tan arraigada en la cultura y mientras los conflictos
cotidianos se resuelvan tan ligeramente con una puñalada o un balazo.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 107%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 107%;">El análisis de la paz en
Colombia debe ser más profundo y menos coyuntural. Reducir el tema de la paz a
dos actores, que además no son representativos de la sociedad en su conjunto,
teniendo en cuenta los bajos niveles de popularidad con los que cuentan las
FARC por parte del pueblo que dicen defender y los altos niveles de abstención
en las votaciones que eligen los gobiernos en nuestro país, simplifica
demasiado un mal endémico que ataca a nuestra sociedad desde sus inicios
republicanos. Considero que para hablar de paz, una paz real en Colombia,
debemos concentrarnos más en esa violencia cotidiana que deja muertos y heridos
por decenas todos los días, hogares destruidos y personas que se suicidan a
granel como parte de la “solución” a sus problemas.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 107%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 107%;">Y entonces, debemos verificar
cómo se manifiestan en nuestra cultura aspectos como ciudadanía, convivencia,
armonía, respeto, reconocimiento y solidaridad para encontrar la raíz de
nuestro problema histórico y profundo de violencia, y a partir de allí empezar
la reconstrucción del tejido social que nos permita vivir verdaderamente en
paz, para no estar cambiando de actores de violencia cada 50 o 60 años como
viene pasando hasta nuestros días. Porque debemos reconocer que en Colombia la
violencia es como la energía: Ni se crea ni se destruye, solamente se
transforma.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 107%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 107%;">La forma más práctica y útil
para construir este tejido social es desde el ámbito personal. La realidad en
Colombia nos ha vuelto instintivos, de reacciones viscerales, de muy poca
reflexión y nula autocrítica. Frente a la injusticia, que es la regla y no la
excepción en nuestros días, gozamos celebrar el linchamiento de los
landronzuelos cuando son capturados por las masas energúmenas que sienten que
los golpes y vejaciones son lo que merecen estos sujetos desadaptados. Lo único
que sugiere este cuadro dantesco es que es la sociedad entera la que está
desadaptada, que no hay institucionalidad que haga respetar la autoridad del
Estado y que un asesino se puede sentir justiciero porque le dio una lección a
un malandro.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 107%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 107%;">Abstenerse de reaccionar con
violencia en un país en donde estamos acostumbrados a resolver los problemas
así, no es fácil. Todo el tiempo estamos siendo tentados por el demonio del
impulso violento, del insulto, de quién nos reta a pelear para demostrar que
somos “machos” en una sociedad machista. Y entonces no acudimos a la autoridad
porque partimos del supuesto de que la autoridad es corrupta, que la justicia
no funciona, que las penas son laxas, que la justicia solo es para los de
ruana. Así nos convertimos en justicieros todos los días, actuando peor que los
victimarios y encontrando una excusa para cada acción.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 107%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 107%;">Apelando a estos argumentos
surgieron las guerrillas en los años 60´s, conformadas por personas que se
sintieron desamparadas y atacadas por un Estado que ya estaba repartido entre
los burgueses de los dos partidos tradicionales gracias a una paz mal hecha que
se llamó “Frente Nacional”. Apelando también a estos argumentos surgieron a
finales de los 80´s los grupos paramilitares que con el discurso de defenderse
de la guerrilla incurrieron en toda clase de atropellos contra el pueblo inerme
en zonas rurales de todo el país y contra todos los que pensaban que ese no era
el camino correcto hacia la paz. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 107%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 107%;">Por lo anterior, creo que los
verdaderos gestores de paz no están en La Habana. Allí están negociantes de dos
bandos logrando acuerdos para establecer nuevas formas de dominación en las que
la guerrilla de las FARC tenga su pedazo del pastel de la burocracia estatal y
los recursos públicos para poder mantener el statu quo de los últimos 200 años,
que por supuesto, favorece al Gobierno y sus círculos políticos. El conflicto
se desideologizó hace tiempo. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 107%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 107%;">Los verdaderos gestores de paz
están acá en Colombia, en las calles que se deben transitar todos los días
atestadas de carros y de gente, en las servidumbres rurales sobre las cuales
los vecinos se tienen que poner de acuerdo para su uso, en la negociación
diaria entre las personas para resolver sus conflictos pacíficamente sin apelar
a la violencia, en los funcionarios públicos que hacen bien su trabajo
entendiendo la trascendencia de su labor para el bien común y no para su
interés particular. Allí están los verdaderos gestores de paz. Héroes anónimos
que prefieren morderse un labio antes que mandar un puñetazo así la situación
lo amerite. Héroes que son víctimas que esperan pacientes la justicia así ésta nunca
llegue y que luchan por ella con su protesta pacífica sin tomársela por mano
propia, sin venganza. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 107%;"><br /></span></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 107%;">El gestor de paz es usted cada
vez que le quita gasolina a la violencia con su abnegada y valiente actitud de
no actuar con violencia. Allí está la paz. En su ejemplo y en el legado que le
deje a las futuras generaciones. En permitir que le sigan porque comprendieron
que son más fuertes los argumentos que las balas para construir una sociedad en
paz.<span style="font-size: 12pt;"><o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 107%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 107%;"><br /></span></div>
Andrés Felipe Giraldo L.http://www.blogger.com/profile/10261167690680040568noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5484373609843649448.post-83326796176721326612015-06-19T09:21:00.001-07:002015-06-19T11:32:55.967-07:00Mi regalo del día del Padre. Para mi papá.<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEim0PABCCiMaUPK3xurnmvki4uANRtBwcpLnOUODyJyO_Q6TM1Xsn7-H0EZvZfTI5ZvywWK7QgRfsRb3gik9eKLx3bpFo5GSVBqoGksDS9JVN_0hW9A01tBbusZX63OKVoaWe_x3UEM6Hw/s1600/Pap%25C3%25A1.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEim0PABCCiMaUPK3xurnmvki4uANRtBwcpLnOUODyJyO_Q6TM1Xsn7-H0EZvZfTI5ZvywWK7QgRfsRb3gik9eKLx3bpFo5GSVBqoGksDS9JVN_0hW9A01tBbusZX63OKVoaWe_x3UEM6Hw/s640/Pap%25C3%25A1.jpg" width="512" /></a></div>
<span style="font-size: large;"><br /></span>
<span style="font-size: large;"><br /></span>
<span style="font-size: large;">Este será un día del padre raro. Quizás triste. Seguro nostálgico. Por primera vez en mis cuarenta años no tendré a mi papá para abrazarlo. En el lugar que él llenaba corre un viento frío lleno de ausencia, de recuerdos, de consejos, de palabras llenas de sabiduría, de miradas que daban sosiego, de abrazos sinceros y entrañables, no como esos abrazos protocolarios que unen soledades por un segundo. Cuántas ganas tengo de abrazarlo. </span><br />
<span style="font-size: large;"><br /></span>
<span style="font-size: large;">Aún puedo escuchar nítidas sus carcajadas y el ronroneo de su máquina de oxígeno. En los últimos años de su vida, no había nada más emocionante para mí que seguir la manguera que prolongaba sus días en el mundo porque al final del recorrido estaba él, comiendo mandarina, escupiendo con disimulo las pepas en la cáscara y poniendo con disimulo la cáscara en un platico que mi mamá le ponía al lado con disimulo para que no regara las pepas, la cáscara y las mandarinas. El deporte favorito de mi papá era regar todo y lo hacía con una gracia infantil, suponiendo que nadie se daba cuenta. Era un ritual mágico, como el de la pipa, el picado de tabaco, sus anteojos y sus libros cuando era joven. Ahora con mandarinas, oxígeno y el paisaje de la ventana del estudio, que era magnético para sus ojos.</span><br />
