La fuerza interna del cosmos en una pluma

La fuerza interna del cosmos en una pluma
Como la naturaleza, el alma bacilante...

viernes, 11 de junio de 2010

Neruda me perdonará...


No recuerdo quién me habló de Neruda por primera vez. No recuerdo bien si me dijo que su nombre era Pablo. Estoy seguro de que no me dijo que nació con el nombre de Ricardo Eliécer Neftalí Reyes Basoalto. De él sólo sabía que era chileno, que murió días después del golpe de la dictadura militar y que era un gran poeta. No más.

En 2001, cuando me estaba separando de mi esposa (hoy ex esposa), en medio del dolor insalvable y profundo, desgarrador y constante de la ruptura y sus causas, en el asilo y el refugio de la depresión en el apartamento de mi hermano Luis en Montreal, Canadá, recordé un par de frases de dos de sus poemas más famosos, sacados de “20 poemas de amor y un canto desesperado”. Unos trocitos del poema 20 y del poema 15. No sabía que eran los poemas 20 y 15 y mucho menos que salían de ese libro. Sólo recordaba con una insistencia torturadora esas dos frases que me laceraban el alma: “Puedo escribir los versos más tristes esta noche” y “Me gusta cuando callas porque estás como ausente”. De la primera frase me burlaba, no creía que él pudiera escribir versos más tristes que yo y menos esa noche, mi oscura noche. Y se lo hice saber. De la segunda, no entendía por qué le podría gustar que alguien calle, porque “está como ausente”, cuando la ausencia de alguien, de ese alguien, en ese momento, me estaba matando a mí. En este caso, se lo hice saber a ella.

Abusé de que Neruda estaba muerto y de que ella estaba ausente para escribir dos textos sacados de las vísceras rotas y hechas mazacote entre mi pecho y mi espalda. Asumí que los lectores, Neruda y ella, supondrían que yo conocía la extensa obra de Pablo y que podría abusar de ello para colgarme de sus versos y vomitar mi dolor. Y lo hice. Y ahora me confieso. Sólo conocía esas dos frases de Neruda, del que sólo sabía tres datos... y dos frases.

Hoy, junio de 2010, después de visitar sus tres casas en Chile, “La Chascona” de Santiago, “La Sebastiana” de Valparaíso e “Isla Negra” en el litoral central, de comprar y leer dos de sus libros, "20 poemas de amor y un Canto desesperado" y “Confieso que he vivido”, e incluso, atreverme a indagar sobre el enigma de Malva Marina, su hija, me animo a publicar esos dos textos que escupí de mis entrañas adoloridas en 2001, abusando de su existencia y burlándome de su inexistencia. Hoy le debo mi apología que hago letras. Neruda me perdonará. No era un santo tampoco.

Charla muda con Neruda.

Alguna vez leí un pequeño fragmento en el que Pablo Neruda rezaba melancólico “Puedo escribir los versos mas tristes esta noche....” Creo que si Pablo Neruda me hubiera conocido habría escrito: “Él puede escribir versos mas tristes que yo, esta noche…”.

Pero bueno, nunca conocí su tristeza y él tampoco la mía, luego, él con su tristeza y yo con la mía. Al final cada uno con sus versos.

Lo único que sé, es que para mí la noche es un puñal que me entierra el filo de las estrellas con cada destello. Para mí, las estrellas fugaces ya no son mensajeras de deseos románticos en las noches despejadas. Para mí, son un disparo de rabia directo al alma que trae los recuerdos de la noche más larga y oscura de mi vida…mi propia vida.

Pero bueno, no es culpa de las estrellas y de la noche el dolor que me embarga. No es culpa de las nubes que cubran su espectro titilante y se vayan sin siquiera despedirse. La verdad, no es culpa de nadie… y es culpa de todo. “Es sólo la vida” dirán Borges y Benedetti sonriendo con la ironía de quien ya habría soportado mil muertes desde la primera hasta la última. Para mí es sólo el comienzo….y más que tierra… me cayó mierda.

Pero bueno, no pasaré mis días maldiciendo a las nubes, la noche o las estrellas. Tampoco a tu silueta dibujada en la luna opacada por la lluvia. No voy a maldecir nada…sería maldecir mi vida y más maldita no puede estar. Por eso, tan solo sonreiré de delirio victorioso por haber soportado mi primera muerte.