<span style="font-size: large;"><br /></span>
<span style="font-size: large;">Mi padre falleció hace casi diez meses. Se durmió y no volvió a despertar. Y yo siento que sigue durmiendo, no por ese sentimiento de negación al que tanto aluden los psicólogos tratando de explicar lo inexplicable, sino porque su ausencia de alguna manera reconfiguró su imagen que se eternizó en mi alma. Me han dicho que debo soltar para poder continuar, haciendo referencia a las constantes evocaciones que hago de mi papá en todos los escenarios posibles. ¿Soltar qué? me pregunto. Algunos hablan compulsivamente de fútbol, de autos, de mujeres como si fueran mercancías comestibles, de la farándula, de la política, de la economía... en fin. Y nadie les pide "soltar". Mi tema favorito es mi papá, porque además condensa tantas cosas buenas que no podría tener un tema mejor. Su vida fue apasionante, su legado es tremendamente valioso, su obra, aunque para mí aburrida porque soy un tipo superficial y él va a lo profundo, ha servido de guía estructural para que el Derecho deje de ser ese etéreo filosófico vacío de gente para llenarse de contenido social y cultural, y su huella en el mundo escribe. Su huella en el mundo soy yo. Su familia.</span><br />
<span style="font-size: large;"><br /></span>
<span style="font-size: large;">Si por soltar aluden al dolor, al dolor ya lo he soltado. O mejor, el dolor me ha soltado a mí. Y no hay que confundir dolor con tristeza. La tristeza permanecerá por siempre como su ausencia física. Hasta que yo me muera y compartamos ese lugar que no existe, que no es nada. Casi nueve meses antes de que mi papá se muriera, habiendo pasado por una crisis respiratoria que casi se lo lleva, le pregunté que qué esperaba de la muerte. No era una pregunta prudente en ese momento, pero a Jaime le encantaba mi imprudencia. Le parecía lo más divertido de mí cuando ya no le importaba nada. Entonces, sonriente por mi impertinencia, me respondió desde el corazón: "Creo que no hay nada. Uno se muere y ya, se acaba, es el fin.". Yo, que creía que mi padre era un tipo más bien metafísico, conservador y creyente, lo miré entre sorprendido y admirado. Sin dejarme replicar, continuó: "Es que sobre la muerte se tejen muchas teorías que no son más que teorías. Lo que pasa después de la muerte no es una verdad verificable, entonces yo prefiero pensar que no hay nada, para no tener que pensar". Y es que él más que un conservador creyente era un científico que vivía de la evidencia. Y puedo asegurar que se murió siendo mucho más científico y mucho menos conservador. Yo me quedé mirándolo sin decir nada. Él se levantó, caminó hasta su silla reclinable, se sentó casi acostado y, cómo no, descascaró una mandarina y se la comió casquito por casquito con un placer envidiable.</span><br />
<span style="font-size: large;"><br /></span>
<span style="font-size: large;">Mi papá fue un tipo maravilloso que nunca perdió la capacidad de asombro, pero, mejor aún, nunca perdió la capacidad de asombrar. Siento que soy un privilegiado por haber compartido tanto tiempo con él en el ocaso de su vida, cuando tenía tiempo para hablar, cuando quería hablar, cuando necesitaba hablar porque la soledad lo acompañaba mucho tiempo. Y a mí también. Entonces yo llegaba con mis depresiones para que él me hablara de metodología de la investigación sociojurídica. Yo no lo escuchaba y él lo sabía, pero no le importaba, solo necesitaba que yo estuviera ahí, como un perro, como un gato, como un perico chillón. Y yo necesitaba que me hablara, como si él fuera un radio, que hace compañía así uno no le pare bolas. Entonces él me decía que Habermas alguna cosa y yo le respondía que Habermas era un careverga que partía de la base tácita de la bondad de la gente y que con eso ya se jodió toda su teoría. Y que por supuesto, la gente, toda, era una mierda. Entonces él me decía que eso lo matizaba mejor Dewey y yo le refutaba que Dewey era básicamente un profesor para mongólicos. Ahí se emputaba un poquito pero respiraba profundo y seguía hablándome de Sartre y su existencialismo. A Sartre sí lo amábamos los dos. Y sobre Sartre nos quedábamos hablando horas. Él de su obra y yo de sus aberraciones. Él admiraba sus obras y yo sus aberraciones. Y que estuviera a la orilla izquierda del río Sena escribiendo sus locuras, en donde algún día quiero estar yo escribiendo las mías.</span><br />
<span style="font-size: large;"><br /></span>
<span style="font-size: large;">En fin, para resumir, mi papá es mi tema favorito no solo porque sea mi papá sino porque es un tema apasionante. Y porque además era mi papá.</span><br />
<span style="font-size: large;"><br /></span>
<span style="font-size: large;">Viejo, tengo que contarte algo: Voy a ser papá otra vez. Después de diecinueve años de haber traído al mundo a Nicolás, mi energía vital encontró de nuevo un nido cálido y seguro en el vientre de Angelita. Tú me dijiste ese día mientras te rondaba la parca que después de la vida no hay nada. Que se fue. Que se acabó. Pues no te creo y sé que tú tampoco te creías cuando lo dijiste. Pero era tu forma de acabar las discusiones cuando no querías divagar. Y no te creo porque yo siento que mucho de ti está formando esos tejidos maravillosos y perfectos, que tu alma se está enganchando suavecita en nuestro bebé para regresar a este mundo a vivir otras cosas para que yo la guíe como tú me guiaste a mí, sin imposiciones, sin dogmas, sin prejuicios y con tanto amor que eras capaz de hablarme durante horas así yo no te escuchara.</span><br />
<span style="font-size: large;"><br /></span>
<span style="font-size: large;">Papá, feliz día del padre. Este es mi regalo. Decirte que vas a ser abuelo otra vez, y que aunque este sea el único nieto o nieta que no te conoció en vida, yo haré todo lo posible para que tu imagen, tu legado y tu ser entero pervivan en nuestro hijo o nuestra hija. Te contaré cuando lo sepa.</span><br />
<span style="font-size: large;"><br /></span>
<span style="font-size: large;">Te amo viejo. Me vas a hacer mucha falta para abrazarte. Pero me va a faltar vida para seguir recordándote. Nos vemos en diciembre padre querido. Cuando nazcas otra vez. Cuando por fin despiertes.</span><br />
<br />
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<br />Andrés Felipe Giraldo L.http://www.blogger.com/profile/10261167690680040568noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5484373609843649448.post-30138304970699608572015-03-13T02:25:00.001-07:002015-03-13T10:31:57.234-07:00Esa mierda opaca y gris de "estar bien".<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiwiNhUQ5bDeeuQB_c2nay6QQp33nqSGJfQcmO_7vf8BAqoPkpz074Eeiov3a0EJ6V-Kl_kqbfOOKQAroKbRT5-Qpe0m_3us62xIkbDBDkQAS5BXnj7XeAOO6cuwzUPBHj3En6fEcQZaoA/s1600/2014-04-04+10.59.18.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiwiNhUQ5bDeeuQB_c2nay6QQp33nqSGJfQcmO_7vf8BAqoPkpz074Eeiov3a0EJ6V-Kl_kqbfOOKQAroKbRT5-Qpe0m_3us62xIkbDBDkQAS5BXnj7XeAOO6cuwzUPBHj3En6fEcQZaoA/s1600/2014-04-04+10.59.18.jpg" height="480" width="640" /></a></div>
<br />
No puedo ser más detestable que cuando estoy "bien". Ese bien entre comillas que indica que el entorno vive su monotonía sin novedad, sin alteración, sin vida... mono-tonía. En el espejo solo se refleja la perfección fingida de una rutina maravillosa. Qué contradicción más grande. La rutina no puede ser maravillosa; es la rutina, la manifestación más parca y sonsa de la existencia.<br />
<br />
Ahora, en medio de todo este bienestar melifluo, recuerdo el por qué de mi apología a la depresión, de las odas a mi oscuridad, de tanta rabia, tristeza, mocos y lágrimas plasmadas en letras, palabras y frases sacadas del hígado sin filtro, sin matices y sin vergüenza. Cómo extraño esa maldita almohada untada con el caos de mis sentimientos.<br />
<br />
Detesto ser esto que no soy. Detesto vivir aparentando un bienestar que aborrezco, no porque sea masoquista, sino porque no soy yo. Yo soy un tipo amargado que disfruta su amargura, que la explota, que la vive y lo inspira. Ahora soy un aletargado víctima de la inercia de la normalidad. Tengo un trabajo normal en una entidad pública normal con un horario normal y un salario normal. Normalidad de mierda que me asfixia, me ahoga, me provoca nauseas y un vomito permanente de sonrisas impostadas.<br />
<br />
Y no soy malagradecido. No. Agradezco poder todavía discernir para aceptar que detesto ese mequetrefe conforme en el que me he convertido. Un pelele que rebosa las redes sociales de bienestar, de doctrina moral, del <i>"know how"</i> de la vida. Un payaso Garrick cotidiano encartado con una imagen falsa, distorsionada por un aquí y un ahora aceptable, prometedor y quizás merecido porque dejé que me creciera la cola del lagarto y la boca del sapo. Un imitador barato de Coelho que de por sí es bien barato.<br />
<br />
Me he vuelto un ser tan políticamente correcto que me desborda el fastidio que siento cuando me veo desde esa nube llamada autocrítica. Esa pécora que saco a trabajar todos los días por la mañana a buscar la riqueza material me está empobreciendo el espíritu, lo está succionando, me lo está dejando como un maniquí inexpresivo como testimonio mudo de lo que algún día fui.<br />
<br />
Ahora, duermo por la noche. Qué forma más inútil y cruel de desperdiciar el mejor momento de la rotación de la Tierra. La noche era la cómplice perfecta de mi desesperación. Era tan eterna en mis tristezas, tan despacio transcurría en mi desasosiego y tan nítidos eran los murmullos de los amantes escondidos bajo su manto frío, que no puedo tener una mejor descripción de lo que para mí era la felicidad. Y tengo que dormir en la noche porque si no lo hago no puedo madrugar para cumplirle a la corbata, al salario y al puesto. A lo normal. Eso soy ahora: Una corbata, un salario y un puesto. ¿Para qué? Para poder vivir ¿Vivir para qué? Como lo veo, para poder morir con dignidad, en una mecedora sin el mimbre roto. Porque esta vida así no es más que una suma de segundos, minutos, horas, días, meses y años que me lleven a ese momento sublime llamado muerte. Una sumatoria sin emoción. Una sumatoria de momentos inocuos mientras las canas me pintan la cabeza, los párpados se me vienen sobre los ojos y el pipí se me convierte en un triste artificio asexuado para mear sin presión y con dolor.<br />
<br />
Ahora, me someto a jerarquías, me someto al poder, acepto órdenes, cumplo tareas, repito mecánicamente y recitada la misión y la visión de una entidad sobre la que no puedo opinar porque ahí está toda la estantería de lo que soy ahora, y si se me cae la estantería me quedo sin lo que soy. Es decir, me quedo sin este yerro espiritual metido en el cuerpo de un eficiente empleado público disfrazado de seriedad y compromiso al que le quiero patear el culo por lo zoquete una y otra vez hasta que me sangre el pie. Acepto sumisamente todo lo que no soy para poder sobrevivir en este ambiente que le quiebra a uno la voluntad y la rebeldía enfrentándose todos los días a la necesidad, a las deudas, a la angustia de los gastos, al frenesí de tener para ser porque si no tenemos nada no somos nada. Y ese nadie que deambulaba por la noche se ha muerto en mis días en este alguien parco y gris metido en sus días laborales.<br />
<br />
Ahora, soy la sombra larga de José Asunción Silva o los días lúgubres de Porfirio Barba Jacob. Ahora, justo en este momento cuando la noche me sorprende junto al insomnio que por fin derrotó a Morfeo en un acto de rebeldía majestuoso, ahora, en esta noche soy tan solo los versos más tristes de Neruda pero sin estrellas titilantes, sin musa y sin dolor de poeta. Porque la poesía se ha perdido en palabras tontas que riman con rutina: camina, domina o ladina. Porque la locura se ha metido en su cuarto de confinamiento, se ha amarrado con su camisa de fuerza para no protestar porque está reprimida detrás de la corbata, de esa impostura falsa y forzada llamada responsabilidad, de una necesidad constante por sobrevivir porque vivir es un privilegio de pocos, de esos pocos a quienes llaman locos, que luchan por su locura y que no se dejan derrotar. Pero yo perdí, perdí víctima de mi propia ambición, perdí escalando por los riscos absurdos y aletargados de "ser alguien en la vida", de donde me voy rodando a golpes porque mi esencia es ser ese nadie. Ese nadie que adoro como el nadie que fui en Buenos Aires, en donde el tango y yo éramos uno, en donde el tango y yo éramos sufrimiento, en donde el tango y yo éramos inspiración.<br />
<br />
De eso nada queda, solo recuerdos que añoro de noches eternas entregado a la depresión que amo. Solo recuerdos de la brisa enfurecida golpeando contra mi ventana con el viento helado para decirme con acento argentino: "Ey loco, ahí está el Río de la Plata esperando a que te ahogues en él". Y yo entendí mal. Entendí "ríos de plata" que ahora busco cada mañana enlatado en una ruta que me lleva para vivir esta vida que desprecio, que me quita esos buenos aires de antaño, que me marchita en cada jornada porque me está convirtiendo en algo que no soy.<br />
<br />
¿Qué voy a hacer? La respuesta es simple: No sé. Ahora solo sé que soy un cobarde sin respuestas. Que el lunes próximo voy a madrugar de nuevo después de haber dormido en la noche para cumplir juicioso y sumiso con esta vida en la que me enfrasqué. Que diré que sí muchas veces, que vomitaré sonrisas impostadas desde las 8:00 a.m. hasta las 5:00 p.m. para embutirme otra vez en esa ruta hasta mi casa para seguir igual cada día, cada noche, cada vida, cada maldita vida que tenga que vivir para poder sobrevivir.<br />
<br />
En fin, estoy aburrido en general de vivir esta vida en particular.<br />
<br />
Ahora me voy a dormir, porque mañana tengo que madrugar.<br />
<br />
Hasta mañana.<br />
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<br />Andrés Felipe Giraldo L.http://www.blogger.com/profile/10261167690680040568noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5484373609843649448.post-78055803149365226172015-02-21T06:36:00.003-08:002015-02-21T06:41:40.747-08:00La ciudad civilizada y Bogotá, la ciudad de la barbarie<div class="_4_j7" style="background-color: white; color: #141823; font-family: Helvetica, Arial, 'lucida grande', tahoma, verdana, arial, sans-serif; font-size: 14px; line-height: 18px;">
<div class="separator" style="clear: both; font-weight: bold; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjwSxsApbwZoAAdTF1bTjgcuwYqs2DxjjSadu74UvVRrYRmWA4_JKTuH21-rlFBPyzl9MnqVNbm2YJU38hjzWW1DAH-gV1O2SFgXFk2slLxDnlTtKr83v8qBsLENKLHJDRAcxOzaTKVqLw/s1600/Bogontraste.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjwSxsApbwZoAAdTF1bTjgcuwYqs2DxjjSadu74UvVRrYRmWA4_JKTuH21-rlFBPyzl9MnqVNbm2YJU38hjzWW1DAH-gV1O2SFgXFk2slLxDnlTtKr83v8qBsLENKLHJDRAcxOzaTKVqLw/s1600/Bogontraste.jpg" height="425" width="640" /></a></div>
(Fotografía: Vanessa Bedoya. Carrera Séptima Calle 19. Bogotá)</div>
<div class="_4_j7" style="background-color: white; color: #141823; font-family: Helvetica, Arial, 'lucida grande', tahoma, verdana, arial, sans-serif; font-size: 14px; font-weight: bold; line-height: 18px;">
<br /></div>
<div class="_4_j7" style="background-color: white; color: #141823; font-family: Helvetica, Arial, 'lucida grande', tahoma, verdana, arial, sans-serif; font-size: 14px; line-height: 18px;">
<span style="line-height: 20px;">La ciudad es la manifestación más evidente de la civilización. Al menos en eso coinciden muchos sociólogos, antropólogos e incluso arquitectos e ingenieros que se aventuran a teorizar sobre lo sagrado y lo profano. Sin embargo, cuando camino por mi ciudad natal, Bogotá, percibo todo lo contrario: Bogotá es la manifestación más evidente de la barbar</span><span class="text_exposed_show" style="display: inline; line-height: 20px;">ie.</span></div>
<div class="mbm _5k3v _5k3y" style="background-color: white; color: #141823; font-family: Helvetica, Arial, 'lucida grande', tahoma, verdana, arial, sans-serif; font-size: 14px; line-height: 20px; margin-bottom: 10px; margin-top: 16px; word-wrap: break-word;">
<div class="text_exposed_root text_exposed" id="id_54e875ceaddfa0227355109" style="display: inline;">
<div class="text_exposed_show" style="display: inline;">