Algún día recordaré los versos más tristes de esta noche y me daré cuenta de que Neruda se equivocó en la inocencia de ignorar que tan sólo iba por alguna de sus primeras muertes ¿¿¿Que habrá escrito en la noche más triste de su vida??? Habrá callado arrepentido de pensar que creyó haber escrito los versos mas tristes en una noche quizás feliz para el total de sus amargas noches…. Por lo menos le quedó algo de inspiración aquella triste noche… pero en su noche más triste, seguro su mano ya no pudo soportar el peso de la pluma.

Sólo espero ahora, que en la noche más triste de mi vida, aún mi mano pueda soportar una pluma para decir, “Puedo escribir los versos más tristes, ahora sí, esta noche”…esa será mi última muerte.

¿Me gusta cuando callas?

“Me gusta cuando callas por que estás como ausente…”
Escribía Neruda, quizás pensando en ese silencio
que da paso a la mirada de una mujer que vuela hacia el infinito,
hacia la nada, y que en su vuelo recorre el campo
de los recuerdos gratos y la melancolía de los
momentos indoloros, dando paso a una sonrisa furtiva
que se desvanece de tajo y de repente con la realidad
inmediata.

Quizás evoca esa mirada de la mujer amada mientras
divagaba en su papel y la nostalgia.

Pero por lo menos él pudo cortar el paisaje de esa
mirada con su presencia, y quizás, en un abrazo perpetuo,
se unió a sus alas para estar ausente de ese lugar,
pero en vuelo eterno.

Pero a mi no me gusta cuando callas… porque en realidad…
estás ausente….

12 comentarios:

  1. Las noches claras solo se pueden apreciar con las luces apagadas. Por el verbo tallado en las entrañas por una pluma transformada en cincel, por las musas que devienen espectros y por la tristeza que a veces convierte nuestros corazones mortales en su morada, sós compadre de Neruda: Dos guerreros de las letras mofándose de sus demonios o sollozando con ellos, pero blandiendo siempre la espada para afrontarlos. Sigo creyendo que los derrotas porque quien convierte el dolor en una excusa para darle aliento a la inspiración, cuando está desfalleciendo, empieza a domarlo, así nuevamente aparezca bajo otras formas y otras máscaras.
    Pero a mí tampoco me gusta cuando callas, porque también estás ausente… gracias por siempre darle voz al sentimiento con la pluma, que me invita a esos viajes a los que solo un buen escritor nos lleva estando en el mismo lugar.

    Y si, soy yo...

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  2. Hola Soledad... admiro a Neruda. Sin embargo, me parece que la fama le quitó gran parte del misterio que encarna el alma divagante. Se volvió un ente vulnerable a la farándula y se convirtió en un recipiente ancho y débil de un material tan denso. Al final, creo que la fama aniquiló gran parte del interés que genera un ser de su sensibilidad. Pero igual, admiro profundamente su obra, aún más, la que escribió cuando no era famoso. La fama crea más aúlicos que interlocutores. Por eso, prefiero el anónimato. O quizás, sólo sea envidia de Neruda... jejejeje... no sé. Es un pecado capital mío contra los siete de él.

    A pesar de mi ausencia, yo no callo... salgo por esta ventana y grito mis odas o diatribas, mis cuentos y recuentos... no callo... así sean aullidos a la luna sin respuesta. Escribir para vivir no lo siento en el alma. Prefiero vivir para escribir y acá me agazapo con una pluma y una luna, un vino y mil ausencias.

    Ya que eres tú... jugando a la goloza, brincando por mis letras... metiendo la punta del pie en el agua fría... esperando a qué caliente... quisiera saber cuál es tu bandera y tu escudo, cuál es la consigna de tus letras inspiradas en mis letras y cómo se dispone tu alma para abordarme. Con banderas negras o rojas o blancas o transparentes... conoces mis cartas... juego con mi juego abierto. Dime algo del tuyo... si quieres... Seguiré esperando... en el mismo lúgar.

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  3. Enarbolar una sola bandera no puedo, porque veo la vida en destellos: cada momento, cada situación, cada instante tiene colores y matices distintos para mí… por ello no podría optar por una sola, porque mudan en epítetos de las fotografías que mi memoria toma de la vida.