Siguiendo con la teoría, ese aspecto vago de la presunción confirmada por la ciencia, la ciudad representa la cresta de la ola de la evolución humana en el aspecto social, político y económico. Debo decir, sin querer presumir, que he conocido varias ciudades que para mí responden a unos mínimos de bienestar urbano: Tel Aviv, Jerusalén, Barcelona, Madrid, Buenos Aires, Montevideo, Santiago de Chile, Chicago, Cincinnati, Montreal y Nueva York. Otras un poco más caóticas como El Cairo, Ciudad de México o Lima. Y una absolutamente invivible, inviable, hostil y desordenada, que ha tenido la mayoría de mis momentos en la vida que se llama Bogotá.<br />
<br />
Siempre he pensado que la ciudad, como sinónimo de civilización, se construye sobre dos pilares, uno espiritual y uno material. El espiritual es la cultura ciudadana, que es la certeza de que debemos compartir un espacio reducido con muchos humanos y sus formas, colores, olores, sabores y pensamientos. Y el material, que es la infraestructura, ese conjunto de obras que permiten que esos humanos en ese espacio reducido se puedan mover sin estrellarse unos con otros. Con tristeza debo reconocer que Bogotá no tiene en un nivel, al menos decente, ninguno de los dos.<br />
<br />
Sobre cultura ciudadana no sabríamos ni siquiera el concepto en el siglo XXI si no hubiese sido por el visionario Antanas Mockus, un buen tipo de sangre lituana que fue alcalde de la ciudad dos veces (1995 – 1998 y 2001 – 2003). Mockus, con mucha paciencia, creatividad y dedicación, intentó arraigar una forma de ser y de actuar acorde con los principios de convivencia ciudadana como respeto, reconocimiento y tolerancia. Sin embargo, como la mayoría de acciones sociales que se basan más en la emotividad que en la política pública y la sanción estatal, el esfuerzo se diluyó con las subsecuentes administraciones. Ahora la cultura ciudadana en Bogotá es ciencia ficción. Por el contrario, en Bogotá se impone esa cultura fastidiosa de “el vivo”, un ser repugnante que saca ventaja de cualquier descuido del prójimo u omisión de la autoridad para sacar provecho.<br />
<br />
Y de la infraestructura ni hablar, es un caos imposible de disfrazar detrás de transmilenios, vías de cinco carriles, edificios inteligentes o puentes peatonales. Para nadie es secreto (y los medios lo han hecho público) que la corrupción se ha devorado a Bogotá con cuchillo y tenedor. Samuel Moreno, alcalde de Bogotá 2008 – 2011, entregó la ciudad a su hermano Iván como caja menor de sus multimillonarias cuentas. Alegará presunción de inocencia, pero Iván ya está condenado. Así pues, el atraso de la ciudad es más que evidente. Bogotá es de las muy pocas ciudades en el mundo con más de tres millones de habitantes que no han podido consolidar un sistema de transporte público decente.<br />
<br />
Bogotá no tiene metro. Eso lo dice todo. Un metro no es simplemente un medio de transporte efectivo en una ciudad de esta envergadura. Es un monumento al amor propio de cualquier ciudad. Nueva York, Montreal, Ciudad de México, Barcelona, Buenos Aires y Santiago mueven no solo millones de personas. Mueven la dignidad de toda una ciudad.<br />
<br />
Entonces, Bogotá es una ciudad con profundas carencias, con pilares corroídos y muy poca voluntad política para un cambio profundo y real. El alcalde actual, Gustavo Petro, cambió sus buenas ideas, acciones e intenciones para convertir a Bogotá en una trinchera ideológica para defenderse de los ataques demagógicos del Procurador y su combo de oligarcas. Y si bien le ha dado un enfoque humano a su gestión, su ego ha sido más importante que la ciudad. La autocrítica no existe en esta administración y por lo tanto no corrige lo remediable y agrava lo complicado.<br />
<br />
Es triste decirlo con tanta crudeza, pero Bogotá no es una ciudad civilizada. Es una mole de cemento sin formas ni dolientes clavada entre las montañas a 2600 metros sobre el nivel del mar. Es un lugar en donde impera la ley del más fuerte, en donde los políticos de turno ven más una oportunidad de fama y un peldaño para la Presidencia que un espacio de progreso, un tiempo de cambio y unas personas dignas de la grandeza del lugar privilegiado que le corresponde en el mapa.<br />
<br />
Bogotá sin Bogotá es hermosa. Un paisaje de todos los tonos de verde plano rodeado por la cordillera oriental, ríos, cañadas, humedales, praderas y colinas. No por nada el fundador, Gonzalo Jímenez de Quesada, enfermó y murió después de que se fue de Bogotá. Algunos cronistas fantasiosos dicen que lo mató la nostalgia recorriendo el Magdalena y recordando a Bogotá. Lo entiendo. Yo también extraño a Bogotá. O mejor, extraño la idea de lo que creo que podría ser. Una ciudad organizada, limpia y amable en la que dé gusto vivir. De la que no nos estemos quejando todo el tiempo mientras la destruimos porque para quejarnos somos muy buenos pero para respetar somos muy malos.<br />
<br />
Para terminar, se acercan las elecciones locales. Los buitres políticos de todos los colores rondan el firmamento de la blanca estrella que alumbra en los Andes. Las promesas vendrán en forma de discurso y una vez más los ciudadanos de la Capital nos dejaremos seducir por unos y otros. Ojalá la mano que va a la urna que deposita el voto esté guiada por la conciencia que concibe a la ciudad como un proyecto de vida y no como un botín político o económico de los poderosos. Bogotá será respetable y grande en la medida en que sus ciudadanos la hagan respetar. Es inútil seguir despotricando de la ciudad mientras nos quedamos cruzados de brazos. El voto es la representación de la democracia que logra cambios. O de la demagogia que los aniquila. Usted elige. Por su ciudad, hágalo bien. Vote bien.<br />
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Andrés Felipe Giraldo L.http://www.blogger.com/profile/10261167690680040568noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-5484373609843649448.post-92177570407751520122014-09-22T19:34:00.004-07:002014-09-22T19:56:18.146-07:00Carta para mis amigos deprimidos. (Esto incluye a mi yo, mi ello y mi súperyo)<div>
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg7lW32wqF3RA58xJpz15ZVs5maF1AVZ3X2hp2fF7TYnWfXQH9zuiq9zZz5NH2t4WhVU7iXwBcPeKwSRLvXk3nh_o_6OWoztlso0xNaZXUpG6cknDdYImnkPZIH3isPAF6a7uK0R_87dM0/s1600/Homero+tiriste.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg7lW32wqF3RA58xJpz15ZVs5maF1AVZ3X2hp2fF7TYnWfXQH9zuiq9zZz5NH2t4WhVU7iXwBcPeKwSRLvXk3nh_o_6OWoztlso0xNaZXUpG6cknDdYImnkPZIH3isPAF6a7uK0R_87dM0/s1600/Homero+tiriste.jpg" height="300" width="400" /></a></div>
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<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;"><br /></span></div>
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<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 115%;">Cualquier lugar en cualquier
tiempo, qué más da.<o:p></o:p></span></div>
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<span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 115%;"><br /></span></div>
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<span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 115%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 115%;">Queridos amigos y amigas deprimidos:<o:p></o:p></span></div>
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<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 115%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 115%;">La depresión es un estado
natural del ser humano. Es decir, soportar al mundo y sus demonios no es tarea
fácil. Por eso al sentirnos abrumados por los avatares de la vida es normal que
los sentimientos que se anidan en nuestra alma, corazón y mente no sean los más
alegres. Por el contrario, son la tristeza, la confusión, el desasosiego, la
rabia, la impotencia, la nostalgia y la melancolía huéspedes frecuentes de
nuestros días.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 115%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="background: white; font-family: Arial, sans-serif; line-height: 115%;">Esta carta,
tristemente, no es para sugerirles que abandonen todos estos sentimientos para
que el optimismo los colme de repente y así, de ahora en adelante, sea la
felicidad el único sentimiento que invada su ser. No puedo. No podría hacerlo.
Estoy deprimido. Y cuando eso pasa, este tipo de recomendaciones no serían más
que imposturas forzadas y mentirosas escondidas detrás de una sonrisa fingida</span>.<span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 115%;"><o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 115%;">De hecho, no me sirven los
libros de autoayuda que me deprimen al ver lo fácil, práctico y divertido que
es ser feliz y yo no puedo. Como quisiera ser Coelho, Choprá, Riso u Osho para
incubar tanta felicidad con mis letras. Pero ese no es mi talento. Yo me he
especializado en revolcarme en la tristeza como un marrano en un lodazal. Y
como un marrano en un lodazal, confieso que esto me divierte.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 115%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 115%;">He aprendido a vivir con la
depresión. Lejos de huirle y pretender que la puedo aniquilar en vicios o huir
de ella en escapes eternos, me he sentado largas horas a conversar con ella. Algunas
veces disfrutamos discusiones distendidas, amenas y tranquilas. Otras veces nos
tranzamos en peleas ríspidas, emotivas y dolorosas. Y después de estas charlas
o agarrones, he aprendido que la depresión le permite a uno conocerse,
comprenderse, valorarse, retarse y perdonarse. La depresión puede ser un
huracán de autodestrucción o un impulso magnífico para enfrentar la vida.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 115%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 115%;">Los depresivos tenemos esa
tendencia a convertir a los sentidos en radares de dolor. Eso nos hace sensibles
y por supuesto, perceptivos. Es allí cuando la depresión puede jugar a favor de
la felicidad, así suene paradójico. La sensibilidad es creativa y cuando los
poros de la percepción se abren, se pueden llenar de muchos grises y oscuros,
pero también de colores.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 115%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 115%;">Mi vocación es escribir. No
sé si sea mi talento y no me preocupa averiguarlo. Debo reconocer que la
depresión ha sido un motor magnífico para mi mente, mi alma y mis dedos. La
tristeza tiene palabras variopintas, prosas desaforadas, cadencia, ritmo,
locura, romanticismo y muchos matices. La tristeza tiene todo porque es
profundamente humana. Y es en la depresión en donde he logrado canalizar esa
mezcla de lágrimas, mocos y tinta para plasmar ideas, sentimientos y
pensamientos que al final son mi obra. Y esa obra al final es el cemento de mi
carácter, de mi historia y de mi vida. Cuando al final leo eso que escribí es
cuando entonces reconstruyo mi carácter, mi historia y mi vida.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 115%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><span style="background: white; line-height: 115%;">Por eso
creo que la depresión no es mala<span class="apple-converted-space"> </span></span><i>per se</i>. Mucho menos si la realidad que nos circunda es tan
deprimente y no la podemos evadir montados en una nube. La depresión puede ser
fantástica si hacemos de ella un motor de creatividad, de sensibilidad y de
percepción. Y por lo tanto, sin darnos cuenta, se desvanece y se difumina en
momentos de tristeza capitalizados en pequeños destellos de lucidez, de arte. Y
ese arte al final será nuestra satisfacción, pequeños momentos de felicidad.</span><span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 115%;"><o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 115%;">No podemos darle el gusto a
la depresión para que sea nuestra ruina. Eso es lo que más desea. Por el
contrario, la consciencia sobre esos sentimientos agobiantes debe motivar
reflexiones y acciones que nos lleven a hacer de estos trances difíciles
canales de expresión. No tenemos por qué trasegar por el mundo con la depresión
como un costal como si fuésemos mendigos de cariño o aceptación. Pero es
necesario sentir, sentir con intensidad y con valor, porque la depresión hay
que enfrentarla en estos duelos magníficos en donde las espadas se cambian por
vino tibio y pensamiento frío.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 115%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 115%;">Hay que darle alas a la
tristeza sin miedo, llevarla hasta una almohada y dejarla pintada en la funda
con todo lo que sale del fondo del alma cuando lloramos con ganas. Pero no nos
podemos ahogar en ese charco que parece el mar. La depresión nos reta y no
podemos ser inferiores a sus desafíos porque no se nos puede llevar la vida.
Porque la vida es lo único que tenemos realmente, ese instante cósmico fugaz,
finito, tenue e imperceptible en la inmensidad del Universo. Y es todo lo que
somos. Nuestra vida es valiosa porque nos pertenece, porque nos permite ser
parte de un algo indefinido a lo que le vamos dando sentido atados a esta
pelota verde, azul y gris llamada Tierra que viaja por el espacio mientras nos
extinguimos.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 115%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 115%;">Por eso la depresión no debe
quitarle valor a la vida de ninguna manera, menos a la propia. Vivir es el
desafío hermoso de saber cuántas batallas he ganado hoy, cuántas heridas me
quedaron en el combate, a cuántos demonios derroté y cuánta inspiración dejé en
el camino. Por eso la depresión no debe ser un estanque de amargura. Debe ser
un río de cauce amplio, profundo, con muchas curvas, subidas y bajadas cuyo
recorrido nos debe afianzar el carácter y fortalecer el criterio para poder
enfrentar eso que a veces se nos torna insoportable.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 115%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 115%;">Por eso mi llamado, queridos
amigos y amigas deprimidos, es para que tengan el valor de enfrentar la
depresión con las armas que les da su vocación. Que hagan de las lágrimas tinta
para escribir o pintar, del dolor contenido dentro, fuerza de interpretación
que lleven a las tablas de un teatro con todo el dramatismo que le puedan dar,
que la rabia quede plasmada en tomas magníficas de una cámara fotográfica o de
video que recoja las sensaciones por las que no se han dejado vencer.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 115%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 115%;">El arte, amigos y amigas, el
arte es la respuesta. La historia sublime de la humanidad se ha construido
sobre la tristeza que los héroes han superado. Allí están sus gestas plasmadas
o escritas, quizás con otros personajes, pero gracias a la pluma o el pincel de
quien lucha por remar contra la corriente. El espíritu se edifica con base en
la interacción humana de sentimientos y sensaciones. Nuestra condición humana
nos hace presas fáciles de la tristeza. Los sentidos nos sirven para comprender
que al final no podemos entender al mundo y sus injusticias. Y eso nos deprime.
Pero si somos capaces de cambiar todos esos sentimientos destructivos y
autodestructivos por arte, tendremos un mundo más colorido, más diverso, más
respetuoso que reconozca la diferencia como parte inherente de compartir este
espacio y este tiempo del que no nos podemos salir, y así quizás,<a href="https://www.blogger.com/null" name="_GoBack"></a> vayamos aniquilando las razones objetivas de la depresión.
Porque ver esas luchas internas representadas en el arte son un bálsamo magnífico
para cambiar lo que nos agobia en lo que nos hace sentir orgullosos. Y el arte
no tiene límites porque es imaginación. Y la imaginación no tiene límites.