    ¿Escudo? No, escudos... muchos, zurcidos con los jirones de alma y corazón que presencias y ausencias van dejando inclementes en pasajes crueles, alegres, tristes, soñados… en mi idioma, vinotintos, amarillos, azules, púrpuras…

    Mi consigna tampoco es singular, pero si tuviera que escoger una, sería el futuro… La estrategia, una mezcla de misticismo y convicción.

    Y ahora, al final y al comienzo estás tú, y camino en tus noches o en tus amaneceres, dejando huellas indelebles sobre un sendero de piedras en el que tu rapsodia y prosa son el hilo de Ariadna… ¿Qué soy yo? Una tarde en degradé.

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  4. ¿Una tarde en degradé, preludio de una noche para escribir versos tristes? ¿Estoy al comienzo y al final... del laberinto? ¿Consigna futuro? ¿Y por qué ahora futuro? El hilo de Ariadna es para salir del laberinto... y yo no quiero salir... ¿Misticismo y convicción para qué? ¿Para cada momento? Sí... ahora he de reconocer que estoy perdido, sentado acá mismo, escribiendo para alguien que ya no se quién es... porque quién se ha ido de mi vida me ha dejado claro que la puerta está cerrada recordándome cuánto hice para botar la llave. Y si es un reencuentro y un hasta siempre... ¿son mis demonios jugando conmigo?... ¿regocijándose con lo que quedó de mí en cada una de sus arremetidas?... sólo dime qué quieres... sin metáforas, sin velos, sin retar mi inteligencia marchita en recuerdos, sin vacilar en ronda con mis demonios. Simplemente aparece o desaparece. Neruda y yo estamos borrachos y queremos saber quién toca la puerta.

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  5. Me asomé a tu ventana y vi al dueño de noches sin fin, tan solo suspendidas por un alba húmeda… Una cama aguardando por un cuerpo solitario que perseguía un alma esquiva en sus versos. La tinta en tus dedos y la pluma inerte, esperando vibrar bajo la fuerza de tu espíritu. Una lámpara que apenas iluminaba la habitación, y que solo me permitía delinear los contornos de tu rostro, uno en el que se dibujó una sonrisa casi imperceptible cuando las primeras gotas de la lluvia que cruzaría la noche, empezaron a caer.

    Por fin miraste a la ventana y me viste bajo la lluvia, muda en tu lírica, trémula en mis palabras, vacilante en la mirada. Fuiste tú quién abrió la puerta y tomó mi mano. Jugamos en los charcos de nuestras vivencias, envueltos por un rocío cálido que sería la remembranza de la inocencia trocada por sabiduría...

    Leí las hojas en donde miles de sentimientos alojados en tu memoria encontrarían su destino final, moldeados por el don de tu palabra. Y fui develando los secretos de tu alma mientras mis ojos absortos en las pinturas que hacías de ella, se iluminaban o se empeñaban al ver tus alegrías o tus tristezas. Fuiste tú quién me dio la convicción… la mística ya era nuestra forma de vida.

    Ya las huellas tienen un nombre. Beso tu frente. Me he revelado, pero en realidad ¿me has descubierto?

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  6. Neruda, vaya personaje!... que importa cuan bello y profundo escribía, si su amor propio se escondía en su papel y sus letras… y tras ellas una huella de dolor en varias almas, que no alcanzaron su compasión; le amaron profundamente y no recibieron mas que traición.

    Neruda, que se tapaba en sus mentiras, y se deleitaba irónicamente bajo el sufrimiento que causaba… letras, solo letras es su legado y… ¿que importa realmente, escribir sublimemente o ser sublime en esta vida?...

    He conocido a un “neruda”, que me ha destrozado con sus letras, porque divagaba entre sus musas mientras yo le amaba entre frazadas… Cuanto dolor se puede causar a un alma frágil… que si; seguirá siendo la víctima en tanto existan “nerudas” que le hablen al oído, mientras con su mano tergiversen en letras coloridas, todo lo que el amor engendra como esencias compartidas.

    Me llevo el dolor, que es la respuesta a mí terca ilusión, y a ese, mi “neruda” que me ha dolido en el alma; no heriste con tu pluma en un papel, heriste con tu tinta en un alma.