Cuando la imaginación se expande en el arte, se contrae en la depresión.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 115%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 115%;">Deprimida y creativamente,<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 115%;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif; line-height: 115%;">ANDRÉS FELIPE GIRALDO L.<b><o:p></o:p></b></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
Andrés Felipe Giraldo L.http://www.blogger.com/profile/10261167690680040568noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5484373609843649448.post-2121333751849001122014-09-12T12:03:00.001-07:002014-09-12T21:23:52.210-07:00A veces me abandono.<br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhdvUsRz65c16wAjC3HJJ9BOUY4qlM_SbQ8qOqzyTv1cEjTIbgkMzQSGZHiTvwA1iL0odanU-uFKJImnDkrXim-q791nbNO8-osn9WcRsw9-8vR0yA-U32PDN400axXfUHzBhCr9pp7P4E/s1600/PA130188.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhdvUsRz65c16wAjC3HJJ9BOUY4qlM_SbQ8qOqzyTv1cEjTIbgkMzQSGZHiTvwA1iL0odanU-uFKJImnDkrXim-q791nbNO8-osn9WcRsw9-8vR0yA-U32PDN400axXfUHzBhCr9pp7P4E/s1600/PA130188.JPG" height="480" width="640" /></a></div>
<br />
<br />
<span style="font-family: Times, Times New Roman, serif; font-size: x-large;">Algunas veces me dejo, me abandono, como si ya no me importara. En un estado catatónico puedo sentir hasta mis pulsaciones más débiles. Desvanezco ante el espejo al que solo le queda el vaho de mi aliento. Y ahí voy languideciendo entre pensamientos lúgubres y rimas forzadas con todas esas palabras que me encantan: Nostalgia, melancolía, anhelo y añoranza.</span><br />
<div>
<span style="font-family: Times, Times New Roman, serif; font-size: x-large;"><br /></span></div>
<div>
<span style="font-family: Times, Times New Roman, serif; font-size: x-large;">Aveces me tumbo en cualquier superficie horizontal, ojalá mullida, y me quedo tirado boca arriba solo para percibir la insignificancia de lo que soy comparado con todo lo que me rodea. No me menosprecio, no. Por el contrario, creo que los sentidos me hacen poderoso porque puedo notar todo lo que me falta. Me importa tan poco la trascendencia y me aferro tanto a la contemplación.</span></div>
<div>
<span style="font-family: Times, Times New Roman, serif; font-size: x-large;"><br /></span></div>
<div>
<span style="font-family: Times, Times New Roman, serif; font-size: x-large;">Mi espíritu se alimenta de imágenes y del collage que hago con ellas en mi mente. El sentido, la coherencia, la congruencia y todas esas cosas son solo caracoles aburridos. La lógica me provoca un tedio infinito. Divagar es la forma más fácil de volar, de dejarse llevar por el viento como quiera soplar. Y me abandono. Me abandono al aire, a la melodía, al aroma, a la textura, a las palabras y a las letras que quieren jugar como sea, como caigan, como se les dé la gana.</span></div>
<div>
<span style="font-family: Times, Times New Roman, serif; font-size: x-large;"><br /></span></div>
<div>
<span style="font-family: Times, Times New Roman, serif; font-size: x-large;">Ahí en cualquier parte, me echo y quedo babeando. Escribo estupideces solo para dejar un rastro de papel, para saber que me perdí en algún lugar, en algún recuerdo, en algún momento triste agazapado en una esquina. Solo mis dedos se mueven, lento y sin orden, plasmando cosas, regando tinta, botando torpes la copa de vino sobre el regazo. Y me quedo horas mirando esa mancha. Encontrándole una historia.</span><br />
<span style="font-family: Times, Times New Roman, serif; font-size: x-large;"><br /></span>
<span style="font-family: Times, Times New Roman, serif; font-size: x-large;">Me encanta la inercia del tiempo que saca al sol por el oriente y lo oculta por el occidente. Y más me gusta la inercia que pone a viajar a las estrellas por el firmamento hasta que las mete detrás de alguna montaña como quien esconde mugre debajo del tapete. Me encanta el vaivén de las olas, más cuando el mar embravece y me revuelca contra el mundo. Me encanta la fuerza del viento, más si el aire me congela las mejillas. Los olores le quitan a uno los ojos, porque no se necesitan.</span><br />
<span style="font-family: Times, Times New Roman, serif; font-size: x-large;"><br /></span>
<span style="font-family: Times, Times New Roman, serif; font-size: x-large;">Adoro ser un simple recipiente de sensaciones. Vivo apenas para abandonarme. Para que no me importe nada más. Y ya.</span><br />
<br />
<br />
<br />
<br />
<br />
<br /></div>
Andrés Felipe Giraldo L.http://www.blogger.com/profile/10261167690680040568noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5484373609843649448.post-13735270649551459492014-05-20T14:41:00.000-07:002014-05-21T15:49:55.245-07:00El Fantasma de Antanas.<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi2D6PEyTEJQKMsCAy57b_tOZkokIwcZZNF_zzAvV6GFq9cDnsRAZPdAasMqNHA9EBnejI3VDyUFsLWhd9I_0uYAyDgvb3WatXoCbtr2yazm6Rwz4-Vt3gltbLgakQHFDJdC9syvNxF6p0/s1600/Fantasma.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi2D6PEyTEJQKMsCAy57b_tOZkokIwcZZNF_zzAvV6GFq9cDnsRAZPdAasMqNHA9EBnejI3VDyUFsLWhd9I_0uYAyDgvb3WatXoCbtr2yazm6Rwz4-Vt3gltbLgakQHFDJdC9syvNxF6p0/s1600/Fantasma.jpg" height="425" width="640" /></a></div>
(Fotografía tomada de Internet)<br />
<br />
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif; font-size: large;">Hace cuatro años por esta época, mi esperanza por un país mejor estaba renovada. Aunque estaba lejos, en Buenos Aires - Argentina, logré ubicar por vía de redes sociales a más entusiasmados como yo para sentir eso que se llama Patria y vivirlo, como si uno le hubiese arrancado un pedazo de tierra a su país para llevárselo en la maleta. Compré mi camiseta de la Ola Verde, muy estrechita para los 95 Kilos que me empezaban a pesar, y fui a un par de reuniones para escuchar sobre planes y propuestas. Las reuniones me aburrieron pronto. La política tiene una particularidad entre los anónimos y es que súbitamente los convierte en líderes espontáneos. Solo hay que darle un megáfono a un idiota con un par de ideas para que esta mezcla de popularidad haga explosión en su cabecita y se vista de héroe. Pues bien, la Ola Verde no fue la excepción en Buenos Aires y preferí volver a la comodidad de mi casa y las redes sociales.</span><br />
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif; font-size: large;"><br /></span>
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif; font-size: large;">Poco antes de la consulta del Partido Verde escribí un texto que se llamó <a href="http://andrefelgiraldo.blogspot.com/2010/03/por-que-votaria-por-mockus.html" target="_blank">¿Por qué votaría por Mockus?</a> que sin preverlo tomó una fuerza que recorrió el mundo. Pronto me llegaron respuestas a favor y en contra desde Estados Unidos, Suiza, Japón, Alemania, Argentina, Ecuador y cuatro o cinco países más que no recuerdo y por supuesto, de Colombia. Me entusiasmé, milité desde la virtualidad gratis, diciendo para mis adentros "yo apoyo porque quiero, a mí no me pagaron" y sin descanso me ubiqué en la cresta de la Ola Verde en el lugar en dónde siempre estuvo: El mundo virtual. La realidad era otra y el 30 de mayo me daría cuenta.</span><br />
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif; font-size: large;"><br /></span>
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif; font-size: large;">Recuerdo esa noche otoñal del 30 de mayo de 2010 saliendo de un espectáculo maravilloso. Era Quidam, del Circo del Sol, algo que nunca había visto y dudo volver a ver. Magia pura de humanos sobrehumanos. Acucioso busqué una conexión a internet para que el júbilo del triunfo se apoderara de mí. Suponía, como indicaban las encuestas, las malditas e imprecisas encuestas, que Mockus estaría un poco arriba o un poco por debajo de Santos para dar el zarpazo del triunfo en la segunda vuelta. Pues no. La esperanza murió de un disparo en la cabeza. Los porcentajes inclinados claramente a favor de Santos solo eran el preludio de una debacle en segunda vuelta que solo fue de trámite. La puerca realidad de la política colombiana había barrido las ilusiones virtuales. Era obvio, no se pueden repartir tamales por internet y el pragmatismo una vez más derrotó al idealismo. Pero el sabor de la ilusión quedó ahí, y el símbolo también. Mockus perdió, pero su barba color ceniza sin bigote, su peinado de meme y sus gafas clásicas se convirtieron en el faro de la esperanza.</span><br />