    Ahora me imagino el ultimo instante del poeta; en que suele el alma atormentarse con el dolor que ya causo y con el tiempo que ya no le queda… ¿donde habrá quedado toda su gallardearía?, ¿donde quedo toda su presunción?… ahora si hallo razón a sus palabras y creo que el profetizó su ultimo día, porque quien tiene miedo, algo debe en esta vida: dijo:… - “Tengo miedo. La tarde es gris y la tristeza del cielo se abre como una boca de muerto….Tengo miedo, y me siento tan cansado y pequeño que reflejo la tarde sin meditar en ella…Sin embargo en mis ojos una pregunta existe, y hay un grito en mi boca que mi boca no grita. No hay oído en la tierra que oiga mi queja triste, abandonada en medio de la tierra infinita!.Se muere el universo, de una calma agonía, sin la fiesta del sol o el crepúsculo verde. Agoniza Saturno como una pena mía, la tierra es una fruta negra que el cielo muerde…Y la muerte del mundo cae sobre mi vida.”-

    Yo solo pensaría: Pobre Neruda, ¿tus poemas te salvaron en tu ultima agonía?... calma, quietud y lagrimas esa será mi consigna,… y a aquel nuevo “neruda”: ¡rectifica, que tiempo te queda todavía!.

    Llune

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  7. Soledad... me llevaste por este camino hasta el final. Sólo te puedo decir que tú ganas. Con todas las letras, gratamente, me has derrotado.

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  8. Lluna... sólo me nace decir que prefiero un odio seguro que un amor confuso.

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  9. Quiero agradecerte Andrés Felipe, aun sin conocerte, por abrir estos espacios donde puedo desahogar el alma de tantos dolores que aun después de tantos años se niegan a desvanecer.
    Tal vez mi “neruda” nunca lea esto, porque ni se donde esta, pero al menos tu y quienes lean estas letras, me acompañaran en el triste recuerdo de un amor que envejece con el tiempo.

    Espero no haber creado confusión porque tú nada tienes que ver con mi “Neruda”, solo que al leerte me hiciste recordar lo que alguna vez alguien me hizo sollozar.

    Sigue deleitándonos con tus inspiraciones

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  10. si, Andrés felipe, tienes razón es preferible un odio seguro que un amor confuso.

    Gracias por tu consejo.

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  11. Hola Lluna. No te preocupes, no hay confusión, sólo que vi tanta densidad en tu alma, tanto dolor acumulado por tanto tiempo que no me atrevía a profundizar en tus sentimientos. Creo que llevas una carga pesada y dolorosa, cubierta de grises y negros que debes depurar. No hay "Nerudas" que hagan daño. A la vida uno viene a hacer daño por acción u omisión. No es que esté excusando a una estirpe de canallas. Estoy haciendo apología de la vida misma que tanto me ha aporreado a mí mismo y frente a la que he reaccionado con irracional desparpajo. Algún día alguien te acusará de ser una "Neruda" desalmada y habrás de agachar la cabeza y aceptarlo con la misma gallardía que parece no tener tu actual "Neruda". En el mundo estamos y no hay nada más hobbesiano que el amor. Discúlpame si mi respuesta lacónica pareció producto de una supuesta alusión a mí. No lo es. Es una respuesta lacónica frente a tu dolor en el que no puedo recavar. Un abrazo y gracias por estar acá, depurando tu alma, sacándole demonios y tribulaciones que has cambiado por lágrimas.

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  12. “Andrés Felipe, veo que tienes el don de descifrar entre las letras lo que esconden las almas que las tallan… no conoces nada en mi y aun así percibiste mi latir…y si hay dolor, mucho dolor. Tu que hasta ahora ahondas en las “ruinas” de Pablo, sabrás del abandono de su Malva, así mismo; mi “neruda”, sin tener aun precisión abandono a su Laura…
    Si hay “nerudas” que hacen daño, a quienes tu mismo les has dado otro talante de canallas, pero en algo te equivocas y es que nunca actuare como “neruda”, porque sencillamente no es mi esencia “.

    Gracias por tu respuesta lacónica, no podías ahondar mas en lo que realmente no conoces, con ella me sugieres una opción a seguir… y gracias a ti por haberme dejado estar acá… son albures de la vida que permiten que dos seres totalmente extraños el uno para el otro...solo por un breve instante; puedan hallarse en un espacio sin paredes, con un vino en la mano; desnudando sus almas con las letras que son a veces nuestro único efugio.

    Gracias por la copa poeta, pero debo partir… fue un gusto leerte.

    Lluna

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