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif; font-size: large;"><br /></span>
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif; font-size: large;">Pero los peros llegaron. El siguiente reto electoral para Antanas vendría en 2011, en las elecciones a la Alcaldía de Bogotá. Los movimientos de Mockus fueron observados con expectativa por los rezagos de una Ola Verde que paulatinamente se fue retirando al tedio de su rutina y al baúl de la resignación. Peñalosa hizo lo previsible. Se alió con Álvaro Uribe, la antítesis de los seguidores de Mockus y la representación viva de todo lo que no se debe hacer en política. Se rindió con toda pleitesía y sin ninguna vergüenza a los pies del patrón creyendo que con su apoyo sería invencible y que por fin, después de una seguidilla de derrotas, sería otra vez Alcalde de Bogotá. Mockus, traicionado y decepcionado, empezó a dar bandazos de un lado a otro. Y aún no se detiene. Renunció al Partido Verde. Hasta ahí respondía a la lógica de un hombre íntegro y coherente. Muchos tuvimos la ilusión de que él alzaría sus propias banderas vestidas de Visionarios o simplemente de Mockusianos para alcanzar la Alcaldía, pero su viraje fue imprevisible, triste, lastimero, incomprensible y políticamente suicida. </span><br />
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif; font-size: large;"><br /></span>
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif; font-size: large;">Mockus decidió sumarse, como un gregario más, a la campaña de Gina Parody. Sí, Gina Parody, una yupi con aires de hipster que tuvo la genial idea de descubrir que el uribismo estaba podrido cuando ya hacía parte del Partido de la U, cuando esa U era de Uribe. Renunció al Senado para, propio de su esnobismo natural, ir a estudiar Bogotá a Boston. Sí, es extraño pero ella misma lo dijo: "Me fui a Boston para estudiar a Bogotá". ¿Cómo? ¿No era más fácil estudiar a Bogotá en Bogotá? No, para ella se conoce mejor Bogotá desde Boston. Mockus le apostó a esa campaña inerte y logró reducir los más de 3 millones de la Ola Verde a un simple charquito lleno de sapos de apenas poco más de 300 mil. 300 mil votos recaudados en "Il Pomerigio", el Parque de la 93 y la comunidad de diseñadores que tiene Gina para sus gafas. Y bueno, Peñalosa y Parody fueron derrotados por Petro. Pero esa es otra historia.</span><br />
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif; font-size: large;"><br /></span>
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif; font-size: large;">Desde ese momento Antanas Mockus es un fantasma. Aparece de vez en cuando a decir alguna incoherencia y se vuelve a ocultar en las ruinas de su imagen. Todo lo ve con una candidez mágica. Ve bondad hasta en Santos, a pesar de que no cumplió la mayoría de sus promesas de campaña, las que le dijo en la carota a Mockus, como que no subiría los impuestos y que lo escribiría en mármol. </span><br />
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif; font-size: large;"><br /></span>
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif; font-size: large;">Sus declaraciones son ambiguas, débiles de argumentos, con un lenguaje que se asemeja más al de un gurú de autoayuda de la India que al de un político activo. Siempre había sido enredado y había que digerirlo para entenderlo. Pero ahora viste sus palabras de sofismas como "apoyo desde la radical independencia". Será desde la radical soledad. La soledad del poeta, el loco o el romántico. Dice que va a trabajar por la paz, pero no desde el Senado, pero no desde la política, pero no desde los partidos, pero no desde ninguna parte. Pero lo va a hacer. Cómo y cuándo, no sabemos, pero él dice que lo va a hacer. Dice que Santos lo hizo mejor de lo que él lo hubiera hecho. ¿Que qué? Uno solo se coge la cabeza y piensa: "¿Cómo es posible que Antanas diga estos disparates? ¿Qué es lo tan bueno que ha hecho Santos como para pensar que lo hubiera hecho mejor que él? ¿Iniciar un proceso débil con unos manipuladores y mentirosos que en cualquier momento lo dejan viendo un chispero como a Pastrana? ¿Arrasar el campo con TLC´s contra los que los campesinos colombianos no pueden competir y que los tiene protestando mientras la Fuerza Pública los levanta a bolillo? ¿Olvidar que es Presidente y trenzarse en una nueva campaña politiquera plagada de polarización y odio dando la talla de la suciedad de sus oponentes que antes eran sus mentores y aliados?". Esos aliados que derrotaron a Mockus. </span><br />
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif; font-size: large;"><br /></span>
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif; font-size: large;">No está mal que Mockus sea un mal político. </span><span style="font-family: 'Trebuchet MS', sans-serif; font-size: large;">Finalmente su mayor mérito como político es ser un mal político. Los buenos políticos en Colombia tienen sumido al país en el caos institucional, la corrupción administrativa y la polarización violenta. Pero entonces le queda a uno la duda ¿Será que Antanas tiene razón? ¿Hubiéramos elegido un Gobierno peor que este con él? Y, tristemente, termina uno sintiendo un alivio siniestro.</span><br />
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif; font-size: large;"><br /></span>
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif; font-size: large;">Hace cuatro años Mockus era la esperanza. Sí, la esperanza hecha candidato. Por esta época la ilusión corría por las venas como un torrente de futuro. Hace cuatro años había por quién votar y uno creía que más allá de unas elecciones el liderazgo podría reconstruir una política más depurada, más incluyente, menos electorera y más ideológica. Pero Mockus se diluyó, como el espectro de un fantasma. Ahora no es más que la sombra larga del poema de José Asunción Silva. Mockus sigue siendo su esencia: Un tipo honesto, crédulo y bueno. Pero delira si cree que Santos ha sido un buen Presidente. Y deliramos todos sus seguidores si de verdad él iba a hacer un peor gobierno que el de Santos. Que poca fe se tenía Mockus. Parece que la política en Colombia aniquila hasta la fe en uno mismo. Y eso pasó con Mockus. Antanas ya no cree en Mockus. Balbucea detrás de bambalinas apoyos intrascendentes. Se esconde en escenarios vacuos y sin peso en donde sus palabras ya no son fuerza moldeadora. Quizás sirvan para manuales de conducta de monjes sin aspiraciones.</span><br />
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif; font-size: large;"><br /></span>
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif; font-size: large;">Hoy, cuando las elecciones se disputan en medio de lo más puerco de la política, en donde un Uribe desesperado fuerza a su marioneta hasta los límites de la ley para atacar con su tradicional estilo criminal y el Presidente-Candidato tiene a todo vapor a sus locomotoras clientelistas y burocráticas para aferrarse al poder, extraño al buen Antanas. Ese que ya no existe. Ese que pasó a un retiro activo que roza con lo patético. Hoy la "esperanza" se disfraza de una izquierda dividida hasta casi su extinción política y de un Peñalosa experto en derrotas que ha armado un equipo para sumar una derrota más, lejos de Uribe y lejos de Santos, porque ninguno de los dos lo quiere, porque ninguno de los dos lo necesita. No porque él no quisiera unírseles.</span><br />
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif; font-size: large;"><br /></span>
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif; font-size: large;">Hace cuatro años milité en la Ola Verde desde el exilio. Hoy milito en la absoluta desesperanza desde el exilio. Antes al sur, ahora al norte. Miro desde la distancia la realidad planeando mi nueva huida y marcando los días en el calendario que me devolverán a Colombia en poco tiempo. Para volver al mismo país iluso que se murió ese 30 de mayo de 2010 y que anheló seguir el sendero de un hombre bueno. Hoy ese hombre bueno es un fantasma en el exilio de su propia casa, de sus propios miedos, de su propia esperanza que ahora es delirio. Antanas Mockus hoy es un espectro que se diluye en el lodazal de la política colombiana. Antanas es el nuevo Gasparín, un fantasmita amistoso, inofensivo y tierno que vive en las ruinas de la democracia.</span><br />
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Andrés Felipe Giraldo L.http://www.blogger.com/profile/10261167690680040568noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-5484373609843649448.post-23827063618707533602014-03-23T16:00:00.001-07:002014-03-23T21:47:43.027-07:00¿Cuánto mide la tristeza?<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhWD7h__pq7Gua1qMB-cKvpCzg6_lbZRAsbCDxCV11n0MxpgiXJFiVOBIPAMXeIHiOpMXwItvw-5tCPWq0Gd4x7R_e4VvQSeteT3Lot6r-iOINMt7Oj2ZELAm0Yf6UWdH8G2yJXsufnFuU/s1600/Tristeza.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhWD7h__pq7Gua1qMB-cKvpCzg6_lbZRAsbCDxCV11n0MxpgiXJFiVOBIPAMXeIHiOpMXwItvw-5tCPWq0Gd4x7R_e4VvQSeteT3Lot6r-iOINMt7Oj2ZELAm0Yf6UWdH8G2yJXsufnFuU/s1600/Tristeza.jpg" height="241" width="400" /></a></div>
(Foto tomada de internet)<br />
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<span style="font-size: large;">No podría empezar mejor algo que no puede ser peor. Estoy llorando, sí. Y no lo hago para producir lástima. Odio la lástima. Lloro porque estoy triste. Así de simple. La tristeza es el estado líquido del alma y por eso se escurre por los ojos.</span><br />
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<span style="font-size: large;">¿Razones? Muchas o pocas, claras u oscuras. No lo sé. Solo estoy triste porque estoy triste y ya. Así como aveces estoy alegre porque estoy alegre y ya. Sin razones. Estoy triste porque la tristeza no solo me arranca lágrimas. También me arranca letras. Y no quiero hacer ahora un inventario cargado de historias con un final desafortunado. No. Porque esas historias me inspiran otras cosas. Me inspiran historias.</span><br />
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<span style="font-size: large;">Tengo tristeza por las historias que aún no concluyen, que van y vienen, que me arrancan suspiros profundos de incertidumbre, frustraciones y fracasos enredados en laberintos a los cuales no les encuentro la salida. Y yo no soy de esos luchadores que ante los obstáculos busca una garrocha para saltarlo. No. Yo me quedo mirándolo, casi que lo admiro, lo palpo, lo disfruto y si el tiempo no me afana, me tomo un café con él. Yo soy de esos que ante las adversidades se desespera y llora. No soy de esos osados que andan por la vida sorteando el día a día con una entereza envidiable ni de los que superan todo por más difícil que sea. No, yo no soy así. Yo me pongo triste y lloro. Y espero que vengan a buscarme mientras me quedo sentado secretando mocos y lágrimas para que me saquen de ese laberinto con un abrazo o con una patada en el culo. No importa. Yo lloro y espero mientras desespero. Así soy.</span><br />
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<span style="font-size: large;">Ya no estoy llorando más. Pero sigo triste. Creo que las lágrimas paran porque escribir llorando es muy cansón. La letra se distorsiona, el moco fluye y si es profuso cae sobre el teclado. Por eso no lloro más. Pero sigo triste. Y es que la tristeza me regala unas palabras hermosas. Por ejemplo, nostalgia, melancolía, vacío, desasosiego, desazón, frenesí, cabizbajo, ausencia, dolor, recuerdo... en fin, la tristeza trae su propio diccionario que es sublime. Un triste que no escriba está desaprovechando una oportunidad maravillosa para hacer poesía en rima y prosa. Entonces, si es para escribir, la tristeza me pone contento.</span><br />
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<span style="font-size: large;">La tristeza vive en todos los tiempos. En el pasado le llamamos nostalgia. En el pasado que no fue, le llamamos melancolía. En el presente se llama tristeza, a secas, sin adornos. Y en el futuro puede ser anhelo o añoranza, depende si viene de la nostalgia o de la melancolía. La tristeza es inherente a la vida. Nacemos con dolor, vivimos con dolor y morimos con dolor. Eso es triste. No es lo único, es verdad, pero para mí la tristeza es lo más importante. Me inspira, pone mis sentidos al servicio de los sentimientos y castiga a la razón sin misericordia. La tristeza es un sentimiento puro, sin ambigüedades. El sufrimiento es un <i>continuum</i> interrumpido eventualmente por una alegría. No en todas las vidas, pero al menos en la mía, que es la única que conozco al menos cuando estoy despierto.</span><br />
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<span style="font-size: large;">La tristeza es la certeza de la muerte. La certeza del abandono sobre todo esto conocido. El abandono de nuestro cuerpo, nuestros afectos, la materia que nos rodea. Y la muerte es una constante en mi pensamiento. Creo que la muerte es la tristeza más grande, la que no se puede medir, la que no tiene tamaño. Y no la propia. La propia es el descanso de la tristeza. Hablo de la muerte de esas personas que nos generan tanto afecto, tanto cariño, tanta alegría. </span><br />
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<span style="font-size: large;">Hace un año exactamente, leí la que para mí es la mejor y más humana obra de Piedad Bonnett. Se llama, "Lo que no tiene nombre", y narra con desespero hecho literatura el suicidio de su hijo. El libro que leí quedó inservible. Ilegible para quien lo quiera retomar. Mientras leía, el llanto mío era profuso, inclemente, salvaje, arrollador. Destrocé las páginas no solo con mis fluidos, sino con mi ira e impotencia, que dejó huellas irreparables en la obra impresa. Ella en su libro logra no solo transmitir su dolor. Logra contagiarlo. Porque es imposible que un cuerpo presente pueda soportar con tanta gallardía a un cuerpo ausente. Mucho menos si ese cuerpo ha venido desde las entrañas. Porque ese ser que se fue, se formó en el vientre de Piedad Bonnett.</span><br />
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<span style="font-size: large;">En fin, este es solo un ejemplo de la tristeza que no se puede medir. Hay miles, millones, trillones de ejemplos más. Solo hay que revisar la prensa de los últimos 200 años para empezar. Y luego piense en el mañana, en qué será de su vida si esos a los que tanto quiere se van, porque sí, porque la vida se acaba, en cualquier momento, solo porque estamos vivos.</span><br />
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<span style="font-size: large;">Estoy triste sí, aún con los ojos empañados y con el pañuelo cerca de la nariz por si algo. Estoy triste porque a un sobrino lo arrolló un carro y le partió el brazo, la pierna y unas costillas. En un instante, cuando todo estaba bien y él estaba alegre. Porque sí, porque la tristeza nos sorprende en cualquier momento. Estoy triste porque la democracia muere en mi país y la oligarquía se afianza al poder como una sanguijuela a la piel mojada. Estoy triste porque ahora recuerdo como otro sobrino, hace mucho tiempo, cuando él era un niño que apenas percibía cómo su hogar se desintegraba, en su inocente infancia que no pasaba de los cuatro años, miraba al horizonte, al vacío, y se le escurrían las lágrimas. Mi hermano (que no era su padre) le preguntó ¿Qué te pasa? Él solo respondió, con un tímido dejo de sollozo "Estoy triste". Eso lo explicó todo. No había que indagar en hechos ni razones. Él estaba triste y tenía esa tristeza... que no se puede medir.</span><br />
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<br />Andrés Felipe Giraldo L.http://www.blogger.com/profile/10261167690680040568noreply@blogger.com3